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Ágreda es de esas otras villas pintorescas, encaramadas en un peñasco al amparo de las cuatro piedras de un devastado castillo, en las que el tiempo parece haberse detenido a trompicones. O sea, en el siglo XI, en el XIII, en el XVI o en el XVII, según al rincón al que el viajero histórico dirija la mirada.

La historia de Ágreda

Lo mismo de pintorescas son sus murallas árabes (siglo X), con arcos de herradura, las callejuelas de su judería y morería, que las riberas del arroyo Queiles, aguas que tanta historia habrían reflejado sino fuera por el dictado contrario de Heráclito el Desanimador.

Ágreda comenzó su carrera como castro celtibérico, pero su edad adulta la alcanzó en época medieval cuando fue plaza fuerte fronteriza entre las recelosas Castilla y Aragón. Sus comunidades musulmana, judía y cristiana coexistieron más o menos pacíficamente. Fue el rey Alfonso I de Aragón el Batallador, quien, en 1119, la reconquistó. En 1135, después de la muerte del rey aragonés, la villa fue anexionada por el rey Alfonso VII y repoblada con gentes de la serranía de Soria.

El Tratado de Ágreda

Ágreda gozó de fuero propio, otorgado por el rey Alfonso X el Sabio el 27 de marzo de 1260, durante toda la Edad Media. La localidad soriana fue el escenario de bodas reales y pactos. Aquí tuvo lugar en 1221 el matrimonio del rey Jaime I de Aragón con Leonor de Castilla. También se acordó en 1304 los límites territoriales de la Corona de Aragón y el Reino de Castilla mediante el Tratado de Ágreda.

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En el interior del Convento de la Concepción permanece incorrupto el cuerpo de María de Jesús de Ágreda./Zarateman

Decayó cuando se unieron Castilla y Aragón, pero como Dios aprieta pero no ahoga encontró cierta prosperidad cuando a mediados del siglo XVII una monja del lugar, María de Jesús de Ágreda, con fama de visionaria y milagrera, amistó nada menos que con el rey Felipe IV, del que se hizo una especie de consejera.

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Esta monja, entre tras cualidades, poseía el don de la bilocación, es decir, que podía estar en dos lugares a la vez. Por lo que sin salir del convento evangelizó Nuevo México y extensos territorios del suroeste de Estados Unidos.

Una visita por Ágreda

El viajero no debe perderse el retablo del doctor Carrascón (siglo XVI) en la iglesia gótica de San Miguel (siglo XV); el Museo Comarcal de Arte Sacro instalado en la iglesia de la Virgen de la Peña (siglo XII); el convento de la Concepción (siglo XVIII), donde está la tumba de la monja de Ágreda, ni el jardín renacentista de don Diego de Castejón.

También merece la pena echar un paseo por las iglesias de Yanguas (en ruinas), la de San Juan (gótica), la Virgen de Magaña (siglo XVI) o San Juan Bautista, así como la Basílica de Nuestra Señora de los Milagros.

En el barrio moro el viajero puede atisbar la muralla árabe de Ágreda (actualmente sede del centro de interpretación de la villa), la puerta de Felipe II que da entrada a este barrio, el Torreón de la Muela, la Puerta Árabe del Agua, una fuente o el Mirador de las Huertas Árabes. Todo el conjunto histórico de Ágreda está considerado Bien de Interés Histórico.

A unos 15 kilómetros de Ágreda, en la pedanía de Muro de Ágreda, hay vestigios de una potente muralla, todo lo que ha quedado de la romana Augustóbriga. La provincia de Soria esconde otros interesantes lugares con historia, como el espectacular Cañón del Río Lobos, o el no menos fascinante y poderoso castillo de Gormaz, una fortaleza que está considerada como la más antigua y larga de Europa.

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Dónde dormir en Ágreda: Hostal Doña Juana; Avda. Soria, s/n; Ágreda (Soria); teléfono: 976647217.

Dónde comer en Ágreda: Omeñaca y Carmona; Calle Arco, 3, 42100 Ágreda (Soria); teléfono: 976647763.


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