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Encajonado entre las abruptas gargantas del río Júcar a su paso por la provincia de Cuenca, emerge el municipio de Alarcón, declarado Conjunto Histórico Artístico por la belleza de sus monumentos y su entorno. Es el lazo histórico del Júcar.

Su imponente castillo, escenario de importantes episodios históricos en tiempos de la Reconquista y hoy Parador de Turismo, domina lo agudo del peñón sobre la que se asienta esta villa medieval.

No es de extrañar que fuera elegido desde antiguo lugar de asentamiento; su foso natural y su atalaya lo designan como estrategia en la primera mirada.

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Panorámica de Alarcón con el Júcar como principal testigo./AnTeMi

Unos autores aseguran que el nombre de la población proviene del rey godo Alarico quien, al parecer, labró aquí la fortaleza sobre la montaña. Otros, sin embargo, disienten al respecto y consideran que el topónimo del lugar procede del árabe fortaleza’.

En este castillo escribió el infante don Juan Manuel sus cuentos del conde Lucanor y formó el Marquesado de Villena. Alfonso X le concedió a la villa el fuero de Cuenca. Y en las antiguas dependencias de la fortaleza se fundaron los temibles tercios de Alarcón, que combatieron en la batalla de las Navas de Tolosa.

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Castillo medieval de Alarcón./Pelayo2

La torre del homenaje, rodeada de almenas y frisada de matacanes, abraza impávida la panorámica de Alarcón. En torno a ella, el potente alcázar, desprovisto de ventanas, está flanqueado por torreones en las esquinas. Fue construido por los árabes en el siglo VIII y tomado por el rey Alfonso VIII 400 años después.

Bajo la roca y la fortaleza, trepando por barrancas y escarpes, sobresale una aceptable vegetación que sube del Júcar. El viajero llega de esta forma al casco histórico medieval de la localidad manchega, declarado Bien de Interés Cultural.

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Torre de Alarconcillo./AnTeMi

En la plaza Mayor, dedicada a la memoria del infante don Juan Manuel, se ubican la iglesia de San Juan Bautista (siglo XVI), con las pinturas murales de Jesús Mateo, y el Ayuntamiento. Otros dos templos de interés a contemplar son la iglesia de Santa María (siglo XVI) y la de Santo Domingo de Silos (siglo XV)

Merece la pena visitar el hoy parador, cuyo interior alberga una importante colección de pintura con obras de Tàpies, Redondela, Sempere, Amadeo Gabino, Álvaro Delgado, Martínez Novillo o Menchu Gal.

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Fachada del Ayuntamiento de la localidad conquense./Josemanuel

El Centro de Arte de Pinturas Murales, ubicado en la antigua iglesia de San Juan Bautista, fue creado por el joven artista Jesús Mateo, quien concebió unas pinturas con un expresivo lenguaje formal contemporáneo de gran dramatismo y que constituyen una obra de arte que forma ya parte del mejor patrimonio artístico de nuestro tiempo.

Y para finalizar la visita, nada mejor que pasear sobre los puentes de Cañavete, de origen romano, y el de Picazo, también de origen romano pero reconstruido por los árabes en el siglo IX.

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