La excelsa villa madrileña de Aranjuez, famosa por su magnífico Palacio Real, sus jardines, por el trazado cuadricular de sus calles, sus huertas de fresas y espárragos, merece la pena visitarla no solo por estar considerado su paisaje Patrimonio de la Humanidad, sino también por la abundante historia que almacena cada uno de sus rincones.
Considerado uno de los Reales Sitios de la Corona de España desde que el monarca Felipe II así lo nombrara en 1560, aquí tuvo lugar el llamado Motín de Aranjuez, en 1808, y que terminó con la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII.
Ocho años antes se había firmado el Tratado de Aranjuez, por el que España se alió con Napoleón para unir sus fuerzas navales contra los ingleses. Pero el pacto fue aprovechado por el emperador francés para invadir con sus tropas nuestro país tres años después marcando el comienzo de la Guerra de la Independencia.
También aquí se planeó lo que debía ser la primera línea férrea española, Madrid-Aranjuez. Aunque antes de la inauguración de esta línea, en 1851, ya funcionaba la línea Barcelona-Mataró.
Además, el municipio madrileño ha servido de inspiración al compositor valenciano Joaquín Rodrigo para su conocido Concierto de Aranjuez, considerada la composición musical española más escuchada en el mundo.
El antiguo trazado de calles del casco urbano y muchos edificios históricos se mantiene ahora, por lo que se declaró en 1984 Conjunto Histórico Artístico. De entre su hermoso y numeroso patrimonio sobresale, sin duda, la magnificencia del Palacio Real, una de las residencias de la Familia Real Española. Fue erigido por orden de Felipe II. Sus estancias más destacadas son la Sala China o Gabinete de Porcelana y la Sala de los Espejos.
Sus inmensos jardines, construidos para ensalzar la residencia real de la árida y seca meseta del centro de España, son los más importantes del periodo de los Habsburgo. Y es que Aranjuez aparece como una isla frondosa de riqueza natural espontánea, gracias a la abundancia de agua y la fertilidad de los suelos sedentarios del valle que forman los ríos Tajo y Jarama.
A la sombra de los reyes veraneaban muchos aristócratas que a la caída de la tarde llenaban estas riberas de pamelas y vistosos uniformes. En el Jardín del Príncipe perdura la fuente de Narciso, inspirada en la fuente de los Sátiros romana, que cobró fama de aguas medicinales buenas para los nervios.
Otros monumentos a destacar y que merece la atención de cualquier viajero que se precie son la iglesia de San Antonio, la Casa del Labrador, el Ayuntamiento, el convento de San Pascual, el antiguo hospital de San Carlos, la Plaza de Toros, el Palacio de Godoy o la Casa de la Monta por citar algunos.