En plena Sierra del Segura, muy cerca del nacimiento del río Mundo, surge de entre sus sombras la que es conocida como la Suiza manchega. También la cuna del humor surrealista, ya que en Ayna (Albacete) se rodó Amanece que no es poco, una película de culto del cine español. La mayoría de escenas de este film dirigido por José Luis Cuerda se localizan en parajes de este pueblo, donde el viajero podrá esperar con eterna calma un sidecar, que le llueva arroz o que aparezcan personajes de un bancal. Liétor o Molinicos son otras paradas de la ruta de la película.
Ayna es un pintoresco pueblo de modestas dimensiones con un rico pasado detrás. Sus altos picos de alrededor esconden la Cueva del Niño, un yacimiento arqueológico de 60 metros de profundidad con pinturas rupestres fechadas en torno al 15.000 a.C. Los orígenes de la localidad se remontan al Paleolítico Superior con las primeras manifestaciones artísticas de la provincia de Albacete. Con la entrada de los árabes en la Península Ibérica, la localidad albaceteña adquirió el nombre de Ayna, que significa ‘fuentes escondidas’.
En tiempos de la Edad Media, en concreto en el año 1213, el rey Alfonso VIII conquistó Alcaraz y extendió el dominio cristiano de la zona hasta formar el Concejo de Alcaraz; Ayna y su castillo de la Yedra constituirán su frontera. Ya en 1565, Felipe II le otorgó a Ayna el privilegio de villa, independizándola de Alcaraz y tomando los actuales términos de Elche de la Sierra y Molinicos, que se irán segregando a lo largo del siglo XVIII.

Precisamente, el castillo de la Yedra es uno de los principales atractivos de Ayna, una antigua fortaleza islámica construida sobre el conjunto rocoso de la Cueva de los Moros. Próximo al castillo se localizan el Balcón de las Mayas y el Mirador del Diablo, lugares que ofrecen unas vistas privilegiadas del pueblo y de todo el valle.
Al viajero le merecería la pena recorrer las callejuelas del pueblo. En el casco antiguo destaca la curiosa historia de la iglesia de Santa María de lo Alto, que quizá ha sido el templo de España que más tiempo ha tardado en inaugurarse, en 1953, después de que sus obras estuvieran paralizadas durante nada menos que cuatro siglos.
También destaca, en la calle Mayor, la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, que se asemeja a una casa más, y que se distingue de las viviendas colindantes por su arco de medio punto con grandes dovelas. En su interior puede contemplarse una extraordinaria techumbre de madera de estilo mudéjar (siglo XVI); también son importantes las pinturas descubiertas en los muros de los pies del templo y de la nave de la epístola, que representan una procesión penitencial.
También de cariz religioso se puede visitar la ermita del Santo Cristo de las Cabrillas, construcción de menudas dimensiones del siglo XVIII. El viajero que arribe a Ayna durante la primera semana de septiembre se verá sorprendido con las Fiestas de Nuestra Señora de lo Alto, patrona de la localidad, en las que podrá participar de sus espectaculares encierros de reses bravas por lo del paisaje donde se llevan a cabo.

Quien quiera ver todo las pinturas rupestres de la Cueva del Niño puede hacerlo, pero la visita hay que reservarla y con varios días de antelación (personalmente en la Oficina de Turismo de Ayna o si se llama al teléfono 967295316), y se hará siempre en compañía de un guía local. Cinco euros por persona. Merece la pena la visita histórica, sin duda.
Albacete es una provincia que sorprende por su paisaje y por unos cuantos lugares con historia diseminados por su territorio. Ejemplos tenemos unos cuantos; Lezuza es una de las ciudades más antiguas de la Península Ibérica que merece una visita; mientras, en el Cerro de los Santos se encontraron hace siglo y medio unas 500 estatuas de caballeros y damas o sacerdotisas iberas que ahora se diseminan en diferentes museos.

Dónde dormir: Hotel rural Felipe II; Avenida Manuel Carrera, s/n; 02125 Ayna (Albacete); teléfono: 967295083.
Dónde comer: La Toba; Avenida Manuel Carrera, s/n; 02125 Ayna (Albacete); teléfono: 967295335.