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Entre abruptas montañas, peligrosos cursos de agua y valles inaccesibles se esconde Balmaseda, antaño tierra de condenados, un lugar de prófugos de la justicia. La localidad vizcaína, hoy considerada la ciudad del mueble por su industria predominante, tiene un Puente Viejo medieval (siglo XII), unas cuantas casonas nobiliarias y otras pocas casas torre fortificadas que en otros tiempos fueron escenario de contiendas entre banderías.

Se dice en el lugar, una de las villas más antiguas de Vizcaya, que en el siglo XV existió una comunidad judía, pero los villanos se levantaron contra este pueblo por la historia y, en 1483, expulsaron a los judíos y confiscaron sus bienes.

En 1559 hubo una peste que asoló Balmaseda y, para cubrir los gastos, los habitantes vendieron las joyas de la iglesia, algunas de las cuales pertenecieron a la antigua comunidad hebrea expulsada.

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El Puente Medieval destaca de entre los monumentos de Balmaseda./Javierme

De tiempos más pacíficos hay también casas de indianos que regresaban ricos de América y construían mansiones donde refugiar la vejez y alardear ante sus paisanos. Entre las visitas recomendadas se debe mencionar una a las cuevas de Pozalagua, dotadas de estalactitas concéntricas, únicas en Europa.

El casco urbano resulta de gran interés para el viajero. Sus edificios y calles siguen un orden muy bien diseñado. Resulta apetecible visitar la iglesia de San Severino (siglo XV), de interior gótico y fachada barroca. También es digno de ver el Palacio del marqués de Buniel (siglo XVIII), un edificio de planta rectangular que tiene en su interior una biblioteca y un museo.

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Sede del Ayuntamiento de la localidad vizcaína./Javierme

Otro palacio de interés para ser visitado es el de Horcasitas, sede del Ayuntamiento, del que sobresale su hermoso pórtico, o la iglesia de San Juan. El silencio y la tranquilidad que respiran el patrimonio de Balmaseda invita al viajero a disfrutar de un fin de semana de encanto y sosiego.

Enclavada en plena ruta jacobea, Valmaseda albergó un hospital de peregrinos y gozó del privilegio de tener al poeta León Felipe como farmacéutico del pueblo. Hay en la región también monumentos megalíticos como el dólmen de la Cabaña o Carranza o el crómlech de Kanpazaulo o Güeñes, así como cuevas que fueron habitadas en la prehistoria como Venta Laperra, Carranza, Cueva Arenaza o Galdames.

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Las boinas son un producto típico de Balmaseda.

En Balmaseda se vanaglorian de fabricar las mejores boinas de todo el País Vasco. Asimismo, todos los años la localidad entera cambia su oficio cotidiano para convertirse en actor en Semana Santa y escenificar la Pasión de Jesús.

Aquí se celebra todos los años un tradicional Mercado Medieval, de los más populares del País Vasco. Músicos, cómicos, brujas o fakires conviven con los vecinos del pueblo durante unos días.

En tierras de Vizcaya el viajero también tiene la oportunidad de conocer el pasado de otros lugares con historia, como Elorrio, donde se fabricaban las picas de los Tercios de Flandes, o el espectacular castillo de Butrón, que parece sacado de un cuento de hadas.

Dónde dormir en Balmaseda: Hotel San Roque; Campo de las Monjas, 2; 48800 Balmaseda (Vizcaya); teléfono: 946102268.

Dónde comer en Balmaseda: Restaurante Las Piscinas; Calle de la Calzada, 0; Balmaseda (Vizcaya); teléfono: 665737848.


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