Cervantes, Lope de Vega, Quevedo o Góngora fueron viviendo entre menestrales y comediantes en un vecindario de lupanares, tabernas, conventos, muchas huertas, algún noble y varios libreros. En el Barrio de las Letras de Madrid. Era la periferia de la ciudad que moría en el arroyo de Recoletos y el olivar de Atocha. Un distrito barato y arrabalero antes, hoy céntrico, peatonal y de copas y ocio, preñado de memoria literaria, del Siglo de Oro al esperpento, de Lope a Galdós, Valle-Inclán y Lorca.
Ahora, el Barrio de las Letras está más de moda que nunca impulsado por la búsqueda de los huesos de Cervantes en el convento de las Trinitarias. El Barrio de las Letras queda delimitado, hacia el oeste, por la calle de la Cruz y la plaza de Jacinto Benavente; al este por el Paseo del Prado; al norte por la carrera de san Jerónimo; y al sur por la calle de Atocha.
Lope de Vega tuvo la casa más rica y noble del barrio. La leyenda dice que Quevedo fue casero de Góngora y lo puso patas en la calle. Que Galdós buscaba amores de pago en la calle de Las Huertas, territorio en el XVII de monjas y meretrices. También llevaron por allí una vida disipada antes de tomar los hábitos Calderón de la Barca y el promiscuo Lope, y comediantes, autores y empresarios se buscaban en el Mentidero de los representantes.

Asimismo, Valle-Inclán se casó en el barrio y alumbró el esperpento de Luces de bohemia en los espejos deformantes del callejón del Gato. Que Giacomo Casanova se hospedó en una miserable pensión atestada de chinches del barrio que luego recorrerían Echegaray, Baroja o García Lorca. Que el Teatro Español nació hace más de cuatro siglos como el corral de la Pacheca, luego del Príncipe, pero después que el corral de la Cruz. O que por estas calles deambuló el Alatriste de Pérez Reverte en El jubón amarillo.
La estatua de Cervantes ante el Congreso y las de Lorca y Calderón en la plaza de Santa Ana marcan el eje del Barrio de las Letras, antes de los Comediantes, de las Musas, del Parnaso o Literario. Cervantes llegó desde Valladolid en 1606. Ocupó al menos tres casas de alquiler, aunque ninguna sigue en pie. Una placa recuerda la que tomó en la calle a la que da nombre, en su día de los Francos, y en la que murió. Buscó el barrio más barato de la nueva Corte y una esquiva fortuna en teatro.

Lope de Vega aterrizó en el barrio en su triunfal madurez. Compró un noble caserón con patio y huerto, hoy en la calle Cervantes. Vivió sus amores con Marta de Nevares en la casa que hoy recibe más de 60.000 visitas al año y que está declarada Monumento Histórico-Artístico. Lo hizo entre 1610 y 1635. Se sabe que sus restos estuvieron en la iglesia de San Sebastián y que, por impago del mantenimiento de la sepultura fueron removidos a un osario común.
La casa de Góngora, entre las antiguas calles del Niño y de Cantarranas, se alzó en lo que hoy es la esquina de Quevedo con Lope de Vega. Se dice que tal fue el odio de Quevedo hacia el cordobés que don Francisco compró la casa dónde Góngora malvivía arruinado para darse el gusto de desahuciarlo.
En el número 87 de la calle de Atocha se encontraba la imprenta de Juan de la Cuesta, donde se hizo la edición príncipe de la primera parte de El Quijote. Otros inmuebles de interés en el distrito, y que fueron levantados con posterioridad, en el siglo XVIII, son el Palacio del Conde de Tepa, la Real Academia de la Historia, la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, el Teatro Español o el Ateneo.

Desde la Plaza de Santa Ana, famosa por sus terrazas y bares de tapas, discurren en pendiente hasta el Paseo del Prado calles como la de Huertas, cuyos adoquines llevan grabadas citas de grandes escritores en castellano. Una de las citas preferidas de los asiduos al barrio es el Mercado de las Ranas. El primer sábado de cada mes, los comerciantes de la zona sacan sus productos a la calle, adornan sus escaparates y ofrecen promociones especiales, mientras conciertos y teatro callejero animan el ambiente.
Como no podía ser menos, la oferta cultural en el Barrio de las Letras es demoledora. El distrito cuenta con insignes vecinos que arropan sus límites: El Museo del Prado, El Museo Thyssen, el Centro de Arte Reina Sofía y en su interior el Medialab y Caixa Forum.
Toda esta genialidad artística hacen del barrio un espacio singular, que lo posicionan en el llamado eje del Arte, paso obligado al Madrid de los Austrias-Plaza Mayor-Puerta del Sol y muy próximo, además a la zona de Alcalá-Gran Vía y de la Castellana, Colón y Serrano.

Dónde dormir: Hotel Catalonia Plaza Mayor; Calle de Atocha, 36; 28012 Madrid; teléfono: 913694409.
Dónde comer: Restaurante Lamucca de Prado; Calle del Prado, 16; 28014 Madrid; teléfono: 914202349.
Impresionante!! Pintándolo así quien no desea visitarlo? Viajo a la capital la semana que viene y creo que este barrio es uno de mis paradas obligatorias. Grandes e ilustres escritores como veo residieron en Madrid como cuna literaria sobre todo en el siglo de Oro. Es por ello, que creo necesario dedicarle aunque sea una mañana. ¿Crees necesario hacer una visita guiada? Yo no soy un gran conocedor literario, pero no me importaría aprender para poder incrementar mis conocimientos.
Gracias por este post que tanto me ha cautivado.
Saludos!
Hola Juli,
Gracias por tus palabras. Tenemos la suerte de poder disfrutar de un barrio fascinante que todavía conserva reminiscencias de un pasado glorioso a nivel cultural. Y que dure…
Cuando realices la visita, cuéntanos tus experiencias, a ver…
Saludos!