El día 8 de febrero de 1937, el flanco izquierdo de la defensa de Madrid, capital de la España republicana, era arrollado por un avance de las tropas nacionales, que habían penetrado 8 kilómetros en las líneas enemigas y habían llegado hasta la orilla del río Jarama. Daba así comienzo una de las contiendas más emblemáticas de la Guerra Civil española, en la que lucharon varias de las mejores unidades de ambos bandos: la batalla del Jarama, que tuvo sus principales escenarios en las localidades madrileñas de Arganda del Rey y Morata de Tajuña.
El relato de los hechos viene narrado por una colaboradora de lujo. Laura Lara, profesora de Historia Contemporánea en la Universidad a Distancia de Madrid, ha sido Premio Algaba por su reciente trabajo Ignacio y la Compañía, que ha escrito en colaboración con su hermana María Lara, también colaboradora de Lugares con historia. Laura también es autora de otros trabajos conjuntos como Civilización y Cultura en el mundo hispánico
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La Guerra Civil se hace octogenaria; es la abuela de nuestro presente y, como anciana, es fuente de sabiduría. El próximo 18 de julio de 2016 recordaremos el inicio de la contienda, un episodio de nuestra historia que, por la crueldad que conlleva el mismo sustantivo que la define junto al adjetivo que la clasifica, habríamos querido evitar. Todo conflicto es terrorífico, pero más aún si se trata de embates entre hermanos, con la delación, la sospecha y la traición entre vecinos como ingredientes añadidos.
Esta batalla asoló las tierras del Valle del Jarama con el empleo de material bélico desconocido hasta ese momento, dejando 8.000 bajas entre los nacionales y unas 10.000 entre los republicanos, abriendo fuego entre olivos. La contienda militar en tierras madrileñas constituyó el enfrentamiento pionero en campo abierto de tropas de infantería, caballería, escuadrones de cazas y carros de combate.

Como balance, podemos afirmar que las operaciones en torno al Jarama y al Tajuña tenían por objetivo cortar las comunicaciones con Valencia y tomar Alcalá de Henares para pasar luego en una maniobra envolvente a Madrid (después del fracaso de los combates en la Casa de Campo, en la Ciudad Universitaria y en la Carretera de la Coruña) y conseguir la rendición una vez asfixiada la capital.
La del Jarama es considerada una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil pues, una vez cruzado el río, las fuerzas sublevadas (integradas en la llamada División Reforzada de Madrid, al mando de Luis Orgaz Yoldi, quien formaba parte del Alto Mando de toda la operación junto con los también generales José Enrique Varela y Ricardo Rada Peral) se encontraron con el despliegue de cuatro divisiones al mando del general Miaja, con el apoyo de la XI, XII, XIV y XV Brigadas Internacionales que combatieron entre Arganda y Morata de Tajuña.
Regulares, 55 carros de las Unidades Panzer I, además de artillería (obuses de 155 mm), artillería antiaérea, infantería, unidades antitanque y zapadores formaban los efectivos nacionales en el Jarama, debiendo sumar a estos efectivos una Bandera de la Legión formada por voluntarios irlandeses dirigidos por Eon O´Duffy, que lucharon sin éxito en la línea entre Titulcia y Ciempozuelos. Los bombarderos Junkers-52/3m y los cazas Fiat CR.32 «Chirri» pilotados por italianos y españoles integraban la fuerza aérea, donde sí tuvieron el dominio los rebeldes.
Finalizada la batalla del Jarama, ambos ejércitos empezaron a fortificar sus posiciones con trincheras, puestos de tiro, nidos de ametralladora, campamentos, refugios, polvorines y observatorios. Eso es lo que hoy permite la existencia de un ‘turismo de trinchera’, como el que puede contemplarse en el Cerro del Melero, en Arganda, donde el visitante es capaz de imaginar cómo era la vida en el frente.
Desde junio de 1938, el bando republicano trazó un plan específico de fortificación en el territorio comprendido entre Arganda del Rey y Morata de Tajuña. En las instrucciones se insistía en que la solidez de la posición estuviera basada en nidos de hormigón que permitieran a las ametralladoras funcionar mediante flanqueo recíproco. El plan inicial era construir 40 nidos de hormigón, 250 emplazamientos para armas automáticas, 576 puestos de escuadra, en su mayoría blindados, con sus refugios, pero no todos fueron construidos.
Destinada a acoger a una treintena de soldados con un oficial al mando, esta fortificación que, hoy la arqueología nos ayuda a interpretar, posee en su lado izquierdo una línea de trinchera en zigzag de 215 metros de largo, mirando hacia el Hospital del Sureste y, detrás, un ramal de comunicación con otra pequeña trinchera interna. Alrededor había dos asentamientos de ametralladoras en trinchera, un puesto de fusil ametrallador, un pozo de tirador y un observatorio cubierto. También goza de refugio antiaéreo de 32 metros de longitud y dos accesos desde la trinchera, completados con una vía de comunicación, con el objetivo de protegerse de los bombardeos de los aliados del bando sublevado: los aviones alemanes de la Legión Cóndor y de los Fiat italianos.

El recuerdo de la batalla da paso a la visita a dos de sus principales escenarios. Arganda del Rey, a la que se llega tomando un desvío por la N-III tiene sus orígenes en la Prehistoria. Su topónimo deriva de argentum, plata, por las minas de este mineral que hubo en la comarca. Se opuso al reinado de Carlos V tras la muerte de Isabel la Católica y tomó partido por Juana La Loca y los comuneros de Acuña.
Un recorrido por sus calles conduce al viajero a visitar su plaza Mayor, de balconaje corrido, que se convierte durante las fiestas en plaza de toros. Su iglesia (siglo XVI), renacentista, la fuente Nueva (estilo neoclásico) y varias coasonas blasonadas, como por ejemplo la del Rey, pueden completar la visita.
Por su parte, Morata de Tajuña se corresponde con la antigua Licinia romana emplazada en la vía Galiana que unía Toledo con Guadalajara por Titulcia y Alcalá. En tiempos de Felipe II los vecinos de Morata tuvieron que comprar su propia jurisdicción. Durante la Guerra Civil se convirtió en centro de operaciones de las brigadas internacionales y en ella descansan sus caídos.
Para interés del viajero, cabe recomendar la visita al Ayuntamiento (siglo XIX), que muestra una torre con reloj y soportales sostenidos por columnas de piedra y un balcón. La iglesia de la Concepción conserva un pila bautismal, renacentista. En los alrededores hay varias ermitas.
https://youtu.be/n8mZY97lVb4
Dónde dormir: Sercotel AB Arganda; Av. de Madrid, 47; 28500 Arganda del Rey (Madrid); teléfono: 918757500.
Dónde comer: Mesón El Cid Museo Guerra Civil; Calle del Carmen, 36; 28530 Morata de Tajuña (Madrid); teléfono: 918730181.
Se cumplen 80 años de una de las batallas de la Guerra Civil española que más consecuencias tuvo en la llamada ‘defensa de Madrid’ y en la que la confrontación ofreció una de sus caras más terribles. Los compañeros del programa radiofónico El Abrazo del Oso realizan un repaso por todo lo que significó esta contienda para el desarrollo de los acontecimientos.