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Envuelto en una aureola de historia, el conjunto de los edificios de Betancuria emana el sabor épico de la conquista. Fundada en 1404 por Gadifer de la Salle y Jean de Bethencourt, de la que recibe su nombre, la ciudad se convirtió enseguida en residencia de los señores territoriales y de las autoridades civiles y religiosas. La antigua capital de Fuerteventura mantiene el encanto de su interesante historia frente a los piratas. Rodeada de un espectacular entorno volcánico, depara al viajero historia y exuberantes paisajes.

En 1476 se constituyó jurídicamente en Betancuria el señorío territorial sobre la isla. Para gestionar una pequeña población dispersa se acudió al sistema del cabildo, que se trata de un ayuntamiento único para gestionar todos los asuntos de la población de las diseminadas pequeñas aldeas. El primer cabildo se estableció en Betancuria, que administraba el conjunto de la isla.

Su iglesia-catedral de Santa María de Betancuria, edificada originalmente en estilo gótico-normando, sufrió diversos ataques por parte de Xabán Arraez, destruyéndola hasta el punto en que solo conserva el tramo de la torre del campanario y las basas de la columna de la construcción primigenia. En 1620, los habitantes reconstruyeron la actual iglesia de tres naves. Son notables el coro, el baptisterio, el retablo barroco y el artesonado mudéjar.

Mención aparte merecen la ermita de San Diego y la iglesia conventual, en cuyo lateral se pueden aún observar los cimientos del que fue el primer convento franciscano del archipiélago canario, en el que residió San Diego de Alcalá. También merece una visita el Museo Arqueológico y Etnográfico, que reúne excelentes piezas y exhibe colecciones de gran valor histórico, como las de los aborígenes que poblaron la isla.

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Los antiguos habitantes de Betancuria debieron ser los únicos que pudieron dominar al diablo, pues cuenta la leyenda que el trozo de cuerda que se guarda y venera en el interior de la ermita de San Diego servía para amarrar al diablo en el interior de la cuevita que forma parte del conjunto arquitectónico. La romería de la Virgen de la Peña, patrona de la isla, el tercer sábado de septiembre, muestra el arraigo del folclore y las tradiciones insulares.

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Betancuria fue la primera capital de Fuerteventura.

En el lomo que preside el Valle de Santa Inés (XVII-XVIII) existe una iglesita de una sola nave edificada en el solar de aquella que fue incendiada por los piratas en 1593. De gran sencillez, llama la atención la posición de la espadaña, arrinconada en el extremo izquierdo de la fachada.

Lo que no es blanca mampostería en Betancuria es teja árabe y palmeras dispersas. Y la Casa Santa María sirve lo mismo de restaurante que de sala de exposiciones y centro artesanal. Antes de despedirse de Betancuria, hay que acercarse a la quesería granja La Villa, donde se pueden comprar diferentes variedades de queso artesanal majorero para llevarse a casa como el mejor de los souvenirs.

A propósito de Betancuria, aunque extensible a toda Fuerteventura, Miguel de Unamuno habló en alguna de sus obras de la penuria, de la soledad de estas tierras, de la resignación que reinó en ellas. Mucho ha cambiado desde esos tiempos del destierro de Unamuno a Fuerteventura, y lo que entonces fue soledad y lejanía se ha convertido hoy en la tranquilidad que sus visitantes ansían. Reconoció sin embargo don Miguel que únicamente pudo digerir la isla cuando se alejó de ella y es que si el viajero se acerca a Fuerteventura dispuesto a ir más allá de sus playas y hoteles, tendrá oportunidad de viajar hacia el centro de sí mismo, tal es el silencio y la magia de algunos de sus rincones.

Fuerteventura merece un buen viaje para disfrutar de todos sus encantos. La segunda isla más extensa del archipiélago canario reúne atractivos más que sobrados para satisfacer por igual al viajero inquieto y marchoso que quiere conocer mundo y gentes como al que desea sosiego en una isla blanca y luminosa, con inmensas playas de arena en su justo punto. Aparte de eso, Puerto del Rosario, capital de Fuerteventura, es una ciudad comercial y portuaria con un hermoso paseo marítimo, su parque escultórico al aire libre, sus iglesias y sus museos.

El viajero que escoja esta opción, dispone de una amplia y variada oferta de alojamiento, por si le apetece quedarse unos días. Un buen ejemplo son las villas de Fuerteventura de alquiler que tiene a su disposición. Se trata de residencias muy céntricas con vistas al mar, familiares de entre 6 a 8 huéspedes, luminosas o con piscinas privadas que suponen un lujo para el inquilino. Un paraíso en forma de descanso. Una vez instalado debidamente, el viajero puede descubrir los rincones que encierra esta maravillosa isla.

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Los parajes de Betancuria invitan al viajero a conocer toda Fuerteventura./Dirk Vorderstrasse

Al amante de la naturaleza se le presenta, como opción añadida, la visita al Parque Rural de Betancuria, el mayor espacio natural de Fuerteventura. Con un total de 16.544 hectáreas al oeste de la isla, contiene las rocas más antiguas de las Canarias. Se trata de un terreno árido y semidesértico, con una orografía accidentada repleta de barrancos y escarpes montañosos. En su interior sobresale el Monumento Natural de Ajuí, un interesante paisaje formado por depósitos de materiales antiguos, sedimentos marinos y fósiles de animales extintos.

Tuvo buen ojo César Manrique a la hora de diseñar el mirador de Morro Velosa, en la cima del monte Tegú, nueve kilómetros antes de alcanzar el centro de Betancuria, cuya panorámica de aguatinta con su alineación de volcanes quita el hipo.

A tan solo quince minutos de distancia, el viajero puede hacer una visita a Antigua, sin olvidar el municipio de Tuineje a tan solo media hora de viaje hacia el sur. Ya fuera de Fuerteventura, pero sin escapar de las islas Afortunadas, el viajero también cuenta con un abanico de destinos repletos de historia para conocer. Como los volcanes de Lanzarote, o Teror, uno de los centros marianos por excelencia.

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Cómo llegar: El aeropuerto de Fuerteventura, a cinco kilómetros de la capital, Puerto del Rosario, está conectado con varias compañías aéreas. Para moverse por la isla, lo mejor es alquilar un coche.

Dónde dormir: Casa Princess Arminda, 2; calle Juan de Bethencourt; 35637 Betancuria (Fuerteventura); teléfono: 928878979.

Dónde comer: Bodegón Don Carmelo; Calle Alcalde Carmelo Silvera, 4; 35637 Betancuria (Fuerteventura); teléfono: 928878391.


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