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Cambrils, en la limítrofe comarca del Baix Camp ha sabido mantener su tradición pesquera desde tiempos inmemoriales y en la actualidad cuenta con un puerto altamente productivo. La historia de esta actividad marítima se remonta al lejano siglo XIII, cuando una parte de las naves que conquistaron Mallorca bajo el mando de Jaime I el Conquistador zarparon de este punto de la costa catalana.

El pasado de Cambrils viene de lejos, pues alrededor de su zona se encontraron los restos de una de las comunidades neolíticas agrícolas y ganaderas más antiguas de la Península Ibérica, en concreto en el yacimiento arqueológico del Cavet, así como en la partida de Vilafortuny, en el lugar referenciado como Mas del Isidre.

En época ibera, Cambrils estuvo integrado dentro del territorios de los cossetanos. En su término, solo se ha podido encontrar un lugar que haya dado cerámica ibérica con exclusividad, que permite plantear la hipótesis de un pequeño núcleo habitado: el Castillo de Vilafortuny.

La inmensidad y esplendor de la Tarraco romana dio pie a la población y desarrollo urbano de las zonas de alrededor, como la actual Cambrils. Algunos vestigios se han localizado en la partida de la Cap de Sant Pere (restos de edificaciones); la Pujada de Na Ponsa; Tallats; Mas d’en Bosc; Masos y Esquirols (restos de villas romanas); también se han hallado enterramientos en el barrio de la Parellada o miliarios en el recorrido de la Vía Augusta que atraviesa el término municipal de Cambrils.

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El patrimonio arquitectónico de Cambrils convive con sus excelsas playas./ Imagen cedida por Shuttershock

Luego la ocuparon visigodos y árabes, hasta que recobra su importancia en septiembre de 1152, cuando Ramón Berenguer IV hizo entrega de la mitad del término a Ponç de Regomir. En el año 1229 parte de las tropas de Jaime I zarparon del puerto de Cambrils, así como de Salou y de Tarragona, rumbo a la conquista de la isla de Mallorca.

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Durante la Guerra de los Segadores (siglo XVII), Cambrils fue asediada por las tropas reales comandadas por el marqués de Los Vélez. Mientras que en 1710, en la reunión de la Común del Camp, durante la guerra de Sucesión, se declaró partidario del rey archiduque Carles III de Austria. En 1811 la ciudad tarraconense fue ocupada por tropas francesas al mando de Pierre-Joseph Habert.

Ya en el siglo XX, durante la Guerra Civil, Cambrils fue reiteradamente bombardeada por la aviación franquista, lo que propició la construcción de búnkeres en la costa y de refugios antiaéreos subterráneos en el centro y alrededores que hoy en día pueden ser visitados en parte.

La visita a la ermita de Verge del Camí y la subasta de pescado en la Lonja justifican de por sí la visita a Cambrils. Son dos de sus reclamos más destacados, pero no los únicos. Como localidad costera por excelencia, el viajero no debe dejar pasar la oportunidad de pasear por su puerto y paseo marítimo. Hacia poniente y levante se suceden las excelentes playas de Cambrils, como Cap de Sant Pere, Vilafortuny o L’Esquirol.

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Castellers en Cambrils./ Imagen cedida por Shuttershock

De unos años a esta parte su fisonomía ha cambiado como consecuencia de la demanda turística. La localidad ha sabido absorberla y a adaptarla a su tradición marinera. Merece la pena detenerse en el santuario de El Camí, con cripta y una torre de vigía adosada.

Tras un extenuaste paseo por la localidad catalana, llega el merecido descanso. El viajero dispone de una oferta de alojamiento amplia y variada en este municipio y alrededores. Una opción interesante es el alquiler de villas en Cambrils donde poder desconectar del mundanal recorrido efectuado durante la jornada. De esta forma se podrán recobrar fuerzas para la siguiente parada del viaje: Salou.

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Dónde comer: Les Barques; Carrer Consolat de Mar, 64; 43850 Cambrils (Tarragona); teléfono: 977366455.


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