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El avezado lector sabrá que en muchas partes se asusta a los niños mencionándoles al coco, al hombre del saco, al sacamantecas y, en España, al Tío Camuñas. Muy pocos saben que el Tío Camuñas fue un personaje real y de una biografía muy distinta a la que de antemano cabría esperar. Su rastro nos lleva a la localidad toledana que le da nombre, un lugar con historia que merece la pena conocer y visitar.

El tío Camuñas

El nombre de nuestro protagonista era Francisco Sánchez y nació el 11 de septiembre de 1762, en una casa que aún subsiste, en el número 22 de la calle Pozo Nuevo. Se dice que él y su hermano mantenían una lucha sin cuartel contra el ejército invasor napoleónico, hasta que ocurrió un suceso funesto que enrabietó a Francisco, apodado Francisquete. En una de las acciones de la contienda se vieron obligados a refugiarse en su casa. Agotadas las municiones, Francisco logró salvarse pero no así su hermano. Lo colgaron de las aspas de un molino.

Francisco, al enterarse de la noticia, juró venganza, y se dedicó a recorrer las sierras y desfiladeros desde Jaén hasta Madrid realizando una guerra de guerrillas. Su fama de bravo combatiente pronto comenzó a correr por las filas napoleónicas, hasta tal punto de que solo con mencionar su nombre se infundía temor. Fueron los asustadizos franceses quienes en lugar de llamarlo Francisquete popularizaron al expresión ¡Que viene el Tío Camuñas!».

Al final, a Francisco Sánchez lo traicionaron, fue capturado y fusilado en 1811 en las murallas de Belmonte. Moría un héroe local con 49 años y nacía una leyenda que no le haría justicia. En la actualidad se puede ver su busto de bronce en la plaza del Ayuntamiento de la localidad toledana, que homenajea a su héroe de la Guerra de la Independencia.

Los orígenes de la población que se extiende por una amplia mesera son romanos, aunque también hay indicios de que hubo en la zona un asentamiento árabe. Igual que Consuegra, Camuñas formó parte de la Carpetania, ya en su límite con la Celtiberia, integrada con el dominio romano en la Hispania Citerior, en el Convento Jurídico de Cartagena.

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La Orden de San Juan repobló el lugar tras la reconquista cristiana, y por aquellos tiempos, Camuñas solo era una aldea que dependía de Consuegra. Ya en el siglo XVI se le concedió el privilegio de villa. Corrió a cargo de la princesa Juana de Austria, gobernadora de estos reinos en ausencia de su hermano Felipe II, que hubo de entregar Camuñas al tesoro público la cantidad de “un millón cincuenta y nueve mil quinientos maravedís”.

Son varios los lugares de interés que el viajero puede conocer en Camuñas. La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción es de estilo renacentista, aunque tiene una torre mudéjar. La ermita de la Veracruz se encuentra en la avenida Castilla la Mancha, mientras que la torre del Reloj, en la plaza de Ramón y Cajal, da paso al viajero al Molino de la Unión, declarado Bien de Interés Cultural. Su maquinaria fue adquirida en Campo de Criptana. Cerca del río Armaguillo se sitúa el Museo Etnológico de Camuñas.

Por el actual casco urbano de Camuñas pasa la Cañada del soriano (camino de trashumancia de la tierras frías de Soria a las cálidas de Extremadura); a la mitad de la distancia entre Camuñas y Madridejos, puede verse el antiguo y pasajero Camino Real, que va  del centro de la Meseta inferior a Cádiz.

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Dónde dormir: Camuñas Rural; C/ Empedrada 14; 45720 Camuñas (Toledo); teléfono: 647650624.

Dónde comer: Ekus; Calle Goya, 10; 45720 Camuñas (Toledo); teléfono: 627085426.


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