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La actual localidad castellonense de Peñíscola, que estaba en poder de los árabes desde el año 718, pasó mediante pacto a poder del rey Jaime I en 1233. Con posterioridad, y tras diversas y complicadas vicisitudes, pasó por permuta a la Orden del Temple, durante el reinado de Jaime II de Aragón. Fue entonces cuando los templarios levantaron aquí su última gran fortaleza (1294-1307) Un esfuerzo que resultó final y definitivo: con él desaparecieron de la historia y entraron en la leyenda.

El Castillo de Peñíscola y los caballeros templarios

Con los caballeros templarios, en su doble calidad de fortaleza y monasterio, el patio de armas del castillo cumplió su función y también hizo lo propio como claustro. Tras la llegada del Papa Luna en 1411 se transformó en jardín con una hermosa fuente, pero se hizo según sus disposiciones. Siempre abierto al mar Mediterráneo, ese mar que tantas veces navegaron y que, instalados en la fortaleza, ya no volverían a surcar.

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El recuerdo del Papa Luna sigue presente en el acceso a la fortaleza.

Desde el Patio de Armas se accede al magnífico Salón Gótico (destinado a recepciones y audiencias), a la Casa del Agua (donde debió estar la rebotica o santuario del culto a la salud; también al parecer donde se practicó la alquimia), a la Iglesia o Capilla del Castillo (de austeridad cisterciense), a la Sala del Cónclave (donde se celebró el mismo tras la muerte de Benedicto XIII para elegir a su sucesor, Clemente VIII, en 1423), a las dependencias pontificias y a las terrazas superiores.

El zaguán, las caballerizas y el cuerpo de guardia nos traen al presente el gran mundo templario (1119-1314), aquellos dos siglos en los que los caballeros de la Orden del Temple, monjes y soldados, fueron la fuerza militar cristiana mejor organizada y el poder económico más sólido y diversificado del Mediterráneo.

En el año 1411 el Papa Luna, Benedicto XIII, transformó el castillo en sede pontificia. El clérigo aragonés asó en sus dependencias los últimos años de su vida. Dirigió los trabajos y administración del castillo; llevó a cabo sus labores pontificales, emitió bulas, escribió tratados, polemizó con los papas de Roma, defendió sus derechos y redactó los últimos textos de su larga vida: su testamento y en particular El libro de las consolaciones de la vida humana, su mejor obra.

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La lucha por su legitimidad, en medio del Cisma de Occidente, le llevó al aislamiento y a la muerte entre estos muros en el año 1423. En ambos casos, la agreste roca y las imponentes murallas constituyeron el últmo refugio de unos hombre superados por su tiempo.

La fortaleza de Peñíscola está emplazada en la zona más elevada del peñón, y alcanza una altura de 64 metros sobre el nivel del mar. Su perímetro es de unos 230 metros y tiene una altura media de 20 metros. La fábrica de los muros es de piedra labrada y todas las dependencias se cubren con bóvedas de cañón, en ocasiones algo apuntadas. Destaca en todo el conjunto la sobriedad y solidez de su construcción, tanto en las estancias templarias como en las estratégicas e intrincadas dependencias pontificias.

En la basílica del castillo de Peñíscola reposaron durante algún tiempo los restos del pontífice aragonés. Las modificaciones introducidas por el rey Felipe II, así como los bombardeos sufridos en las numerosas guerras y asedios, no alteraron sustancialmente a conformación de la fortaleza, que fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1931.

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La fortaleza templaria se preserva en un gran estado de conservación.

Para más información, el viajero no está de más que sepa que el horario de visitas es el siguiente: en invierno (del 16 de octubre al Domingo de Ramos) es de 10.30 a 17.30 horas, y en verano (del Domingo de Ramos al 15 de octubre) es de 9.30 a 21.30 horas. Precio de entrada: 5 euros.

Una recomendación para el viajero: si pernocta en el Hotel & Spa Peñíscola Plaza Suites, no debe perderse una de las estupendas cenas medievales que organiza. Tematizada en la figura del Papa Luna, los comensales se visten de época, degustan buenos alimentos y disfrutan de actuaciones donde mayores y pequeños se lo pasan en grande. Doy fe de ello.

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Dónde dormir: Hotel & Spa Peñíscola Plaza Suites; Avenida del Papa Luna, 156; 12598 Peníscola (Castellón); teléfono: 964010700.

Dónde comer: Restaurante El Peñón; Calle Santos Mártires, 22; 12598 Peñíscola (Castellón); teléfono: 964480716.


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