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Su excelente cocido maragato (que se come al revés, primero la carne y por último la sopa) ya merece de por sí una visita. Pero no es el único motivo. A medio centenar de kilómetros de la capital leonesa aparece Castrillo de los Polvazares, el pueblo rojo y pintoresco cuya historia de indomables arrieros llama la atención del viajero.

El pasado de Castrillo de los Polvazares viene marcado por la existencia de transportistas de ganado que, desde Galicia a Madrid, llevaban en carromatos de mula cereales, vino, aceite o telas durante el siglo XIX, aunque la tradición se remonta al siglo XIV por la concesión de privilegios reales. La decadencia de esta casta comenzó con la llegada del ferrocarril a Astorga en 1866.

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Castrillo de los Polvazares invita a pasear por sus calles./ Imagen cedida por Shutterstock

El rédito obtenido con este trabajo tuvo su manifestación en el pueblo con la edificación de grandes casonas que se conservan y le han dado un colorido único, todo él cubierto por la sombra de suaves colinas y el monte Teleno, el más alto de toda la zona y sagrado por los romanos.

Las residencias citadas son de piedra, con un gran portalón en arco que comunica con un patio empedrado, alrededor del cual se distribuyen establos y la enorme cocina con chimenea, horno y comedor. Una escalera con barandilla de madera comunica con las habitaciones.

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Todas las casas de Castrillo son de piedra./ Imagen cedida por Shuterstock

Castrillo de los Polvazares es el epicentro de la maragatería. Al respecto, el escritor Mariano F. Urresti, colaborador de Lugares con historia, dice de Castrillo que el pueblo maragato “es en sí mismo un enigma. Sus hábitos de vida, al margen de su propio origen, eran verdaderamente originales, lo mismo que sus fiestas o sus ritos, y aún hoy se celebran bodas maragatas que atraen al turista a estos pagos”.

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La localidad leonesa es la primera parada del Camino De Santiago tras su paso por Astorga en la ruta francesa y de la Plata, por lo que no es raro ver por sus calles el inconfundible símbolo de la concha de los peregrinos.

Le merecerá al viajero caminar por sus calles, pues el entramado urbano de Castrillo de los Polvazares está declarado Conjunto Histórico Artístico. En él la escritora Concha Espina situó en 1913 la acción de La Esfinge Maragata.

El pueblo se conserva prácticamente en su estado original. Todas las casas están construidas en piedra, y las calles no están asfaltadas, sino empedradas. El origen de su topónimo ‘Castillo’, según algunos autores, procedería de la cercanía de dos castros: el Castro de San Martino y el de Teso de la Mesa.

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Pasear por Castrillo de los Polvazares es una delicia./ Imagen cedida por Shutterstock

El trazado urbano de Castrillo de los Polvazares se configura en torno a calle Real, que recorre todo el pueblo; es su principal arteria. En la Plaza Mayor destaca la pequeña iglesia con su campanario y un poco más abajo, la antigua fuente.

En la actualidad, Castrillo es el pueblo con mayor afluencia de turistas de la comarca, que lo visitan ante el reclamo de su arquitectura y rica gastronomía.

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Dónde dormir: Albergue Municipal; Calle Jardín, 5; 24718 Castrillo de los Polvazares (León); teléfono: 655803706.

Dónde comer: Entrepiedras; Calle Real, 29; 24718 Castrillo de los Polvazares (León); teléfono: 696010600.


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