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En las estribaciones septentrionales de la sierra de Gredos se ubica Villaviciosa (Solosancho), una población escondida a sus pies y rodeada de bellos encinares y de cristalinas corrientes de agua que saltan entre las rocas. Allí se refugia la llamada ciudad perdida de los celtas.

Castro de Ulaca: el lugar sagrado de los vetones

Se consideraba el lugar sagrado de los antiguos vetones, la tribu que moraba en aquellas tierras abuleneses tan duras como impresionantes. El castro de Ulaca pudo ser la mayor ciudad celta de Europa. Sus tres kilómetros de murallas, su superficie de 60 hectáreas capaz de albergar a 1.500 personas y sus 250 estructuras así lo atestiguan.

Desde Villaviciosa, una amplia pista de tierra señalizada asciende la sierra de la Paramera y facilita el acceso a los castros de Ulaca y Navasangil. Alcanzar el de Ulaca no resulta sencillo, ya que el viajero deberá ascender 1,3 kilómetros por una senda, dejando la pista tras sus dos primeras curvas. Pero el lugar vale el esfuerzo, y no solo por el castro, sino porque las panorámicas sobre el valle son magníficas.

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El Castro de Ulaca./David Pérez

Una vez arriba merece la pena sentir el silencio que proporciona el paso de la historia, el de unos hombres celtíberos que supieron resguardarse tras las fortificaciones y al arbitrio de los designios de sucesivos cónsules romanos, como Tiberio Sempronio Graco y Junio Décimo Bruto, quienes realizaron campañas que apaciguaron a los pueblos de esta zona de la Celtiberia, hasta que la caída definitiva de los pueblos de la Meseta, tras la toma de Numancia a manos de Escipión, acabó con la resistencia de las ciudades celtíberas.

Castro de Ulaca: Ocupado a finales de la Edad del Hierro

Se conoce el castro de Ulaca desde finales del siglo XIX y se ha logrado mantener bastante intacta la estructura original de tiempos de los vetones, el pueblo que lo habitó. Ulaca fue ocupado a finales de la Edad del Hierro, entre los siglos III y I a.C., y es uno de los castros célticos más grandes de la Península Ibérica, incluso de Europa, ya que, según los investigadores, llegó a tener alrededor de 1.500 habitantes y fue el centro del territorio que hoy se conoce como valle de Amblés.

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Hasta que la romanización hizo que la población fuera asentándose en zonas más bajas, y que la hegemonía de Ulaca languideciera ante el crecimiento de la ciudad vetona de Obila, la capital provincial actual, Ávila.

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El que se considera fue un altar de sacrificios en Ulaca./Manuel de Corselas

El castro se extiende sobre la cumbre amesetada del cerro del Castillo, a 1.500 metros de altitud, adaptándose a irregularidades topográficas del terreno. Fue un castro fortificado, rodeado su perímetro por tres kilómetros de roca natural o de muros defensivos, de un mínimo de dos metros, con torres y puertas.

Por dentro del muro de protección se encontraban talleres de alfarería, canteras, forjas de hierro, lugares de culto y de rituales, edificaciones dedicada al ganado, del que Ulaca dependía, junto a las manufacturas propias y el comercio. También viviendas, 250 encontradas hasta la fecha, repartidas por el castro, algunas excavadas sobre la propia roca y con varias habitaciones.

El altar para sacrificios del Castro de Ulaca

De lo descubierto, dos estructuras llaman la atención. La primera es un supuesto altar de sacrificios. Se trata de una estancia rectangular tallada en la roca asociada a una gran peña, en la que una doble escalera conduce a una plataforma con dos concavidades comunicadas entre sí.

Se desconoce si en él los sacrificios eran de humanos o animales. Precisamente, el extendido culto al verraco, que lleva al viajero desde la salmantina Ciudad Rodrigo hasta los célebres Toros de Guisando abulenses, nos hace pensar que este animal podía ser para ellos la víctima propiciatoria de sus sacrificios.

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Probablemente el castro dispuso de una terma o sauna./Xemenendura

La otra es una estructura rupestre que se supone era una terma. Algunos investigadores han querido ver en ella una edificación destinada a un ritual de iniciación para jóvenes guerreros. En Ulaca hay una construcción semejante a un horno que los especialistas han definido como una sauna, considerando que podría servir como un lugar de purificación.

En 1931, el castro de Ulaca fue declarado Conjunto Histórico-Artístico. En la actualidad es Bien de Interés Cultural. En Solosancho se encuentra un verraco procedente de Ulaca. Otros restos hallados en el yacimiento se exponen en el Museo de Ávila.

De formas similares al altar de los sacrificios de Ulaca es la llamada Silla de Felipe II, que se encuentra cerca del Monasterio de El Escorial madrileño. Se trata de un canchal de granito de origen prerromano vinculado también a la tribu de los vetones.

Otra interpretación no tan científica asevera que desde dicha plataforma el monarca hundía sus posaderas para contemplar desde la distancia las obras de construcción del templo escuarialense.

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Dónde dormir: La Casita de Saúl, Luna Celta y Los Herrenales de Ulaca; Calle de la Iglesia, 118; 05130 Solosancho (Ávila); teléfono: 660186798.

Dónde comer: Bar Almanzor; Calle Nueva, 19; 05130 Solosancho (Ávila); teléfono: 920291018.


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