En pleno corazón de la capital de España, en las entrañas subterráneas de Madrid, se mantiene incólume al paso del tiempo la estación de metro de Chamberí, un apeadero que sirvió como refugio durante los bombardeos de la Guerra Civil y que permanece abandonado desde 1966. Aquel fue el último día en el que un tren surcó los andenes de esta estación hoy fantasma.
La estación de metro fantasma de Madrid
El tiempo parece haberse detenido en la estación de metro de Chamberí, que se clausuró hace 48 años debido a las obras de ampliación de la línea 1. Su estructura en curva y la cercanía con las paradas de Bilbao e Iglesia motivaron que la compañía del Metropolitano de Madrid decidiera cerrar el apeadero cuando se reformaron los andenes de las paradas de la línea 1, que pasaron de los 60 a los 90 metros de longitud.
La estación de Chamberí fue una de las ocho originales que conformaban el recorrido inaugural de dicha línea, inaugurada por el rey Alfonso XIII en octubre de 1919. Desde entonces, se ha convertido en uno de los lugares con más historia de Madrid. Diseñada por Antonio Palacios, permanecen en la actualidad para visita del público los carteles de cerámica y azulejos de la época, los pasillos coloristas y brillantes y los túneles de paso de viajeros luminosos.
El apeadero de metro incorporaba la luz natural mediante un lucernario situado en el vestíbulo. Para decorar el interior, su diseñador eligió un recubrimiento cerámico con juegos ornamentales. La bóveda de la estación va recubierta de azulejo blanco biselado y sus estribos estaban decorados por grandes recuadros de azulejos sevillanos que limitan el contorno de los carteles anunciadores, también de cerámica, en encintado ocre y azul.
Durante el transcurso de la Guerra Civil, la estación de Chamberí sirvió como refugio para las mujeres, ancianos y niños durante los bombardeos aéreos. De hecho, la Junta de Defensa de Madrid tuvo que afrontar problemas relacionados con las condiciones de higiene y salubridad en las que se encontraban los rincones de la red subterránea donde se refugiaron miles de personas durante el asedio a la capital.

Motivo asimismo de alguna que otra leyenda urbana tras estar cerrada a cal y canto durante más de cuarenta años, sí que resulta verídico que la terminal de Chamberí sirvió de escenario de parte de la película Barrio, de Fernando León de Aranoa (1998)
Ahora, la estación de Chamberí es un museo abierto al visitante. Integra el denominado Andén Cero, el centro de interpretación del Metro de Madrid, que acerca su historia y su patrimonio al viajero. La otra sede es la Nave de Motores, situada en la calle Valderrribas, 49. El viajero puede recorrer la estación desde las taquillas hasta el andén. A lo largo del recorrido puede descubrir una estación de 1919 con todos sus elementos originales.

La de Chamberí no es la única sorpresa que depara al viajero el subsuelo madrileño. Ni el propio metro. La estación de Carpetana (línea 6) se ha convertido en una galería que alberga un yacimiento paleontológico de excepcional interés. Allí se hallaron más de 15.000 restos de fósiles de animales que datan de la época prehistórica del Miceno.
Mientras, por las profundidades de una de sus autovías más reconocidas, la M-30, la historia se sucede desde los tiempos más remotos. Bajo ella se han encontrado restos de animales antediluvianos, puntas de sílex, remanentes de villas romanas y trincheras de la Guerra Civil. Es la otra historia menos conocida de la capital española.
Dónde dormir: Tryp Chamberí Hotel; Calle José Abascal, 8, 28003 Madrid; teléfono: 902144440.
Dónde comer: Restaurante Chamberí; Calle del Españoleto, 16; 28010 Madrid; teléfono:
915933338.
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Nos encantó la estación fantasma de Chamberí, lo mejor es al bajar al anden, cuando pasa el metro de largo y la gente del vagón se queda sorprendida al ver la estación. Más de uno estaba esperando ver pasar el tren para hacer una foto.