Sobre la cuenca del río Tajuña se hacina un pueblo peculiar cargado de historia. Se trata de Chinchón, ubicado en la provincia de Madrid, a tan solo 45 kilómetros de la capital. Sus gentes y pasado, bravos y hospitalarios, combatieron con ardor las huestes francesas a principios del siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia.
Los invasores ajusticiaron a muchos de sus moradores, de quienes sobrevivió entre otros Francisco de Goya, que por aquel tiempo era vecino de la localidad.
La historia de Chinchón
Los restos más antiguos de Chinchón hallados en su entorno corresponden al Neolítico, y también conserva restos de un poblado celtíbero al que siguieron los romanos, los visigodos, musulmanes y cristianos.

Se sabe que el lugar estuvo en manos de los romanos (en la antigua Carpetania) y los árabes, según demuestran los restos hallados.
En 1480 los Reyes Católicos concedieron el señorío de la ciudad, declarada Conjunto Histórico Artístico, a los Marqueses de Moya. Casi 300 años después en la historia Felipe V le otorgó el título de ‘Muy Noble y Muy Leal’ gracias a la lealtad que mantuvo hacia la casa de Borbón durante la Guerra de Sucesión.

Punto de reunión de miles de madrileños los fines de semana, Chinchón ha visto proliferar numerosos restaurantes y mesones done se sirven las típicas judías chichoneras, el chorizo asado a las brasas, el cordero y el cochinillo asados, carnes a la parrilla, sopa castellana en invierno y una amplia y variada gastronomía.
Por la Plaza Mayor se llega al Convento de San Agustín, construcción del siglo XVII. Ahora es el Parador Nacional de Turismo. Por su parte, la Ermita de Nuestra Señora del Rosario, de estilo barroco, era la iglesia del antiguo convento.
Por fin se arriba a la Plaza Mayor, de gran interés y de arquitectura popular, típica de la Edad Media. Una gran parte de sus edificios tienen soportales y balcones de madera propios del siglo XV. La plaza hace las veces de teatro, corral de comedias y plaza de toros, con los espectáculos contemplados desde las mismas balconadas.
La Plaza Mayor figura entre las mejores plazas castellanas. La belleza de su arquitectura es fruto de una estética no planificada, de un ‘dejar hacer’ a la imaginación popular, que aprovechó los desniveles del terreno para construir la plaza a diferentes alturas.

Mediante una estrecha calle empedrada, el viajero puede acceder a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo gótico, saqueada en 1808 por las tropas de Napoleón. La Torre del Reloj, que formaba parte de la antigua Iglesia de Nuestra Señora de Gracia, fue restaurada años después de que los franceses destruyeran la iglesia.
El culmen del itinerario se puede fijar en el Castillo de los Condes de Chinchón, de estilo renacentista, arrasado en el XVI por el ataque de los comuneros, reconstruido y destruido de nuevo durante la guerra de Sucesión. También lo ocupó una destilería, donde se fabricaba el conocido anís de la localidad.

La villa, que se extiende por la cumbre y falda de un collado, presenta algunas calles en pendiente donde se alzan bellas casas de arquitectura popular. Chinchón, a diferencia de otras poblaciones, ha sabido mantener sus raíces castellanas sin dar de espalda al progreso.
Hacia el lado contrario de la Plaza Mayor se encuentra la Casa de la Cadena, bella muestra de la arquitectura señorial, donde pernoctó el rey Felipe V durante la Guerra de Sucesión. De patios silenciosos y tranquilos conserva la antigua iglesia de Santa María del Paraíso, hoy ermita de Nuestra Señora del Rosario.
