Jaca es la ‘Perla del Pirineo’, el portal de uno de los ramales del camino francés a Santiago que confluyen en Puente la Reina. Jaca es la ciudad famosa en nuestra historia reciente por la malograda sublevación de los tenientes Galán y García Hernández, ‘mártires de la República’, en 1930. Es Jaca una ciudad moderna, pero también muy consciente de la belleza de lo antiguo. El viajero pasea por la ciudad y encuentra comercios que no han cambiado su fisonomía desde que se fundaron hace 50 años.
Quizá sea aconsejable comenzar el paseo por la Ciudadela, uno de los mejores conjuntos de fortificaciones abaluartadas de la Penínusula Ibérica (siglo XVI), con su severa portada herreriana y su puente de tres arcos, más un segmento levadizo que salva el amplio foso. Llama la atención por su colosal tamaño y poso de lo antiguo.
Desde el punto de vista arquitectónico, la ciudadela consta de un área de combate y de un área de vida. La plaza de armas es amplia, como para contener a la entrada la guarnición en estado de revista, y está rodeada de pabellones con dos plantas. A ella se accede por un camino jurado que cruza el puente levadizo y llega al interior de la fortaleza, donde se halla una estatua de Felipe II.
La escultura preside una plaza redonda rodeada de edificios porticados (que conforman el área de vida) que albergan el mando y la plana mayor del Regimiento de Cazadores de Alta Montaña ‘Galicia’ número 64, que es el más antiguo de la infantería española y heredero del famoso Tercio de Lombardía.
La capilla del conjunto presenta una hermosa portada barroca (siglo XVIII) Cada uno de los cinco baluartes que forman las puntas del pentágono dispone de tres garitas de vigilancia. La Ciudadela de Jaca es, junto a otras fortalezas como el Fuerte de San Cristóbal (Navarra) o el de la Concepción (Salamanca), una de las que conserva más historia de todo el país.
Jaca, mucho más que una Ciudadela
A 16 kilómetros de Biescas sale el desvío al pueblo y al balneario de Panticosa, separados por 10 kilómetros de curvas y pendientes. Panticosa no es solo conocida por el balneario. Desde no hace muchos años, tiene su propia estación de esquí. El telesilla que conduce a las pistas sale del mismo pueblo.
Sus 38 pistas, donde se respira un ambiente familiar, son de dificultad media y baja y están entre las cotas 1.500 y 2.200. Para el viajero que busque acomodo, tiene a su disposición una amplia oferta de alojamientos a buen precio en Panticosa.
El Balneario de Panticosa, cuyos manantiales ya se explotaban durante la época romana, se sitúa a 1.639 metros de altitud. Sus instalaciones, que incluyen tres hoteles, han dado fama a la localidad. Tienen un marcado carácter decimonónico y rodean un lago de transparentes y frías aguas.
Las aguas de Panticosa son oligometálicas, sulfuradas y radiactivas. Surgen de cinco manantiales con una temperatura de unos 30 grados, aunque la fuente de Tiberio emerge con 50 grados. Están especialmente indicadas contra el reuma, el estrés y la obesidad.
Al margen de su importancia terapéutica, Panticosa constituye un punto de partida idóneo para hacer excursiones. Por ejemplo, en la calle principal del Gran Hotel del balneario empieza un camino que, tras una ascensión a pie de tres horas, salvando grandes desniveles, termina en los ibones Azules, a 2.400 metros, tras dejar atrás los lagos de Bachimaña.

Dónde dormir en Jaca: Hotel Mur; Calle Santa Orosia, 1; 22700 Jaca (Huesca); teléfono: 974360100.
Dónde comer en Jaca: El Rincón de la Catedral; Plaza de la Catedral, 4; 22700 Jaca (Huesca); teléfono: 974363518.