La cuna que vio nacer al último emperador que unificó y gobernó Roma en un solo imperio, Teodosio el Grande, bien merece una parada del viajero para degustar, mediante los sentidos, todos sus bellos rincones. Coca, localidad emplazada en la provincia de Segovia, a 80kilómetros de la capital y solo 150 km de Madrid, presume de contar con una arquitectura militar y palaciega de primer orden, unas maltrechas murallas de estilo mudéjar y un no menos espectacular castillo.
Esta antiquísima ciudad fue hace milenios una muy fuerte urbe prerromana y romana que, a partir de su repoblación medieval se convirtió en Cabeza de Comunidad de Villa y Tierra. Estuvo habitada por los vacceos, pueblo de origen celtibérico.
Ya antes, en la Segunda Edad del Hierro, a partir del 500 antes de Cristo, Coca ya se había convertido en una de las ciudades más prósperas del valle del Duero, que logró resurgir de sus cenizas tras los asedios de Roma en los años 151 y 74 a. C. Durante los siglos IV y V, la antigua Cauca tendrá una notable importancia en el contexto de Hispania.
Durante la época visigoda Coca perteneció al arzobispo de Toledo que la cedió al obispo de Palencia. Con la llegada de los árabes pasó a depender de Toledo, una de las cinco provincias en que estaba dividida Hospania.
Conquistada por Almanzor y luego por Alfonso VI, Coca tuvo como ilustre vecino a Napoléon Bonaparte, quien, al mando de sus tropas ocupó el castillo en 1808. Saquearon el pueblo y dejaron la fortaleza en ruinas.
Una vez que se arriba a este encantador rincón castellano leonés, llama la atención de todo aquel que lo visita, sin duda, la majestuosidad y el perfecto estado de conservación de su castillo, un imponente ejemplo de la arquitectura militar mudéjar.
Edificado en tiempos de Enrique IV, la fortaleza, declarada Bien de Interés Cultural, consta de dos recintos cuadrados con torres poligonales en sus esquinas. Incluye en su recinto, asimismo, la espectacular torre del Homenaje y la llamada torre de Pedro Mata, poligonal y de considerables proporciones.
Construido por Alfonso Fonseca, arzobispo de Sevilla y señor de Coca, presenta fábrica de ladrillo flanqueada en sus cuatro ángulos por torres ochavadas en cuyas caras sobresale un garitón poligonal. Al castillo, rodeado por un profundo foso y cubos semicirculares, se entra por una puerta en la muralla del este.
Sin embargo, la arquitectura religiosa de Coca, otrora muy rica en edificios románicos y mudéjares, no ha podido conservar en la actualidad como quisiera todo su imponente legado del pasado. Son la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, de estilo gótico (siglo XVI), y la señorial torre mudéjar de San Nicolás, declarado Monumento Nacional, sus dos ejemplos más destacados.
La primera, fundada por el arzobispo de Sevilla, don Alonso Fonseca, sus restos reposan en la capilla mayor dentro de una urna decorada con las estatua del azobispo y dos ángeles que sostienen el escudo de los Fonseca. Además, se conservan otros tres sepulcros de miembros de esta ilustre familia benefactora de Coca.
Sin más dilación, os recomiendo visitar Coca. Se debe apuntar como destino obligado si el viajero es amante de la historia. Y buscar algo de tiempo para obtener más información sobre la localidad segoviana. Cerca de Cóca emerge Cuéllar, cuna de Diego Velázquez de Cuéllar, un conquistador español que se convirtió en el primer gobernador de Cuba,
Como muestra tenéis aquí un vídeo que resume parte del encanto del que presume, y con razón, Coca. De obligada visita por su historia y su patrimonio, cuanto menos.