Esta pedanía de Calamocha, en la provincia de Teruel, camina hacia la despoblación. Si nadie lo remedia. Quizá la solución pase por hallar los restos de la gran contienda bélica que tuvo lugar en este escenario en julio del año 1120. Por aquel entonces, un ejército almorávide compuesto por 15.000 hombres batalló en Cutanda contra las huestes de rey Alfonso I el Batallador con la intención de recuperar Zaragoza, que había sido incorporada recientemente al reino de Aragón.
Por el momento se han hallado 4.200 piezas entre restos de cerámica, huesos y otro tipo de fragmentos correspondientes a la época medieval en su mayoría. Ahora solo falta concretar con exactitud el campo de batalla.
Para dar con el lugar exacto del enfrentamiento entre cristianos y moros sería ideal localizar las fosas en las que, según las fuentes históricas, fueron enterrados los 15.000 muertos en combate. O bien también encontrar huesos de camello, ya que los cronistas medievales relatan que el ejército almorávide empleó a 2.000 de estos animales para labores de acarreo o combate.

El choque de 1120 resultó trascendente para la configuración del reino de Aragón al precipitar la conquista de los valles del Jiloca y el Jalón. Se trata de un acontecimiento de la categoría histórica de Las Navas de Tolosa pero que ha sido olvidado por los libros. Para vencer a sus enemigos, Alfonso I contó con la inestimable ayuda de Guillermo IX el Trovador, duque de Aquitania. Como consecuencia de la batalla, el rey aragonés se apoderó de las fortalezas de Calatayud y Daroca.
El desastre militar acabó con las esperanzas de recuperar Zaragoza para el Islam. Las fuentes musulmanas no dejan de reconocer la decisiva derrota y las numerosas bajas que hubo en la batalla. La contienda pasó a formar parte del acervo popular mediante la expresión «peor fue que la de Cutanda» o «peor fue la de Cutanda» con el sentido de minimizar desgracias.
La búsqueda del emplazamiento de la batalla forma parte de los actos preparatorios del 900 aniversario del acontecimiento. Los vecinos del lugar se han implicado a fondo y desde el verano pasado se han puesto manos a la obra para encontrar restos de la contienda. La gran cantidad de restos ha retrasado la prospección, que se ha limitado a 35 hectáreas.

Situada a 83 kilómetros de Teruel, Cutanda apenas llega al centenar de habitantes. En el lugar no hay muchas cosas que ver, pero aun así merece la pena visitar el pueblo. Quizá por la historia que conserva, el viajero podrá acercarse hasta un otero próximo a Cutanda para contemplar las ruinas de su castillo, que se reducen a un muro de 12 metros de longitud y dos de espesor recubierto de sillería.
La fortaleza es conocida por la victoria de Alfonso I, fue atacada por los castellanos en 1445, y todavía estaba en servicio en 1839, aunque no la asaltaron los carlistas, pero se derruyó después de la segunda guerra carlista.
Cutanda es un pequeño apunte sobre la historia de la provincia de Teruel. La región cuenta con comarcas de pasado relevante, como el Matarraña, lugares de indudable belleza como Albarracín, o Alcañiz, uno de los centros de operaciones de la Orden de Calatrava durante la Edad Media. Los pasos del viajero también le pueden llevar a Mirambel o Poyo del Cid. Hay mucho donde elegir. Teruel claro que existe, y su historia no pasa inadvertida.

Dónde dormir: Hotel Lázaro; Carretera Sagunto-Burgos, km 192; 44200 Calamocha (Teruel); teléfono: 978732070.
Dónde comer: Restaurante Carlos Arguiñano; Calle Teruel, 5; 44200 Calamocha (Teruel); teléfono: 978730203.