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Pueblos que dicen estar encantados, terribles crímenes que han dado lugar a leyendas, sucesos paranormales o brujas y aquelarres son solo algunos de los misteriosos componentes de la ruta de terror con historia que hoy inicia el viajero con motivo de la resaca de Halloween y la celebración del Día de Difuntos.

La literatura también ha tomado nota de noche de tinieblas; le sirvió a uno de los grandes escritores del Romanticismo para escribir una de sus más famosas leyendas. Con El Monte de las Ánimas, Gustavo Adolfo Bécquer descubre un lugar que realmente existe en Soria donde las almas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales.

Viajes de terror

Bajo una aureola tenebrosa, la narración del escritor sevillano relata una historia de templarios y espíritus malévolos que se dejan ver cada noche de difuntos y que envuelven de sangre y misterio las muertes de los jóvenes Alonso y Beatriz, dos de los protagonistas. El Monte de las Ánimas está situado a las afueras de Soria y a orillas del río Duero y en realidad quienes allí deambulan son los corzos y jabalíes. Aunque el sitio estremece bajo la pluma de Bécquer, envuelto por la niebla y las espadas de los caballeros templarios.

En esta lúgubre zona emergen las ruinas del claustro de San Juan de Duero, los arcos de San Juan de Duero, como lo llaman. Aquí levantaron los caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén un monasterio en el siglo XII. Sus parajes inspiraron la leyenda de Bécquer. Es un claustro muy evocador, con un verde césped que contrasta con la piedra y con el cielo azul donde en su día hubo una techumbre.

Rememorar pueblos malditos, con un halo de misterio y tragedia, es hacerlo de Belchite. El viejo Belchite, totalmente destruido durante la Guerra Civil en agosto de 1937, en un museo de las consecuencias de la guerra. Las ruinas, unas cuantas calles solitarias, una plaza o el esqueleto de la iglesia mudéjar de San Martín, se han degradado bastante, pero todavía son evocadoras de una memoria sobrecogedora que atrae la atención del viajero. Otros restos visitables son las ruinas de la Torre del Reloj (antigua Iglesia de San Juan), del siglo XVI, las del Convento de San Rafael o las del Convento de San Agustín.

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También tenebrosa emerge la silueta de la menuda población de La Mussara. Hoy es solo una villa en ruinas situada en el término municipal tarraconense de Vilaplana, pero desde la más remota antigüedad, la Mussara tiene fama de ser un lugar siniestro. La tradición asegura que el pueblo fue abandonado el pasado siglo por culpa de una epidemia de filoxera y la escasez de agua. La niebla es un elemento sugestivo que no falta nunca aquí, y que da un tono fantasmagórico a los ocho ruinosos edificios que se conservan en la sierra a más de 1.000 metros.

Durante años ha corrido el rumor entre los vecinos que La Mussara es una especie de puerta dimensional, un acceso a otros mundos paralelos. Se dice que un ingeniero alemán que trabajaba en la central nuclear de la Vall d’Uixó desapareció en 1995 durante tres horas mientras caminaba por el entorno de la Mussara.

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La Torre de San Miguel de Ochate./Mario Modesto

El viajero tiene otro pueblo maldito que visitar, si llegado a este punto le sigue apeteciendo proseguir la ruta del misterio. En el condado burgalés de Treviño permanece abandonada la pequeña aldea de Ochate, que se convirtió en un lugar de peregrinación para los aficionados a los fenómenos paranormales en los años ochenta del pasado siglo. Con más de mil años de historia, el pueblo ha sido deshabitado en varias ocasiones por la escasez de tierras de cultivo y las epidemias de cólera y tifus que mermaron la población.

Su vinculación con los fenómenos paranormales nació en 1982, cuando una revista de divulgación dedicada a estos temas publicó un reportaje que asociaba el trágico pasado de Ochate con la aparición de varios sucesos inexplicables, como desapariciones, psicofonías o combustiones espontáneas. Todo ello se unió a un supuesto avistamiento de un ovni.

Pero quizás el fenómeno paranormal de mayor enjundia en la historia de España dirige al viajero a la localidad jienense de Bélmez de la Moraleda. Aquí, en el suelo de la cocina de una vivienda sita en la calle Rodríguez Acosta, 5, María Gómez aseguró haber descubierto una cara misteriosa. No sería la única. Tras la aparición de la primera cara, la familia de la mujer decidió picar el suelo para que la mancha desapareciera, pero a los pocos días un nuevo rostro surgió como de la nada, una vez más, en el suelo de la cocina. Esta vez, el diario Pueblo se hizo eco de la noticia, convirtiendo a la propia María y su vivienda en un punto de referencia de parapsicólogos e investigadores del misterio.

Un terrible crimen ocurrido en Gádor (provincia de Almería) se asocia a la aparición de la leyenda popular del hombre del saco. El 28 de junio de 1910, el curandero del pueblo, Francisco Leona, secuestró, con la ayuda de Julio Hernández, a Bernardo González Parra, un niño de siete años. El encargo lo recibieron de Agustina Rodríguez, madre de Julio y curandera.

Aprisionado en un saco, el joven fue transportado hasta el cortijo propiedad de Francisco Ortega, alias el Moruno, un agricultor adinerado y enfermo de tuberculosis que había accedido al secuestro para recobrar la salud. El curandero clavó una navaja en el corazón de la víctima y recogió su sangre en un vaso. Después, le extrajo las mantecas para hacer cataplasmas.

Sin embargo, como el Moruno no pagó la cantidad apalabrada, Francisco Leona acudió al juzgado para denunciar haberse topado con el cadáver en el monte. Detenido como sospechoso, no tardó en confesar e incriminar a sus compinches. El 10 de septiembre de 1913, el Moruno y Agustina fueron ejecutados a garrote vil. Antes, había muerto Francisco de gastroenteritis en la cárcel. Julio pasó sus últimos días entre cárceles y asilos psiquiátricos.

Y atención a la aparición de la luna llena. Si el viajero deambula por el municipio ourensano de Allariz estará al tanto que la bella localidad, declarada Monumento Histórico Artístico, acogió los crímenes cometidos en el siglo XIX por el que está considerado como el único caso de licantropía clínica (enfermedad mental) de la historia de España: la de Manuel Blanco Romasanta, uno de los mayores asesinos en serie de nuestro pasado.

Al llamado hombre lobo de Allariz se le atribuye la comisión de entre 9 y 13 asesinatos de mujeres y niños, cometidos de manera brutal después de sacar las grasas a sus víctimas para venderlas junto a sus pertenencias. Considerado un asesino en serie, Romasanta alegó en su defensa que fue víctima de un maleficio que lo volvía lobo y le obligaba a cometer los crímenes.

Propias también de Halloween son las brujas. En nuestro país contamos con varios ejemplos de pueblos y lugares relacionados con estas mujeres cuya leyenda les vincula con sus vuelos en escoba y los hechizos. Zugarramurdi es el ejemplo más popular, un pueblo navarro cerca de la frontera francesa en cuya cueva llamada de los Brujos se reunían para celebrar sus ritos.

En 1610 la Inquisición procesó a una serie de personas acusadas de celebrar allí aquelarres. El resultado fue la condena a la hoguera de cuatro mujeres y dos hombres y de otras cinco personas en efigie por haber muerto con anterioridad. El proceso de Zugarramurdi implicó a 29 vecinos que confesaron delitos de canibalismo, haber provocado granizos sobre las cosechas, plagas y de aquelarres u orgías sexuales con el demonio, pero un teólogo enviado desde Madrid demostró que todo era falso.

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Dónde dormir: AC Hotel Villa de Alariz; Paseo Do Arnado, s/n; 32660 Allariz (Ourense); teléfono:
988554040.

Dónde comer: Casablanca Restaurante; Carretera Ubeda Iznalloz, 0 s/n; Bélmez de la Moraleda (Jaén); teléfono: 953394400.


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