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Barcelona se convirtió en una de las ciudades que más padeció en sus calles los efectos de la terrible Guerra Civil española. La Ciudad Condal llegó a albergar más de 1.400 refugios antiaéreos construidos para que la población se cobijara de los bombardeos fascistas italianos.

Uno de los más destacados fue el búnker que el consulado de la Unión Soviética (país que apoyaba al Gobierno legítimo de la República) realizó en los sótanos del actual edificio que alberga la sede de Mutua Universal, en la avenida Tibidabo, en concreto en el número 17 (distrito de Sarriá-San Gervasio)

Durante el conflicto, el edificio que era la antigua casa del Doctor Salvador Andreu i Grau (el inventor de las conocidas pastillas que llevan su nombre) pasó a estar ocupado por la embajada soviética debido a que Madrid era un frente de guerra. Antes de la confiscación del inmueble, el consulado soviético se ubicaba en una habitación del hotel Majestic, en el paseo de Gracia.

Las obras de construcción del búnker fueron encargadas en 1926 al arquitecto Enric Sagnier, quien levantó más de 300 edificios solo en Barcelona. El edificio constaba de tres plantas, 800 metros cuadrados, caballerizas y dependencias para la servidumbre.

La delegación soviética en Barcelona estaba capitaneada por Vladímir Antónov Ovseenko, uno de los héroes de la Revolución de Octubre de 1917. Stalin le había perdonado haber sido el hombre de confianza de su odiado Trotski.

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El búnker soviético de la avenida Tibidabo./ refugiosantiaereosdebarcelona

Pero Stalin había encomendado a Ovseenko otra misión más oscura, la de neutralizar las fuerzas políticas que suponían un obstáculo al dominio soviético, como los anarquistas y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM)

El refugio, de poco más de 50 metros cuadrados, estaba dotado de instalación eléctrica propia y disponía de una puerta de hierro colado de más de 40 centímetros que solo podía abrirse y cerrarse desde dentro, así como otra salida de emergencia que le conectaba con el exterior.

Tiene asimismo un largo pasillo a los lados del cual se abren cuatro habitaciones, un servicio y una pequeña habitación donde todavía se pueden ver conmutadores, instalaciones eléctricas y un generador de gasolina, así como el sistema de ventilación.

Todavía se conserva la placa original del consulado soviético, que podía ser visitado por el público dentro de una ruta guiada hasta hace poco. Ahora solo se permite el paso a investigadores.

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El refugio del consulado estaba dotado de electricidad y puertas blindadas.

En noviembre de 1937 el consulado alcanzaría grado de embajada, al trasladarse el Gobierno republicano de Valencia a Barcelona. Al acabar la Guerra Civil los Andreu encontraron la casa tal y como la habían dejado casi tres años atrás. Resulta curioso que, en 1974 varios ministros del Gobierno franquista de Arias Navarro cenaran allí, con el búnker soviético bajo sus pies.

La avenida Tibiado, que fue trazada a principios del siglo XX para la alta burguesía, acoge en la actualidad clínicas privadas, colegios o sedes de compañías de seguros. También para la burguesía, pero en este caso madrileña, se levantaron los palacios de la Castellana, en la capital, entre los siglos XVIII y XIX.

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Dónde dormir: Exe Mitre; Carrer de Bertran, 9-15; 08023 Barcelona; teléfono: 932121104.

Dónde comer: El Asador de Aranda; Av. del Tibidabo, 31; 08022 Barcelona; teléfono: 934170115.


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