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En los bajos de la Casa Martí (1896, obra neogótica de Josep Puig i Cadafalch), calle de Montesión, no lejos de la plaza de Cataluña de Barcelona, el viajero encontrará la histórica cafetería-cervecería-restaurante Els Quatre Gats (Los Cuatro Gatos), que se puso de moda entre los intelectuales y artistas vinculados al art nouveau francés y después al vanguardismo que igualmente llegaba de París. Algo similar a lo que en Madrid tenía lugar en los cafés de tertulia.

Bohemios y no tan bohemios que pronto serían famosos fueron clientes asiduos e incluso algunos colaboraron en su decoración (Picasso, Ramón Casas, Nonell, Antoni Gaudí, Miguel Utrillo, Santiago Rusiñol, Granados, Carles Casagemas…) Durante los seis años en que se mantuvo activo, hasta 1903, se convirtió en uno de los lugares de referencia del modernismo catalán. Tertulias, cenas, exposiciones de arte, espectáculos de sombras chinescas o veladas literarias se sucedían noche tras noche. Fue reinaugurado con el mismo nombre en la década de 1970.

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Entrada del emblemático Quatre Gats./Maria Rosa Ferré

Uno de sus primeros visitantes ilustres fue Rubén Darío, que calificó al lugar de «insólito, algo más que un remedo del chat noir, sino no se habría convertido en un lugar legendario». Era un sitio diferente que no solo ofrecía comida. Todo el que pasaba por Barcelona visitaba el local.

Pere Romeu, dueño de la cafetería de Els Quatre Gats, se sentaba con sus clientes y presidía tertulias en las que «se arreglaba el mundo». También, entre otras actividades, se hacían espectáculos de sombras chinas y de marionetas y para anunciarlos Ramón Casas pintaba carteles siguiendo la moda de la época.

Con apenas 17 años de edad, Picasso comenzó a frecuentar el local y realizó su primera exposición en la sala grande. Por Els Quatre Gats también pasaron músicos como Isaac Albéniz y sus amigos Enric Granados y Lluís Millet. Aquellos primeros años, los más luminosos y expresivos, han quedado retenidos en las mesas y ahora están colgados en las paredes. En una época en la que brotaba el sentimiento artístico de la Barcelona de los primeros años de siglo XX, el local fue su centro neurálgico.

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Hasta 15 números se editaron de la revista de Els Quatre Gats.

Durante 1899 se publicaron hasta 15 números de una revista propia, de mismo nombre que el local. Pero el emblemático establecimiento comenzó a acumular deudas porque muchos no pagaban, por lo que Romeu se vio obligado a cerrar sus puertas en junio de 1903, lo que sorprendió a todos los barceloneses. Cinco años más tarde, quien fue su dueño moría pobre de tuberculosis.

Años después, el local se convirtió en la sede de la casa del círculo artístico de Sant Lluc, hasta 1936, cuando la Guerra Civil lo cambió todo. Aunque a finales de la década de los 70, tres empresarios se asociaron para que Els Quatre Gats volviera a abrir sus puertas, con nuevas propuestas para el ambiente cultural barcelonés. El local actual conserva bastantes elementos de aquella época, aparte del comedor y la íntima galería alta. Cocina tradicional catalana. A diario se almuerza por un módico precio. Por la noche hay pianista.

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Una vez conocido Els Quatre Gats, el viajero puede seguir su ruta a pie para conocer los entresijos y lugares con historia de la Ciudad Condal. Las opciones son abundantes y variadas: desde Barcino, los restos de la antigua ciudad romana de Barcelona, hasta la Sagrada Familia o el Barrio del Raval. Por poner unos ejemplos.

Dónde dormir: Hotel Colón; Avenida de la Catedral, 7; 08002 Barcelona; teléfono: 933011404.

Dónde comer: Restaurante Rosa Negra; Via Laietana, 46; 08003 Barcelona; teléfono: 933101798.


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