En una de las tapias del cementerio de la localidad extremeña de Casar de Cáceres se encontraba una losa funeraria con una inscripción intraducible y con la efigie de un ser con botas que parecen de astronauta.
Con más de 2.000 años de antigüedad, la figura en relieve de la estela del Casar es una representación antropomorfa en granito gris de un ser de cabeza ovalada, desproporcionada o que lleva puesto un casco, de ojos achinados y que mantiene una desconcertante sonrisa. Ahora permanece en el Museo Arqueológico Provincial de Cáceres esperando una respuesta sobre su significado.
La estela del Casar de Cáceres es un sillar de granito que mide 1’12 centímetros x 48 cm x 17 cm en la que está tallada, en bajorrelieve, una figura humana, frontal excepto los pies que aparecen de perfil, de cara sonriente y un tanto desigual. Una representación antropomorfa (humana) muy básica.
La característica singular de la estela es que la inscripción, las letras de la piedra, se ponen en el cuerpo y las piernas de esta figura. Lo que es evidente es que el ‘astronauta’ del Casar de Cáceres guarda evidentes particularidades que no encajan con lo establecido por el estudio de otras piezas arqueológicas de su misma familia.
Para arqueólogos e investigadores diversos, la figura antropomorfa del Casar continúa siendo un reto que se escapa de su conocimiento. Está considerada como una pieza extraña, enigmática, misteriosa, desconcertante. Algunos de estos expertos difieren en considerarla obra de romanos o celtíberos, como apoyaban otros colegas.

Las estelas funerarias de esas culturas intentaban reflejar a sus retratados lo más fielmente posible. Además, no eran representaciones de cuerpo entero. Ni ofrecían figuras dotadas con abultados cráneos de enigmáticas sonrisas y con ojos orientales. Y, lo que resulta más evidente, sus personajes nunca llevaron enfundadas aquellas gruesas botas. Pero resultaba más determinante, si cabe, que las estelas conocidas hasta ese momento no poseyeran, ninguna, inscripciones del calibre de la leyenda indescifrable hallada en el cuerpo del ‘astronauta’ del Casar.
Algunos piensan que su datación podría fecharse en el siglo II antes de Cristo, mientras que para otros estaría situada en la segunda mitad del siglo I de nuestra era.
¿Figura de guerrero?
Una de las expresiones más singulares y con mayor repercusión bibliográfica internacional han sido, sin duda, las estelas de guerrero del oeste peninsular, de la que quizá podría formar parte la del Casar. Han sido tantas y tan variadas las interpretaciones que se han hecho de estos monumentos, que han sido denominados de diferente manera según el periodo de investigación en el que nos encontremos.
Mientras que en un principio fueron clasificadas como ‘estelas célticas’, por cuanto se pensaban que eran una representación de los guerreros procedentes de las invasiones de los pueblos de la Europa continental, pronto pasaron a denominarse ‘estelas extremeñas’, por haberse hallado los primeros ejemplares en esta zona geográfica.
Los expertos solo se ponen de acuerdo en identificar la palabra ILVCIA (ILUCIA) que aparece en la tercera línea, que podría tener relación con alguna divinidad pagana. Para otros, podría proceder de la voz lux-lucis (luz). Eso sí, todos los epigrafistas apuntan a que las letras son caracteres romanos pero redactados en lengua indoeuropea, es decir en la lengua que seguían utilizando los pueblos autóctonos de la zona (lusitanos y/o vetones) a pesar de haberse generalizado el alfabeto latino, hecho que era común en las zonas más aisladas de los importantes núcleos de romanización.
Antes de su llegada al Museo Arqueológico cacereño, este sillar de granito estuvo mucho tiempo en la pared del cementerio de Casar de Cáceres. Nadie sabe donde se encontró, pero estaba allí como un elemento más del camposanto. ¿Fue colocado el sillar con la figura hacia afuera, o quizá fue intencionadamente puesto así para ser apreciado por su singularidad?

Extrañas inscripciones
Conocemos de su existencia en los años setenta del pasado siglo, a través de Ricardo Hurtado de San Antonio, en su obra Corpus Provincial de Inscripciones Latinas, publicado por la Diputación de Cáceres en 1976. Este profesor de epigrafía destacó el perfecto estado de conservación que, milagrosamente, ofrecía la estela, intacta, a pesar de haber estado expuesta, desde siempre, a los agentes meteorológicos.
La definió como “una estela antropomórfica de granito gris que representa, simétricamente enmarcada, una extraña figura humana, desnuda, frontal, de cabeza abombada, ojos orientales sonrientes, largo cuello, hombros levantados, brazos pegados al cuerpo, piernas desproporcionadas y musculosas, y pies calzados con unas gruesas botas. La figura es frontal, excepto las piernas y pies que están de perfil”.
La Estela del Casar es uno de los 18 hitos arqueológicos con demasiados misterios por desentrañar que vienen recogidos en mi libro Lugares Mágicos de España: Los mayores enigmas de la arqueología peninsular. Editado por la editorial Guante Blanco, trato de resolver las dudas en torno a monumentos como los Toros de Guisando, los talayots de Menorca o Cancho Roano.

Dónde dormir: Casa Batalla; Calle Santiago, 3; 10190 Casar de Cáceres (Cáceres); teléfono: 664150100.
-La Encarnación; CC 75; 10190 Casar de Cáceres (Cáceres); teléfono: 630071070.
Dónde comer: Casa Claudio; Paseo Extremadura, 21; 10190 Casar de Cáceres (Cáceres); teléfono: 650561967.
-Rincón de Antaño; Paseo Extremadura, 17; 10190 Casar de Cáceres (Cáceres); teléfono: 927290253.