Colecciones atestadas de fósiles, minerales raros, insectos, extraños animales disecados, artefactos quirúrgicos, especímenes inclasificables, obras de arte, esqueletos o piezas arqueológicas procedentes de todas las partes del mundo,… todo eso y más formaban parte de los gabinetes de curiosidades, aquellos cuartos de las maravillas que adquirieron popularidad en los siglos XVI y XVII. Un antecedente de los museos de historia y sobre todo de ciencias actuales que en España también tuvieron su hueco. A modo de ejemplo: el Museo Nacional de Ciencias Naturales, el Museo Martorell, la Colección Paleontológica Rodrigo Botet y el Museo de Ciencias Naturales de Valencia o el Museo Geominero.
Organizados en cuatro grandes categorías, Naturalia (criaturas y objetos naturales), Exótica (plantas y animales exóticos), Scientifica (Instrumentos científicos) y Artificialia (Antigüedades, obras de arte y otros objetos creados por la mano del hombre), los gabinetes de curiosidades se conformaron con los fondos que exploradores, naturalistas y científicos traían de sus viajes por todo el planeta. Despertaron el asombro y la admiración de quienes los visitaban. Nobles y eruditos comenzaron a coleccionar las curiosidades que los exploradores obtenían de sus excursiones.
Muchas de las colecciones que se exponían estaban compuestas de elementos de lo más extravagante: huesos de tiburones, cuernos de unicornios, sangre de dragón, aletas de sirenas,… El interés por lo estético derivó en un interés verdaderamente científico. España tiene una serie de museos con colecciones geológicas importantes que tuvieron su origen en dichos gabinetes de curiosidades. Hasta el siglo XIX no se constituyeron como museos públicos, es decir, instituciones permanentes, no lucrativas y abiertas al público que adquieren, conservan, investigan, comunican y exhiben las colecciones que los estados han ido acumulando a lo largo del tiempo.
El gabinete de curiosidad ordenado por Felipe V
Uno de los gabinetes pioneros en España fue el que ordenó crear Felipe V en la Biblioteca Nacional en 1712. Su intención era «juntar en la misma Librería las cosas singulares, raras y extraordinarias que se hallan en las Indias y partes remotas, bien sean piedras, minerales, animales o partes de animales, plantas, frutas y de cualquier otro género que no sea muy común”.
El Museo Nacional de Ciencias Naturales, que depende del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tiene su origen en la Real Casa de la Geografía y Gabinete de Historia Natural, creada en 1752 por Fernando VI a instancias del marino Antonio de Ulloa. Pero fue Carlos III quien dio carta de naturaleza al Real Gabinete de Historia Natural con la la adquisición de la colección de Pedro Franco Dávila (minerales, rocas y fósiles) Se abrió al público en 1776 (c/ Alcalá, 13, Madrid) Fue una de las primeras exposiciones públicas de historia natural no sólo en España sino también en el mundo.

En 1815, junto con el Estudio de Mineralogía, el Jardín Botánico y el Laboratorio Químico, configurarían el Real Museo de Ciencias Naturales. En 1868 se incorporó el Jardín Zoológico, y en 1895 se trasladó a los sótanos de la Biblioteca Nacional. No fue hasta 1910 cuando el Museo pudo refundarse con el traslado a su sede actual, en los llamados por aquel entonces Altos del Hipódromo. En la actualidad, el Museo Nacional de Ciencias Naturales se configura como un moderno centro de investigación en Zoología y Geología, que gestiona importantes colecciones (más de seis millones de ejemplares) y con un amplio programa de exposiciones.
El Museo Martorell de Barcelona se nutrió en 1878 de la donación de las colecciones de arqueología, numismática y ciencias naturales del comerciante, viajero, naturalista y arqueólogo Francesc Martorell i Peña, además de su biblioteca. En 1882 se inauguró el Museo Martorell de Arqueología y Ciencias Naturales, que fue a su vez el primer edificio en Barcelona construido con la finalidad de ser un museo público. Se ubicó en el Parque de la Ciutadella.
En 1891 pasó a ser exclusivamente de ciencias naturales, y a partir de 1924, el Museo Martorell pasó a gestionar solo las colecciones geológicas, tomando el nombre de Museo de Geología, al tiempo que se crearon el Museo de Zoología y el Instituto y Jardín Botánico para las colecciones de fauna y flora. Hoy día se han incorporado el Instituto y Jardín Botánico bajo la denominación de Museu de Ciències Naturals de Barcelona.

La colección de fósiles del Pleistoceno sudamericano reunida por Enrique de Carles, colector del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires, fue adquirida por el ingeniero valenciano José Rodrigo Botet y donada en 1889 a la ciudad de Valencia, que fue el origen del Museo Paleontológico, creado para albergar esta importante colección, que se instaló en el edificio histórico del Almudín y se abrió al público en 1907.
En 1999 abrió sus puertas el nuevo Museo de Ciencias Naturales en los Jardines del Real con la colección Botet como elemento estrella de su exposición permanente y de sus fondos de investigación. En la colección Botet se encuentran representados los mismos mamíferos fósiles sudamericanos como los que Darwin recogió para los museos ingleses durante su famoso viaje, pero que se perdieron en gran parte durante la II Guerra Mundial. Se trata además de la colección más numerosa y variada de estos fósiles en Europa.

Por último, el Museo Geominero, en Madrid, tiene su origen en la Comisión del Mapa Geológico de España, previa a su consolidación como el actual Instituto Geológico y Minero de España, que cuenta con colecciones de minerales, fósiles y rocas de más de 150 años de antigüedad. Tras la Guerra Civil muchos de los fondos desaparecieron junto con la información acerca de las circunstancias de su ingreso.
Los gabinetes de curiosidades fueron a los museos de ciencias lo que las casas de fieras fueron a los actuales zoológicos. Además de los españoles citados, otros gabinetes destacados fueron el de Elías Ashmole (Oxford), la Kunstkammer y Ole Worm (Dinamarca), el del Monasterio de Strahov (Praga), la del emperador Rodolfo II de Habsburgo, la del naturalista Francesco Calceolari; la del Conde Moscardo,…

Dónde dormir: Hotel NH Suites Prisma; Calle de Santa Engracia, 120; 28003 Madrid; teléfono: 914419377.
Dónde comer: Kiosko La Pérgola; Passeig de l’Albereda, 1; 46010 Valencia; teléfono: 963699079.
Hola Javier
Lamentablemente el museo de Ciencias naturales de Madrid es una metáfora de la importancia concedida a las ciencias en España: Ninguna
Con una irrisoria representación de toda su colección, compartiendo edificio con los ingenieros industriales. Con un discurso expositivo y museistico lamentable (por falta de fondos, no de profesionalidad). Y con unos almacenes en donde se pudren los tesoros del que podría ser uno de los mejores gabinetes de historia natural del mundo.
saludos
Salvador
Hola Salvador,
comparto contigo tu pesadumbre. Ya sabemos como se trata a la ciencia en este país. Si las instituciones correspondientes pusieran un poco más de interés e inversión contaríamos con unos excelentes museos de ciencias y de otro tipo también, ya que profesionales los hay muy bien formados.
Gracias por tu comentario
Por motivos de una investigación, qusiera pediros que si alguien tiene alguna biografia o información biográfica sobre el recolector i naturalista catalán Enrique de Carles, por favor me la haga llegar por mail o se ponga en contacto conmigo.
Muchas gracias.
En el Instituto Cabrera Pinto, situado en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, existe un conjunto museístico único por ser este Instituto el primer centro de Segunda Enseñanza en Canarias.
La antigüedad de los materiales que contiene se remonta, en ciertos casos, al período anterior a la fundación del Instituto que fue en 1846; mientras que el grueso de la colección procede de las dos últimas décadas del siglo XIX y primeras del siglo XX.
Las colecciones que hoy se exponen son una parte de los fondos que contiene este valioso Museo. Podemos admirar la colección de mamíferos, parte de la colección de aves, los reptiles y una muestra representativa de la colección de minerales y rocas.
La procedencia de estos fondos es diversa: muchos fueron adquiridos por compras, otros por intercambios con distintos lugares del mundo, recolecciones hechas por los profesores de Historia Natural, por donaciones de profesores, de alumnos o de bedeles del Instituto a lo largo del siglo largo de existencia de este centro educativo. Gracias a estas adquisiciones, el Museo del Instituto hoy cuenta con una valiosa colección de piezas de los cinco continentes.
Podremos admirar en la exposición, animales tan curiosos como el ornitorrinco, un orangután o un ñandú, todos ellos de lugares tan alejados de nuestras islas como Australia, Indonesia o Sudamérica. Pero también especies únicas de nuestras islas como el pinzón azul o la tarabilla canaria.
Para más información sobre el museo les adjunto su página web: http://www.museocabrerapinto.es/historianatural
Hola Lucía,
muchas gracias por tan interesante sugerencia. Lo apuntamos en nuestra agenda viajera.
Saludos viajeros e históricos