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En el noroeste de la península ibérica se ubica uno de los rincones más verdes y salvajes que podemos encontrar: Galicia. Su costa, bordeada de entrantes y salientes llamados rías, no deja indiferente a nadie. No solo por sus formas, sino también por la variedad de paisajes, flora y fauna que alberga.

Uno de esos lugares poblados de naturaleza y armonía son las Islas Cíes. Quien las ha visitado lo sabe de buena tinta. De hecho, la prueba de esta belleza natural son las miles de visitas que cada año reciben estas islas, situadas en la zona de la Rías Baixas. Además, desde 1980 están declaradas Parque Natural y, desde 2002, forman parte del listado de Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia.

Son tres pequeños farallones graníticos coronados de verde (Monteagudo, O Faro y San Martiño) cuya historia sorprende. Algunos historiadores piensan que la Cíes pudieran ser las famosas Casitérides donde los fenicios recogían estaño. Los romanos las llamaron Islas de los dioses. Dicen que Julio César combatió por aquí en su lucha contra la tribu celta de los herminios.

Cómo llegar

Desde la localidad de Cangas o desde la ciudad de Vigo, cualquier viajero puede subirse a un barco rumbo a las Islas Cíes. Todo aquel que haga su reserva con antelación, ya que las colas para ver esta maravilla paisajística suelen ser enormes, sobre todo en durante el periodo estival.

Debido a su tamaño y a la necesidad de proteger este singular espacio natural donde el tiempo parece haberse detenido, las islas tienen un aforo diario limitado. No obstante, una vez que el viajero consigue reservar su billete, puede disfrutar de las distintas opciones que presenta.

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Las Islas Cíes están declaradas Parque Natural.

Las playas: entre olas y bosque

En este sentido, los litorales que bordean estas islas son sin duda uno de los mayores puntos de interés. De hecho, una de las playas, la conocida como Praia de Rodas, fue bautizada en 2007 por el prestigioso periódico inglés The Guardian como “la mejor playa del mundo”.

Para quien no está acostumbrado, su belleza llama la atención: linda con una zona boscosa que se expande hasta la misma arena y esta, blanca, suave y fina, está bañada por el mar, azulado y de tonalidad blanca. Su combinación es tal que recuerda a una canción popular gallega que dice el mar “está casado con la arena, le da todos los besos que quiere”. Una maravilla.

De paseo por la naturaleza

La isla ofrece también la posibilidad de recorrer sus adentros geográficos gracias a diversos itinerarios de senderismo. Una de los más conocidos para llevar a cabo es la ruta Monte Faro, que recibe dicho nombre al transcurrir por la Isla de O Faro, que llega hasta el emblemático guardián de luz.

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Las islas se pueden recorrer a pie en cómodas y asequibles rutas.

Se trata de una ruta asequible y cómoda, ya que la dificultad que presenta es media y su recorrido comprende poco más siete kilómetros y medio. Realizar este recorrido permite a los senderistas disfrutar de unas vistas increíbles desde dos miradores, así como los sistemas dunares o el Centro de Interpretación de la Naturaleza, entre otros atractivos.

Pero esta no es la única ruta que puede realizar el viajero. La ruta Alto do Príncipe, la ruta do faro da porta o la ruta de o Monteagudo son también algunas otras opciones de las que dispone quien visita estas tierras.

Su longitud y dificultad varía de unas a otras, de manera que puede elegir aquella que se adapta a sus necesidades y también horarios, teniendo en cuenta el tiempo que puede pasar en la isla.

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