Una cuadrilla de obreros que excavaba en una mina caliza encontró el 9 de septiembre de 1856 en la cueva del Feldhof, en el valle de Neander cerca de Düsseldorf (Alemania), 16 huesos que pensaron que pertenecían a un oso.
El hallazgo se lo entregaron al maestro del pueblo llamado Johann Carl Fuhlrott, que no tuvo dudas al afirmar que los huesos eran muy antiguos y correspondían a un ser humano muy diferente del hombre contemporáneo. Con la ayuda del anatomista Hermann Schaaffhausen, anunció públicamente el descubrimiento del hombre de neandertal un año más tarde.
Faltaban aún tres años para que Darwin publicara El origen de las especies, otros 10 para su libro sobre la evolución humana y algunos más para la aceptación general de esas ideas. Cuando las obras de la mina perturbaron la paz milenaria de la caverna Feldhof, Düsseldorf estaba inmersa en plena revolución industrial. Hoy viven allí 580.000 personas.
El neandertal de la cueva Feldhof vivió hace 40.000 años. Por esas fechas, los neandertales llevaban ya campando por Europa y el oeste asiático más de 300.000 años. Dominaban el fuego y enterraban a sus muertos.
Sus herramientas de piedra (la cultura musteriense) eran bastante avanzadas, pero habían permanecido inalteradas durante 300.000 años y a lo largo de todo el rango geográfico de la especie. Nuestra especie, el homo sapiens, salió de África hace 50.000 años y, cuando llegó a Europa, hace 40.000, los neandertales aún estaban allí. Ambos coexistieron durante 10 milenios.

En 1864, el investigador irlandés William King clasificó definitivamente al Neanderthaler u hombre de Neandertal como una nueva especie, Homo neanderthalis u Homo primigenius, para distinguirlo del Homo sapiens u Homo recens.
Todavía hoy se debate si estos hombres prehistóricos, que poblaron el Viejo Mundo entre 30.000 y 40.000 años antes que nosotros, fueron antepasados directos nuestros (Homo sapiens neanderthaliensis) o, como parece hoy más probable, constituyen una rama lateral extinguida distinta de la nuestra (Homo neanderthaliensis).
El hallazgo del hombre de neandertal conduce al viajero a la ciudad a la que pertenece la cueva donde se hallaron los restos. Düsseldorf no es una urbe muy bonita, pero sí muy agradable.
Los tranvías la recorren sin mucha competencia de tráfico rodado por avenidas apacibles y calles arboladas. Su carnaval es renombrado, y su Festival Folk del Rin recibe a cuatro millones de visitantes cada año. La ciudad creció a partir de unas cuantas granjas y casas de pescadores que, ya en el siglo VII, se habían afincado en la orilla del Düssel.

En nuestro país, el viajero, si quiere obtener información de primera mano sobre los neandertales, deberá ir a tierras del norte, en concreto hasta la cueva asturiana de El Sidrón, que alberga el yacimiento neandertal más importante de toda la Península Ibérica. España es una de las cunas del hombre prehistórico dentro del Viejo Continente.
Además de neandertales, se diseminan también unos cuantos yacimientos con restos fósiles, como el de Atapuerca, que alberga los restos fósiles de los seres humanos más antiguos de Europa. U Orce (Granada), donde se han encontrado pruebas que certifican la presencia del ser humano en la Tierra desde hace más de un millón de años.
Dónde dormir: Derag Livinghotel Düsseldorf; Kirchfeldstraße 59-61; 40217 Düsseldorf (Alemania); teléfono: +49 211417290.
Dónde comer: Nagaya; Klosterstraße 42; 40211 Düsseldorf (Alemania); teléfono: +49 2118639636.