Alicante, ciudad elegida por muchos turistas de distinta procedencia, es conocida por su cálido clima y su dieta mediterránea, entre otras virtudes. Está custodiada por dos castillos que en su día fueron relevantes en la historia de esta ciudad: el castillo de San Fernando y la historia del castillo de Santa Bárbara, este último protagonista de nuestra nueva escapada al pasado.
El monte Benacantil
El castillo de Santa Bárbara, uno de los elementos más emblemáticos de la capital de la Costa Blanca, se alza como una fortaleza en lo alto de una elevación rocosa a 166 metros de altitud: el monte Benacantil. Un excelso mirador que ofrece una vista a toda la bahía de Alicante.
Su nombre procede del día 4 de diciembre de 1248, cuando el infante Alfonso de Castilla, futuro rey Alfonso X el Sabio, conquistó la ciudad a los árabes coincidiendo con la festividad de Santa Bárbara.
En la actualidad, existen tres recintos principales que curiosamente, pertenecen a épocas distintas: La Torreta con fecha del siglo XIV, las estancias del recinto intermedio como el Salón Felipe II, antiguo Patio de Armas, el Baluarte de la Reina, entre otras, y por último en el recinto inferior se encuentra el Revellín del Bon Repós (siglo XVIII)

La Cara del Moro
Dice la leyenda que en tiempos en que las tierras alicantinas se encontraban bajo dominio musulmán, un califa árabe gobernaba la ciudad. Tenía una hija llamada Cántara, de gran belleza que, en cuanto cumplió la mayoría de edad, tuvo que desposarse.
No faltaron pretendientes que se presentaron a cortejar a la princesa; pero sobresalieron dos entre todos los demás: Almanzor, general cordobés y Alí, un joven apuesto y bondadoso. Al no saber a quién escoger entre ambos, el padre de Cántara decidió someterles a un reto consistente en tratar de impresionar a la princesa.
Rápidamente, Almanzor partió a la India para conseguir las mejores sedas y especias de allí. En cambio, Alí se propuso abrir un canal que trajese agua desde Tibi y de este modo, permanecería en la cercanía de Cántara. Así fue como Alí se ganó el amor de la joven.
Sin embargo, cuando Almanzor regresó con riquezas y exquisiteces, el califa, haciendo honor a su palabra, tuvo que concederle la mano de su hija a pesar del amor que había surgido entre esta y Alí. Con un dolor desgarrador, Alí se precipitó hacia el vacío desde un precipicio donde se abrió la tierra y empezó a manar agua de forma milagrosa. Este lugar es hoy el conocido Pantano de Tibi.
Abrumada por la tristeza y desolación, Cántara siguió el mismo destino al lanzarse desde la sierra de San Julián. Consecuentemente, desesperanzado por la gran tragedia, el califa murió de pena.
Cuentan que en ese momento quedó marcado para siempre el perfil del rostro del califa en la falda del monte Benacantil, emblema que se conoce hoy como La cara del moro. Por esta razón, los ciudadanos conmovidos por el romance decidieron unir los nombres de Alí y Cántara para denominar su población, Alicante.

Gran interés turístico
Hoy en día, recorrer el paseo marítimo de la playa del Postiguet, visitar el castillo, pasear por el Puerto y por la Zona Volvo son algunas de las atracciones preferidas tanto por turistas como por los alicantinos. Alicante ofrece grandes opciones de alojamiento, desde hoteles con todas las comodidades posibles como vistas al mar y WiFi gratuito para poder jugar a los mejores slots online durante las vacaciones, a apartamentos acogedores en pleno centro.
De cualquier modo, poder disfrutar de un agradable clima durante gran parte del año, divertirse en sus zonas de marcha como el Barrio o Castaños con su inconfundible tardeo y tener al alcance maravillosas playas, hacen de esta urbe un gran atractivo para el viajero.