Formaba parte del Estado español, pero a principios del pasado siglo se la consideraba el culo del mundo. Hoy es paraíso de tranquilidad. La isla canaria de Fuerteventura, la segunda en extensión de todo el archipiélago, se convirtió en confinamiento de personajes molestos políticamente para el Gobierno de turno, como el filósofo e intelectual Miguel de Unamuno o el activista anarquista Buenaventura Durruti.
Otros destacados protagonistas de la sociedad española fueron desterrados a otras zonas de las islas, como el militar monárquico Alfredo Kindelán, que estuvo en Garachico (Tenerife), o más recientemente los políticos Íñigo Cavero y José Luis Ruiz-Navarro (confinados en El Hierro)
Miguel de Unamuno fue el más insigne de los deportados en lo que otrora constituyó rincón perdido de destierro. El que fuera rector de la Universidad de Salamanca se mostró contrario a la dictadura de Primo de Rivera tras el golpe militar que le llevó al poder en 1923.
Por su desafecta oposición al régimen fue desterrado a Fuerteventura un año después, donde permaneció varios meses antes de huir al exilio de París. Le acompañó Rodrigo Soriano, un político republicano también crítico con el dictador. A finales de agosto de 1924 se les notificó a los confinados su puesta en libertad y embarcaron con destino a Francia.

Al respecto de su estancia en tierras canarias, Fuerteventura recuerda su figura con uno de sus principales atractivos turísticos: la Casa Museo dedicada al escritor (C/ Virgen del Rosario, 11) En ella, donde habitó varios meses, se puede conocer parte de la vida y obra de Unamuno, así como la forma en la que se vivía en esta zona alejada de la península ibérica.
Otro deportado de excepción en Puerto del Rosario fue Buenaventura Durruti (1896-1936), quien resultó defenestrado por su idea de querer instaurar el comunismo libertario entre los mineros de Figols (comarca catalana de Alto Llobregat). El ejército de la Segunda República acabó con aquel sueño revolucionario que apenas duró cinco días. Al igual que Unamuno, permaneció algunos meses en la isla.
Ya con Franco en el poder, los partidarios de la monarquía también se vieron acorralados por el régimen. Alfredo Kindelán, general del recién creado Ejército del Aire, padeció el confinamiento unos meses en Garachico (Tenerife) en 1948.
El siguiente fue Francisco Moreno y Herrera, conde de Los Andes, diputado a Cortes por Cádiz en 1933, quien fue a parar a La Palma en junio de 1943, tras firmar un manifiesto con otros monárquicos donde solicitaban el regreso del conde de Barcelona.

En Fuerteventura desembarcaron de nuevo más desterrados. Hace 50 años, el caudillo envió a la isla a varios de los insurrectos con el régimen que integraban el Contubernio de Munich, apelativo peyorativo con el que el franquismo bautizó a un grupo de más de un centenar de políticos que habían participado en el IV Congreso del Movimiento Europeo, que apostaba por la democracia. Joaquín Satrústegui, Fernando Álvarez de Miranda, Jesús Barros de Lis y Jaime Miralles llegaron a Fuerteventura en 1962.
Otros integrantes de aquel grupo de presión como Íñigo Cavero y José Luis Ruiz-Navarro, profesores de la Universidad Complutense, fueron desterrados a la isla de El Hierro. Por su parte, Félix Pons y Juan Casals fueron deportados seis meses a Lanzarote.
Puerto del Rosario, la capital de Fuerteventura, es una ciudad comercial y portuario con un hermoso paseo marítimo en el que desembocan las blancas calles de la urbe y otros atractivos tan interesantes como su parque escultórico al aire libre, sus iglesias y sus museos. La historia del Reino de Canarias puede prolongar la estancia del viajero por las islas si desea conocer otros lugares de notable pasado, como San Cristóbal de la Laguna, considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Dónde dormir: Tamasite Hotel; Calle León y Castillo, 9; Puerto del Rosario (Fuerteventura); Teléfono: 928531494.
Dónde comer: La Terraza del Muelle; Calle Carretera de los Pozos 8; Puerto del Rosario (Fuerteventura); teléfono: 928861635.