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Probablemente fue el más genial arquitecto de su tiempo. Pero además, era místico, un inspirado que mantenía una relación personal, secreta, con su obra y con Dios. Solo él fue capaz de idear una de los exponentes cumbre del Modernismo. Aunque no pudo ver materializado su trabajo en vida, la invitada que hoy se pasea por Lugares con historia nos descubre la figura histórica del genial Antonio Gaudí y su obra universal: la Sagrada Familia.

Alex Guerra Terra nació en Barcelona en 1967. Después de algunas incursiones por el arte y la fotografía, estudió Historia en la Universidad de Barcelona y Arqueología en la Autónoma de Barcelona, lo que le permitió participar en numerosos proyectos de investigación arqueológica en España, Uruguay, Chile y la isla de Pascua. En la actualidad trabaja como colaboradora en diversos programas radiofónicos y televisivos, así como en diferentes revistas culturales de investigación y viajes. Autora del libro Rongorongo (2012), La sombra de GaudíLa Sagrada Familia (Barcelona) 1 es su segunda novela. De recomendable lectura.

El Templo Expiatorio de la Sagrada Familia fue iniciado el 19 de marzo de 1882 a partir del proyecto del arquitecto diocesano Francisco de Paula del Villar (1828-1901). A finales de 1883, se encargó a Gaudí la continuación de las obras, labor que no abandonó hasta su muerte, en 1926. A partir de entonces, varios arquitectos han continuado la obra siguiendo la idea original de Gaudí, convirtiéndose en uno de los signos de identidad más universales de la ciudad y del país.

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La Fachada de la Pasión de la Sagrada Familia./Alex Guerra

El templo siempre ha sido expiatorio; es decir, desde sus inicios, se construye a partir de donativos, aunque actualmente también con el dinero de la entrada de las visitas turísticas. Son bien conocidos los problemas económicos que tuvo Gaudí para continuar con la obra. Precisamente, el maravilloso templo es uno de los escenarios donde se desarrolla la segunda novela de Alex Guerra.

Es difícil vivir en Barcelona y no divisarla de vez en cuando. Es un edificio muy alto, y el resplandor de los mosaicos de sus torres, aumenta aún más esa sensación de que puede ser contemplado desde cualquier punto de la ciudad. Parece que es cierto que sus cuatro altísimas torres campanario (dedicadas a los apóstoles San Bernabé, San Simón, San Matías y San Judas), logran unir la Tierra y el cielo, como él, Gaudí, pretendía.

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De repente, si se llega a buena hora, llegan unos armoniosos sonidos que parecen mezclarse con suaves trompetas angelicales cuanto más cerca del cielo llegan. Son las campanadas, que suenan realmente celestiales. Gaudí trabajó incansablemente en ellas. Es recomendable permanecer inmóvil un buen rato simplemente sintiendo, respirando y escuchando la gran obra. El viajero puede concentrarse en la fachada del Nacimiento, única realizada por entero por Gaudí, con sus columnas de capiteles palmiformes sostenidas por estoicas tortugas, el buey, la mula, los animales y las flores, el movimiento de las hojas y las aves, cuyo revoloteo casi puede oírse, y las estrellas, que detrás de la luz de la tarde, aparecen y desaparecen súbitamente según el sol se va desplazando.

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Claustro de la Sagrada Familia./Alex Guerra

Las columnas del templo también se mueven como enormes árboles. Aquí el arquitecto representó la parte humana de Jesús y celebró su nacimiento mostrando una naturaleza exultante sobre una base gótica. De hecho el nombre se debe a que muestra el nacimiento, la infancia y la adolescencia de Jesús. La fachada está orientada al este, que es por donde sale el sol cada día, de modo que expresa simbólicamente el nacimiento de la vida. Desde esta fachada se accede al templo a partir de un portal principal central y dos portales laterales, dedicados a las tres virtudes teologales: la esperanza, la caridad y la fe, nombres que reciben cada una de las tres puertas. Estas tres virtudes son muy importantes en la vida de Jesús, en analogía a san José, la Virgen y Jesús.

La fachada también se ha denominado de la Vida, del Gozo o de la Navidad, ya que en la presentación del nacimiento de Jesús, Gaudí incluyó una serie de grupos escultóricos que son propios de un belén. Ahora, no debemos dejar de lado algunos símbolos de esta fachada que podrían interpretarse como propios de sociedades secretas, como la masonería, o la alquimia. Así, las tortugas que sostienen las columnas, o el pelícano que se abre el vientre, son algunos ejemplos que se hallan en este fachada.

El uso de hormigón es un poco chocante, pero ya había sido pensado y utilizado por Gaudí, y aunque es menos duradero que la piedra, en este caso granito de Montjuic en su origen, la calidad del hormigón empleado en estas obras, con un alto porcentaje de cemento, es óptima, y los arquitectos que llevan la dirección de estructuras calculan que con el recubrimiento de doce o catorce centímetros que se le ha dado al hormigón, muy superior al que la normativa oficial exige, le dará a esos bloques una vida de alrededor de dos mil años, antes de que el deterioro comience a producirse en su superficie.

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Fachada del Nacimiento del templo que ideó Gaudí./Alex Guerra

La fachada de la Pasión recibe este nombre porque representa la Pasión de Jesús, es decir, el dolor, el sacrificio y la muerte, como queda escenificado en las doce estaciones del Vía Crucis, elaborado con conjuntos escultóricos de gran dramatismo e intensidad emotiva. Está orientada al oeste y, por lo tanto, recibe los últimos rayos del sol, hasta que oscurece. Esta disposición acentúa el efecto simbólico de oscuridad y penumbras que perseguía el arquitecto. Igual que las otras fachadas, incluye tres accesos, también dedicados a la caridad, la esperanza y la fe, y cuatro campanarios, dedicados a los apóstoles san Jaime el Menor, san Bartolomé, santo Tomás y san Felipe, ordenados de izquierda a derecha.

Como en la Fachada del Nacimiento, en la de Pasión también aparecen algunos elementos enigmáticos, como el cuadrado mágico de orden cuatro, que es la disposición de una serie de números enteros en una matriz de forma tal que la suma de los números por columnas, filas y diagonales principales sea la misma. Usualmente los números empleados para rellenar las casillas son consecutivos, y oficialmente la constante mágica del cuadrado es 33, la edad de Jesucristo en la Pasión. Pero también se ha atribuido la elección de este número como una velada alusión a la supuesta adscripción masónica, en realidad nunca demostrada, de Antoni Gaudí, ya que 33 son los grados tradicionales de la masonería.

El claustro circunda todo el templo y sólo es interrumpido por las puertas y el ábside, de modo que actúa como un muro protector que custodia el interior del templo y lo separa del ruido exterior. En cada punto en que el claustro hace esquina, hay tres obeliscos, mayor el central y los otros dos menores. Cada grupo simboliza un punto cardinal, una virtud y una témpora (los ayunos que en cada estación hace el pueblo cristiano), en agradecimiento por los frutos de la tierra.

La Capilla de Nuestra Señora del Carmen fue una de las primeras intervenciones del arquitecto en la Sagrada Familia, cuando corrían finales del año 1882. Aquí se encuentra la tumba de Gaudí. Son de destacar los realizados por el vidriero Joan Vila-Grau a partir de 1999, construidos con cristales de diferentes colores fijados con plomada y hormigón. En estos vitrales, Vila-Grau simboliza temas concretos mediante las masas de colores.

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Dónde dormir: Hotel Sagrada Familia; Calle Córcega, 541 (Barcelona); teléfono: 934366115.

Dónde comer: Xamfrà Gaudí; calle Valencia 443 (Barcelona); teléfono: 932325907.

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