Una de las regiones más prósperas del Imperio romano fue el norte de África. Los romanos sembraron trigo en los campos de su provincia africana, construyeron carreteras y erigieron ciudades. En el siglo I antes de Cristo la zona que corresponde a la actual Argelia vivió un momento de esplendor, que abastecía de grano a gran parte de Roma.
En la Libia actual se hallaba una ciudad rodeada por el árido Sáhara, pero dicha urbe, conocida como Leptis Magna, era una Roma en miniatura al borde del desierto. En apenas un siglo se levantó una fantástica ciudad, que más tarde se amplió y embelleció con arcos de triunfo y esculturas monumentales de excelente calidad.

La historia de Leptis Magna se remonta a épocas anteriores a los romanos. En el siglo VII a.C. ya era un núcleo comercial de los fenicios, pueblo de grandes viajeros y comerciantes, originario de la costa oriental del Mediterráneo. Su ciudad más importante en el norte de África era Cartago, una excelente base portuaria. Pero necesitaban otra más cerca de su territorio y Leptis era el lugar idóneo.
Julio César no adscribió la ciudad al Imperio hasta el año 46 a.C., después de décadas de comercio pacífico entre Roma y lo que había sobrevivido de Tripolitania, como era conocida la ciudad fenicia. Pasó a llamarse Leptis Magna (la Grande) para distinguirla de otra Leptis situada en la costa sur de Cartago.
Tenía su foro, un área central empedrada en la que los ciudadanos podían reunirse, pasear, charlar, rodeada de templos y de la basílica, que cumplía las funciones de Ayuntamiento. Del foro salía en dirección suroeste la calle principal de Leptis, donde se encontraban los grandes edificios públicos, entre ellos un gran mercado, el chalcidicum, el teatro y otros templos, construidos entre los años 9 a.C. y 12 de nuestra era.
La siguiente etapa de edificación correspondió al reinado del emperador Adriano (117-138 a.C.), uno de cuyos edificios más imponentes son los baños o termas de Adriano, para los que se utilizó, por primera vez en Leptis Magna, el mármol. Simbolizaban la integración de Leptis Magna en el imperio romano.

El florecimiento de Leptis Magna aconteció durante el gobierno del emperador romano Septimio Severo. Nacido en Leptis, Severo fue un gran viajero y proclamado máximo dirigente del Imperio en el año 193. Militar de porfesión, el máximo dirigente de Roma dirigió enérgicas campañas, defendió las fronteras orientales y las rutas comerciales entre Roma y Asia.
Bajo su reinado se erigieron los más ambiciosos monumentos y los mayores edificios de la ciudad de Leptis. Como sucedió con el puerto, la vía monumental rodeada de columnas y comercios, o el nuevo foro y la nueva basílica. Otro de los monumentos más espectaculares de Septimio Severo fue un gran arco de triunfo situado en el cruce de las dos vías principales de la ciudad.
El nuevo foro se construyó al sur del antiguo y quedaba dominado por la basílica y un templo especialmente llamativo, no solo por sus numerosas columnas de granito egipcio color de rosa, sino también por hallarse situado sobre un elevado pedestal que alcanzaba casi seis metros de altura, al que se accedía por una ancha escalinata de 27 peldaños. Nada menos.
Leptis Magna fue también desde siempre un puerto, una ensenada natural en la desembocadura del río Lebda, cuyo emplazamiento resultaba tan ideal para Severo como lo había sido para los cartagineses. Se construyeron almacenes a lo largo de las dos barras que se adentran en el Mediterráneo desde la desembocadura del río y en el extremo de la parte oriental se construyó un faro.

Tras la muerte de Severo en 211 los romanos debieron encontrar formas más fáciles de conseguir los bienes que les proporcionaba Leptis y prosiguieron el comercio con África adentrándose hacia el este, donde hallaron artículos de lujo y un producto más necesario: cereales.
En el siglo IV después de Cristo, al disminuir la población, los edificios situados en los arrabales quedaron deshabitados. En el año 455 los pueblos germánicos empezaron a invadir el norte de África y destruyeron las murallas de Leptis. Aunque volvió a cierto auge bajo el emperador bizantino Justiniano, el puerto se fue enarenando y ni la llegada de los árabes en el siglo VI pudo revitalizar la antigua y esplendorosa urbe romana. Quedó deshabitada y olvidada hasta que los arqueólogos la descubrieron a inicios del siglo XX.
Leptis Magna es una de las ciudades romanas más bellas y mejor conservadas que existen, lo que movió a la Unesco a declararla Patrimonio de la Humanidad en 1982. El viajero que tenga la suerte de visitar la ciudad se encontrará al borde mismo del Mediterráneo con unas fantásticas ruinas y algunos edificios espectaculares casi intactos. Ocurre algo similar como en Éfeso (Turquía), con la Biblioteca de Celso, una joya arqueológica que se conserva en buen estado.

Cómo llegar: Leptis Magna está situada en la costa de la Tripolitania, en el norte de África. Las ruinas de Leptis se hallan a tres kilómetros al oeste de la ciudad de Al-Khoms, y a 120 km de Trípoli, la capital del país.
Dónde dormir: فندق لبدة; Unnamed Road, الخمس, Al-Khums (Libia); teléfono: +218 92-7696751.
Dónde comer: Coffe Jar; Al-Khums, (Libia).