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Bajo los designios de esta dinastía, durante casi doscientos años, España se convirtió en la dueña del mundo conocido hasta entonces. La Monarquía Hispánica de los Austrias gobernó nuestro país en los siglos XVI y XVII y se hizo dueña de un Imperio que se extendía territorialmente por hasta tres continentes.

Durante aquella época de esplendor, una ciudad fue el epicentro de operaciones de reyes como Carlos I, Felipe II, Felipe III o Felipe IV. Esa ciudad era Madrid, cuyo desarrollo urbanístico permitió que en 1561 la Corte se desplazara hasta la actual capital española.

El legado de los Austrias ha dejado su impronta en un barrio amplio de Madrid, sin entidad administrativa, que corresponde al primitivo trazado medieval de la ciudad que en la actualidad estaría delimitada, más o menos, por la Plaza de España, Cuesta de San Vicente, calle Segovia, calle de la Colegiata, calle de Carretas, Preciados y Gran Vía.

Es cierto que Madrid, el Madrid de antes de 1561, no pudo compararse con Toledo, ni con Valladolid, ni con Segovia, ni con Ávila, tan cercanas. Es cierto que Sevilla tenía ya un esplendor que faltaba a nuestra Villa. Córdoba la herencia de los reinados moros…

¿Por qué se eligió Madrid como capital de España? La causa se ha fijado en El Escorial, el lugar elegido por Felipe II para su residencia y para su defi­nitivo descanso. A una jornada de El Escorial, Madrid se ofrecía quizá a la estrategia de Felipe II como un lugar ideal para dejar en él Consejos y Tribunales, Corte y pre­tendientes.

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Plaza Mayor de Madrid.

Pasear es la mejor forma de conocer el Madrid de los Austrias. Dos de los principales testimonios visitables que permanecen del Madrid de los Austrias son la capilla del Obispo y el convento de las Descalzas Reales. La capilla del Obispo, cuyo nombre litúrgico es el de capilla de Santa María y San Juan de Letrán, por el que ciertamente nadie la conoce, se levanta en los terrenos del palacio de sus fundadores, una familia de larga rai­gambre madrileña: los Vargas.

El interior es de una sola nave y de estilo gótico muy sencillo. Uno de los pocos edificios góticos de Madrid, pero su mayor tesoro está en el retablo y las sepulturas de los fundadores. El magnífico retablo plateresco es obra de Francisco Giralte de Plasencia, escultor discípulo de Berruguete, que realizó aquí una de sus mejores obras.

Ocupan las Descalzas Reales el propio palacio en que nació su fundadora, la princesa doña Juana de Austria, hija de Carlos I y hermana de Felipe II, reina de Portugal. El monasterio, hoy visitable en su casi totalidad, habi­tado por las monjas todavía, es un resumen de la historia de España a partir de su fundación.

El tesoro artístico de las Descalzas es inmenso: cua­dros, tapices riquísimos, relicarios, orfebrería religiosa, pinturas murales… Corresponde a esta época el Puente de Segovia, construido según planos del arquitecto Juan de Herrera, en tiempos del reinado de Felipe II. También se realizaron obras de acondicionamiento de la calle Segovia, que encontramos llamada en los papeles de la época calle Nueva calle de la Puente.

Así mismo, son construcciones realizadas en este reinado el Colegio Imperial de los jesuitas, cuya iglesia es hoy catedral provisional de Madrid, en la calle de Toledo; el convento de monas agustinas de la Magdalena; el de la Victoria; la Santísima Trinidad, que estuvo en la calle de Atocha; el convento de la Merced, cuyo solar dio lugar a la actual plaza de Tirso de Molina; el convento de monjas de los Ángeles; el de San Bernardino; Santo Tomás, de dominicos, en la calle de Atocha; el Carmen Descalzo; el de Santa Ana, desaparecido para dar lugar a la plaza actual del mismo nombre; el de Pinto; el de Santa Isabel; el de doña María de Aragón, en cuyo solar se levanta el Senado; el de agustinos recoletos; el del Espíritu Santo, donde se levanta el Congreso; o el de monjes de San Bernardo.

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La ruta por el Madrid de los Austrias recorre edificios como el convento de las Descalzas Reales./miradormadrid.com

El crecimiento urbano obligó a dar a Madrid un nuevo recinto, ya no de militar muralla, sino de tapia, que limitara el caserío, permitiera su vigilancia y el percibo de los derechos de puertas, de los alimentos y los artículos que penetraran en la villa.

La nueva cerca, arrancando de la Morería, seguía por las calles de Toledo, Colegiata, Magdalena, plazuela de Antón Martín, volviendo desde aquí, por el norte, a la calle de Alcalá, para bajar a la Puerta del Sol y Postigo de San Martín y, entre las calles de Fomento y del Río, cerrarse sobre el ángulo noroeste del Alcázar. Fundado en el reinado de Felipe II, pero construido en los comienzos del siglo siguiente, del viejo convento de Carmellitas Descalzos solo queda el templo, que se abre a la calle del Carmen y que hoy conocemos como iglesia de Carmen.

En 1619 quedó terminada la Plaza Mayor, obra del arquitecto Gómez de Mora y encargo real. Nació como mercado diario, pero también para que en las ocasiones solemnes fuera escenario de fiestas y grandes devociones. Allí se han corrido toros, han tenido lugar ejecuciones, autos de fe…

En el reinado de Felipe III se construyeron el Noviciado de jesuitas, que dio su solar a la vieja Universidad de la calle de San Bernardo; el convento del Caballeo de Graca; el convento de San Gil, cuyo solar forma parte hoy de la plaza de Oriente; el convento de mercenarios de Santa Bárbara (desaparecido); el de Jesús, de trinitarias, en la calle de Atocha; el de monjas jerónimas en la plazuela del conde de Miranda; el de San Basilio; los capuchinos del Prado, por donde hoy se abre la calle del duque de Medinaceli; el de la Encarnación (fundado por Felipe III para conmemorar la expulsión de los moriscos)…

También son de esta época el llamado palacio de los Consejos, al final de la calle Mayor, o la estatua del rey, que en la actualidad preside la Plaza Mayor. Aparte de la obra de urbanización de la Plaza Mayor, el más importante recuerdo del reinado de Felipe III es el convento de la Encarnación.

Se puso la primera piedra en 1611 y se entregó a la Orden de Agustinas Descalzas. Con el nombre de las Carboneras conoce todo Madrid el convento e iglesia de las Jerónimas del Corpus Christi que fundó en 1607, en la plaza del conde de Miranda, doña Beatriz Ramírez de Mendoza.

Uno de los lugares más interesantes para visitar en el Madrid de los Austrias es la Plaza Mayor. Construida por Juan Gómez de Mora, de 1617 a 1619, contaba en su primitivo aspecto, después cambiado por obras y por incendios, con 476 balcones pertenecientes a 68 casas de cinco pisos cada una, que daban cabida a 50.000 espectadores en fiestas, cañas y toros.

Bajo el reinado de Felipe IV Madrid cobra lo mejor de su tesoro artístico y lo más grande de sus costumbres y tradiciones. Hoy, su figu­ra sigue cabalgando, en corbeta de siglos, contra el cielo azul de la plaza de Oriente y galopa alejándose del Palacio Real. Su valido, el conde-duque de Olivares quiso ofrecer a su señor un palacio y unos jardines de ensueño, en los que las aficiones del rey (caza y poesía, baile y fiestas) pudieran tener fácil escenario, mejor que en el viejo Alcázar.

Cerca del Prado estaba, desde el tiempo de los Reyes Católicos, el monasterio jerónimo que, en el reinado de Enrique IV, se fundara en las orillas del Manzanares. Luego, fue lugar de retiro de Felipe II y dio paso con posterioridad al parque de El Retiro. Era más grande que el actual, abarcando todos los terrenos que van desde la calle Alcalá hasta Atocha.

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El Monumento a Felipe IV preside la Plaza de Oriente de Madrid.

Son de época de Felipe IV el actual ministerio de Asuntos Exteriores, edificado para cárcel de Corte, el palacio de la Casa de la Villa, y numerosas iglesias y conventos: Las comendadoras de Calatrava (calle de Alcalá); el convento de San Plácido (calle San Roque); las carmelitas de Maravilla (junto a la plaza del Dos de Mayo); el desaparecido de los dominicos del Rosario (calle de San Bernardo); el de los Afligios (plaza de Cristino Marcos); el de los capuchinos de la Paciencia (cuyo solar es hoy glorieta de Bilbao); el de clérigos menores de Portaceli, del que queda la iglesia, hoy parroquia de San Martín; el de Monserrat (en la calle de San Bernardo); el de San Cayetano (en la calle de Embajadores; el convento de las Baronesas (que estuvo en la calle de Alcalá); el de las mercedarias de Góngora (en la calle de Luis de Góngora).

El crecimiento de Madrid impuso unos nuevos límites, que no tuvieron fines militares, sino meramente fiscales para el cobro de los impuestos. La capital, cada vez más grande, se vio de nuevo limitada por una tapia que la cerraba. Su itinerario partía de la Cuesta de la Vega, Puente de Segovia, por detrás de San Francisco, Campillo y Portillo de Gil Imón; puerta de Toledo; Puerta de Embajadores; basílica de Atocha; los límites de la cerca del Buen Retiro; Puerta de Alcalá; Portillo de Recoletos, por donde después sería la plaza de Colón; Portillo de Santa Bárbara; Portillo de los Pozos de la Nieve, hoy glorieta de Bilbao; Portillo de Fuencarral (hoy glorieta de San Fernando); Portillo del Conde Duque; Portillo de San Bernardino y, doblando al Portillo de San Vicente para rodear el Campo del Moro y volver a terminar en la Puerta de la Vega.

Después de una exhausta jornada a pie por un trazado con tanta historia y tanto que ver, al viajero le resultará recomendable un merecido descanso, que se lo ha ganado. La capital de España cuenta con una amplia variedad de alojamiento adaptada a todos los bolsillos. Las ofertas de hoteles y descuentos online para descansar en Madrid son de interés si se indaga bien por la red. Hay más: hostales, pensiones, apartamentos, cámpings, viviendas particulares,…

La diversidad de lugares que el viajero más exigente tiene a su disposición para acomodarse y dejar su equipaje es capaz de dejarle satisfecho. Uno de los alojamientos más peculiares de la capital es la Posada del Peine, el más antiguo de España. Era lo primero que s encontraban los pasajeros de los carruajes que llegaban a la calle Postas, junto a la Plaza Mayor, en el siglo XVII.

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Dónde dormir: Posada del Peine; Postas, 17; 28012 Madrid; teléfono: 915238151.

Dónde comer: Cervecería Restaurante Plaza Mayor; Plaza Mayor, 2; 28012 Madrid; teléfono: 913650646.

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2 COMENTARIOS

    • Muchas gracias por tus halagos!

      La que fue capital del mayor imperio de su tiempo bien merece una visita para descubrir todos los rincones encantadores que conserva

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