Con una población que apenas supera los 2.000 habitantes, la localidad zaragozana de Quinto de Ebro ha pasado a la fama por haberse hallado en el subsuelo de una de sus iglesias, la de la Asunción de Nuestra Señora, conocida como El Piquete, los cuerpos de 30 momias, tanto de adultos como de infantiles, con sus correspondientes ataúdes de madera, en un buen estado de conservación.
Los trabajos de rehabilitación que pretendían convertir a este templo en un centro de interpretación del mudéjar aragonés permitieron encontrar uno de los enterramientos mejor conservados de España. A juicio de los investigadores, los cuerpos hallados se momificaron de forma natural, propiciado por la falta de humedad y el estado físico de los cadáveres en el momento de la muerte. Los cuerpos no fueron embalsamados, por lo que las condiciones del subsuelo contribuyeron a la momificación.
No todos los cuerpos han llegado en las mismas condiciones. También hay ataúdes en los que solo se conservan restos óseos. La razón: estaban enterrados en zona de la iglesia con mayor humedad, de ahí que se hayan descompuesto con el paso de los años.
El conjunto del enterramiento se remonta a mitad del siglo XVIII y principios del XIX, en una época en la que era habitual que los cuerpos de los fenecidos descansaran en las criptas o bajo los suelos de las iglesias. Pero por razones de salubridad, el rey Carlos III prohibió dicha práctica y estableció que se sepultaran en los cementerios situados a las afueras de las ciudades.

Una gran parte de los enterrados eran monjes, ya que portan el hábito de San Francisco. Además, hay varios ataúdes que pertenecen a niños. En total, se han localizado 70 enterramientos, 30 de ellos momificados. Por el momento, de las momias se han recuperado seis, a la espera de la aportación de fondos por parte de las Administraciones para seguir trabajando en Quinto de Ebro. Con ese dinero también se tiene intención de abrir un museo, el primero de España dedicado a las momias.
Mientras el proyecto se materializa, el Ayuntamiento de Quinto pretende hacer visitable el actual yacimiento, que está excavado a un metro de profundidad (el Consistorio es propietario de la iglesia) Para ello es necesario hacer un lavado de imagen al interior del templo, adecentar los accesos y crear una plataforma para que los visitantes puedan ver desde arriba los enterramientos.
Lo notable de este hallazgo no desmerece el antiquísimo pasado que conserva el municipio aragonés. En el paraje de Las Dehesas de Quinto, sobre los acantilados que dominan el río Ebro a su paso por el puente de Gelsa, se localiza un asentamiento de la Primera Edad del Hierro, del que apenas queda nada. El topónimo del lugar proviene de la palabra latina quintus, que significa ‘el quinto’. Se refiere al quinto miliario de la calzada romana que partía de Celsa a Caesaraugusta (Zaragoza).
Durante la Guerra de Sucesión (siglo XVIII), el señorío de Quinto se inclinó a favor de los Borbones, por lo que Felipe V, a la postre vencedor, concedió a Quinto el título de ‘Lealísima Villa’. Quinto de Ebro también ha sido partícipe de la Primera Guerra Carlista y la Guerra Civil, que fue cuartel general del ejército republicano.

Un paseo por la localidad zaragozana permitirá al viajero conocer el patrimonio que conserva con dignidad, como las ermitas de Bonastre y Matamala, o los Portales de Quinto, que responden a una tipología de indudable origen medieval y tuvieron un origen defensivo-militar (siglos XVII-XVIII)
La estancia del viajero en Zaragoza puede prolongarla para conocer más lugares con historia. La provincia depara mucho de sí, como la visita a Sos del Rey Católico, lugar de origen de Fernando de Aragón, la monumentalidad de Tarazona o Daroca, o bien dejarse llevar por la ligazón que mantuvo Bécquer con Trasmoz.

Dónde dormir: Pensión Plaza; Plaza España, s/n; 50770 Quinto (Zaragoza); teléfonos: 976177248 y 671875146.
Dónde comer: Kefren; Plaza Vieja, 1; 50770 Quinto (Zaragoza); teléfono: 976177300.