Es un lugar de leyenda. Vamos a conocer los restos del santuario de peregrinación más antiguo de Galicia. Donde la historia cobra tintes de mitología. En la parroquia de Donón en la llamada Costa de la Vela o Soavela a escasa distancia del punto más occidental de la península del Morrazo, acaba la punta de este fiordo pontevedrés que se deshace en playas rubias y recoletas frente a las islas Cíes.
En el monte Facho se han encontrado vestigios arqueológicos del final de la Edad del Bronce, y en un castro lo que pueden ser aras romanas posiblemente dedicadas a Berobreo, un dios a un tiempo latino y galaico, que ahí debió de tener un santuario.
Desde el siglo X a.C. hasta el siglo VII a.C. existió en Facho un poblado del que poco se sabe, salvo la de su excepcional tamaño. El castro galaico surgió en torno al siglo VI a.C., poblado fortificado que subsistirá hasta el siglo I a.C. Sobreviven de aquel pasado parte de las murallas, el foso, las piedras que conformaban sus viviendas y que hoy cubren las laderas del monte.
El viajero podrá apreciar casi cincuenta castros circulares, de los algunos adquieren medidas inusuales de entre los cinco y siete metros de diámetro. Además de estos castros también podemos encontrar los restos de una calzada romana y numerosos petroglifos de más de 3.000 años de antigüedad.

La elevación del monte Facho, al borde del Atlántico, permite al viajero divisar una puesta de sol que ayuda a entender por qué fue elegido como lugar sagrado. Su función era ofrecer al dios un pequeño monumento que recoge en una inscripción su condición de exvoto, la divinidad a la que va dirigida.
Las aras eran ofrecidas al dios por los peregrinos y eran ascendidas por el penitente hasta lo alto de la cumbre. Con el tiempo las aras fueron amontonándose, a veces fragmentadas, para permanecer así hasta nuestros días. La mayoría de estas aras pueden verse en la actualidad en el Museo Arqueológico de Vigo situado en el Pazo de Quiñones de León, en Castrelos.
En lo más alto de la cumbre de Facho sobresale una garita de vigilancia circular de muros y bóveda de piedras. Aunque su aspecto actual es del siglo XVIII, sus bases forman parte de un antiguo faro romano o quizás prerromano, que formaba parte del sistema de aviso defensivo costero.

El lugar puede producir al viajero ciertas inclinaciones a la adoración. No es de extrañar si observa la sacralidad del monte, que invita, aparte de conocer su historia, a respirar hondo y dejarse llevar por su encanto.
El territorio gallego rezuma historia, mitología y lugares mágicos por doquier. Para fortuna del viajero apasionado por la historia y los enclaves de poder. Si de castros hablamos, uno de los más destacados que se pueden visitar es de Santa Tecla, en Pontevedra. También podemos seguir el rastro del Grial en O Cebreiro, ver hórreos en Combarro o conocer la historia del hombre lobo de Allariz, en Ourense.

Cómo llegar: En el Mirador de la Caracola, al llegar a hay un parking donde se puede dejar el coche. Desde el Mirador, se pueden ver los acantilados de la Costa de la Vela y la zona de Cabo Home. Para llegar hasta el Monte de O Facho, hay que seguir la carretera de tierra que va de la caracola a la derecha (dejando el mar a la izquierda).
Dónde dormir: Hotel Donón; Donon, 36948 Cangas de Morrazo (Pontevedra); teléfono:615302050.
Dónde comer: Cabo Home; Rúa O Trigal, 58; 36945 Cangas do Morrazo (Pontevedra); teléfono: 986328077.