Es un paso fronterizo con mucha historia a sus espaldas. Antiguo límite entre la Galia y la Hispania, por el coll de Panissars catalán transcurría la Vía Augusta y finalizaba la Vía Domitia. A poco más de 500 metros sobre el nivel del mar, entre las comarcas de Vallespir y Alt Empordá, se alza este pequeño puerto donde tuvo lugar la batalla del coll de Panissars.
Esta contienda tuvo lugar a finales de septiembre de 1285 durante la cruzada contra la Corona de Aragón, relatada por Bernat Desclot en su Crónica, y donde el ejército de Pedro III el Ceremoniós destruyó el de Felipe III de Francia, que se batió en retirada por los Pirineos. Pedro III estaba en guerra con su primo Jaime III, rey de Mallorca, conde del Rosselló y la Cerdanya (que había apoyado a Francia en lugar de a su pariente)
Sobre este cuello geográfico subsisten las ruinas del antiguo monasterio benedictino de Santa María de Panissars (siglo XI), que fue levantado sobre una anterior y destacada edificación romana, identificada con la mansio Summum Pyrenaeum. Precisamente aquí también estuvieron los llamados Trofeos de Pompeyo, que el general romano erigió para conmemorar su victoria sobre Quinto Sertorio en tierras hispanas en 71 a.C. El legado romano también perdura en forma de dos rótulos de color amarillo que marcan el punto de encuentro de las dos grandes calzadas imperiales.
Un cartel en cuatro idiomas ilustra al viajero que hasta allí se acerque con las distancias totales de ambas vías y entre algunas estaciones intermedias: 4 millas romanas hasta Deciana (La Jonquera), 12 hasta Juncaria (Figueres), 27 hasta Gerunda, 126 hasta Tarraco, 158 hasta Saguntum y 549 hasta Gades. Una milla romana equivale a 1.481,5 metros.

Por Panissars dice la leyenda que pasó Aníbal con su ejército y los elefantes para tratar de acabar con su enemigo romano. Aunque quizás el caudillo cartaginés cruzó el Pirineo más al interior trazando un gran arco para evitar a las guarniciones romanas de Ampurias y la costa, pero entre las tiendas de la acera española de El Portús una pequeña calle recuerda su nombre.
En Panissars el viajero podrá, asimismo, apreciar la antigua torre de los burots (funcionarios que cobraban los derechos de entrada de ciertos artículos durante el siglo XIX) y un cementerio militar francés de época moderna. Adornado por dos grandes cipreses, este camposanto contiene 40 cruces blancas, junto con otros tantos túmulos de tierra, luciendo una escarapela tricolor y la inscripción ‘Souvenir Français’, en recuerdo de los soldados sepultados desde el siglo XVII.
Panissars, la más antigua frontera del Pirineo, es hoy de difícil acceso. Hay que cruzar El Portús hasta un desvío a la izquierda que conduce al castillo de la Bellaguarda. Tras pasar La Jonquera, desde el alto viaducto de la autopista, el viajero puede contemplar la fortificación, ampliada y reformada por Francia en el siglo XVII, pero es desde la N-II donde mejor podrá apreciar su posición estratégica.

La fortaleza medieval se entregó a Francia por el Tratado de los Pirineos, una vez concluida la guerra de los Treinta Años entre Francia y la monarquía hispánica en el siglo XVII. Similar al castillo de San Fernando que se levantó en Figueras.
El castillo es un recinto inexpugnable, protegido por un inmenso foso excavado en la roca. Bellaguarda fue uno de los lugares más fuertes del ejército francés en los Pirineos y, con una guarnición de 1.200 hombres, 150 caballos y una potente artillería, se convirtió en escenario de destacados episodios.
Dónde dormir: Hotel Puerta de España; Carretera Nacional, 11, Km.782; 17700 La Jonquera (Gerona); teléfono: 972554120.
Dónde comer: Restaurante Miquel; Avinguda de Pau Casals, 13; 17700 La Jonquera (Gerona); teléfono: 972555660.
No és Pere III el Cerimoniós, és Pere II el Gran