La bella e insólita imagen que ofrece San Pantaleón de Losa cuando aparece sobre la peña Colorada, tras las curvas de la carretera que acompañan al río Jerea (Burgos), afianza la estela de lo enigmático que siempre ha caracterizado a la ermita. Su asentamiento, sobre una roca que semeja una quilla de un barco encallado a espaldas del pueblo, podría haber guiado en la Edad Media a los peregrinos devotos de las reliquias de San Pantaleón, o porque se dice que también pasaron por allí los templarios, o por la curiosa iconografía que exhibe el propio templo.
Sobre los restos de un castro de la Edad del Hiero al amparo de una desaparecida fortaleza, fue levantada la ermita románica de San Pantaleón de Losa en el siglo XIII. En el siglo XVI, aprovechando el espacio de la arrasada y anexa casa del priorazgo, se realizó la ampliación gótica de la ermita que hoy conocemos y que, además de una nave, incorporó un baldaquino que encierra un sepulcro románico que, supuestamente, debió de guardar las veneradas reliquias de San Pantaleón.
En 1820 el templo perdió su función parroquial, cuando se edificó la iglesia actual del pueblo. Pero San Pantaleón ha conseguido salvar el paso del tiempo y, además de la declaración de Monumento Histórico en 1941, ha vivido diversas restauraciones que han consolidado la inmortal ermita y han acaso a la luz vestigios tan interesantes como pintas murales o retos arqueológicos.
La interpretación de la iconografia es un aspecto tan atractivo como el propio lugar de su asentamiento. Los capiteles de la portada, del interior y de sus ventanas exteriores están decorados. Algunos presentan retazos de la vida del santo, pero también los hay con decoración de temas vegetales y de cestería, con cola, mascarones grotescos, monstruos estilófagos, rostros humanos y una escena del Paraíso.
Además, y para reforzar la singularidad, las arquivoltas del arco de entrada y de una ventana del ábside muestran ‘emparedados’ de difícil interpretación, tan complicada como el propio gigante que sustituye a una de las columnas del lado izquierdo de la portada o el rayo de otra columna lateral.

Cada 27 de julio se repite, en el convento de la Encarnación de Madrid, el extraño fenómeno de la licuefacción de la sangre de san Pantaleón. Este hecho se viene produciendo desde el el siglo XVI, llevándose a efecto el milagro es la misma fecha también en la dudad italiana de Ravella, cerca de Nápoles, en donde se conserva otra ampolla con la sangre del santo. Sin embargo, muchas veces se olvida que la sangre que se venera en el convento madrileño procede de la iglesia de San Pantaleón de Losa.
San Pantaleón es uno de los antiguos mártires del cristianismo, pues su vida, tormentos y muerte ocurrieron allá por el siglo III o IV. Cuentan las crónica que era un médico prodigioso y que murió después de que le aplicaran diversos tormentos, de los cuales resultaba ileso de modo milagroso. Se dice que su cuerpo manó sangre y leche, y que la sangre que brotó de su cabeza cortada hizo florecer un olivo que estaba marchito.
La extraña ubicación de San Pantaleón de Losa, casi al final de la cuesta que sube a la cumbre de peña Colorada, ya sorprende al viajero; pero es su insólita iconografía la que despierta la atención y la curiosidad del viajero, quien tendrá la certeza de hallarse ante una construcción única y diferente a todo lo que haya visto antes.
Quizás lo que más llama la atención de la compleja iconografía del templo es el gigante que nos encontramos en la portada, una escultura de factura única en el románico. Según se sitúa el viajero frente a la puerta, el gigante sería la columna de su izquierda, pero la columna de la derecha no es menos singular, ya que aparenta ser un rayo. Puede identificarse a dicho gigante con Sansón o incluso con Hércules. La larga melena de la figura nos recuerda a Sansón, y lo que cuelga a modo de saco de su hombro izquierdo bien pudiera ser la piel del famoso león de Nemea con la que se cubría Hércules.
Otra sorpresa no menos curiosa reside en los personajes aparentemente atrapados en la piedra, algunos de los cuales se ven claramente en el ábside. Una mirada relajada a los capiteles y metopas de San Pantaleón llevara al visitante a preguntarse si sus constructores quisieron dejar un mensaje.
Es un hecho que este modesto enclave burgalés ha sido vinculado al mito del Grial desde muy antiguo. Sierra Salvada al frente, el pequeño pueblo de Criales atrás, la vecina sierra de la Demanda, las leyendas de los famosos siete infantes de Lara, la presencia, a veces no demostrada, de los heréticos templarios por la zona y, cómo no, el legado de una sangre tan profética y salífera como la de san Pantaleón justifican con creces el vínculo entre esta iglesia y el Grial.

Dónde dormir y comer: Hotel Restaurante Puente Romano; Calle Cantabria, 2; 09510 Quincoces de Yuso (Burgos); teléfono: 947194089.