Un castillo del siglo XII. Sobre el que se alza un parador. El viajero se desplaza en esta ocasión hasta la localidad alcarreña de Sigüenza para conocer cómo se gestó en el último tercio del pasado siglo un acuerdo en forma de Constitución que impera hoy día en nuestra sociedad y país.
La fortaleza de Sigüenza
Fue en la fortaleza de Sigüenza, lugar decimonónico de descanso de lujo en la actualidad, donde se gestó y debatió la Carta Magna española. No se convirtió en el único lugar marcado por aquel acontecimiento de nuestra historia. Los padres de la Constitución de 1978 frecuentaron otros escenarios como el parador de Gredos o el madrileño restaurante José Luis.
El primer presidente del Gobierno de la democracia, Adolfo Suárez, prometió Cortes Constituyentes para elaborar una nueva Carta Magna tras el fin de la dictadura franquista. En principio, los dirigentes de su partido, Unión del Centro Democrático (UCD), tuvieron la tentación de crear un grupo de expertos dirigidos por Miguel Herrero de Miñón para redactar un texto.
Alfonso Guerra, del PSOE, se opuso. Se reunió con una veintena de políticos y expertos en el Parador de Sigüenza. Allí debatieron y redactaron su propuesta constitucional. Finalmente se consensuó crear una comisión constitucional la que elaborara el borrador de Constitución.

Los padres de la Carta Magna
UCD exigió tres redactores: el propio Herrero, José Pedro Pérez-Llorca y Gabriel Cisneros. El PSOE (que era el principal partido de la oposición) tenía derecho a dos plazas: eligió a Gregorio Peces-Barba y otra la cedió a los nacionalistas catalanes, que mandaron al coro a Miquel Roca. Manuel Fraga representó a Alianza Popular y Jordi Solé Tura, al Partido Comunista.
El texto constitucional resultó aprobado el 31 de octubre de 1978 en el Congreso de los Diputados por 325 votos a favor, 6 en contra (del diputado de EE y de diputados de AP) y 14 abstenciones (entre las que figuraban las del PNV), y en el Senado por 226 votos a favor, 5 en contra y 8 abstenciones. Aprobado en referéndum popular, fue ratificado el día 6 de diciembre con el 87 % de los votos a su favor, sancionado el día 27 del mismo mes por el rey Juan Carlos I.
La leyenda del fantasma
La historia de la fortaleza comienza con una leyenda. Dicen que el fantasma de fray Bernardo, primero obispo de este castillo, pulula de vez en cuando por él. A quienes les gusten las leyendas encontrarán en el hoy parador un sinfín de historias, algunas inexplicables, y otras, quizá, más reales. Como la que recuerda que en una de sus torres estuvo secuestrada doña Blanca, la esposa repudiada por Pedro I el Cruel.
Del siglo XII, fue entre los siglos XIII y XIV cuando la fortaleza alcarreña comenzó a gestar su verdadera silueta. En su interior, hoy llama la atención del viajero su gran patio, que mantiene en su centro el viejo pozo, muy hondo y tallado en la misma roca, y una galería de madera.

Los escudos que se suceden por todo el edifico pertenecen a muchos de los obispos y nobles que alguna vez vivieron aquí alguna vez, en donde también se alojaron grandes de nuestra historia, como los Reyes Católicos, el cardenal Cisneros o Fernando VII.
En la planta baja es donde se emplaza la zona del salón del Trono, que presenta muros de tonos rojizos y una chimenea renacentista, espacio en el que los señores de Sigüenza impartían su justicia. Gruesos y apuntados arcos de piedra sirven para sostener otra de las salas más importantes del castillo, el comedor grande, también llamado salón de doña Blanca.
Después de conocer este interesante periodo histórico, al viajero aún le puede apetecer indagar más en el pasado de la fortaleza alcarreña mientras descansa en una de sus estancias. Donde podrá pernoctar de manera sofisticada y disfrutar de una variada carta gastronómica en su restaurante.

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Visitamos el Parador porque nos pareció impresionante, como toda la localidad de Sigüenza, pero no sabía nada de esto. Gracias por compartir la historia.
Gracias a vosotros por saber apreciar la lectura del post. Todos los días aprendemos algo nuevo. El conocimiento histórico, si va acompañado de pinceladas viajeras, no tiene límites.
Saludos