Giribaile es un paraíso para los aficionados a la arqueología porque contiene de todo: un santuario prehistórico, un poblado ibérico, un cenobio o eremitorio paleocristiano o visigodo y un castillo almohade, todo ello rodeado de bellos paisajes entre el olivar y la sierra.
La historia de Giribaile
El conjunto de Giribaile se ofrece de lejos como un cerrete alargado estratégicamente situado entre los ríos Guadalimar, Guadalén y Guarrizas, afluentes del Guadalquivir. Tras las alturas de Giribaile se controla la antigua Vía Heráclea, que unía Roma con Cádiz, así como el Camino Real de Toledo a Almería, por Úbeda y Granada. Además, Giribaile está en el corazón de la zona de Cástulo, enclave esencial de la economía iberromana.
Un escarpe vertical, de unos 20 metros, rodea la meseta donde estuvo la ciudad. Se ven cuevas talladas en la piedra, ventanas, escaleras, fantasías arquitectónicas ideadas por la mano del hombre en combinación con la naturaleza, un santuario, un monasterio o un eremitorio, lo más probable, estancias en las que habitaron monjes o ermitaños en época visigoda o quizás mozárabe, cuando ya los musulmanes dominaban estas tierras pero toleraban la existencia de comunidades cristianas.

Algunas cuevas están intactas y penetran profundamente en el interior de la montaña con pasillos horizontales que las comunican, techos altos, paredes rectas talladas a cincel y martillo, con alacenas, chimeneas, escaleras excedentes que conducen a planos superiores, ventanas que se abren en lugares insospechados del precipicio. Algunas cuevas se derrumbaron cuando el terremoto de Lisboa sacudió la tierra hace 250 años. Para entonces ya hacía siglos que nadie las habitaba.
Yacimiento de Giribaile
Una escalera tallada en la piedra, algo carcomida por el tiempo pero todavía practicable, conduce al viajero a la meseta superior, donde la vista se dilata en una plataforma rocosa barrida por los vientos. El remoto horizonte es una sucesión de montañas azules y grises, las estribaciones de Sierra Morena al norte y Mágina al este.
Una potente muralla derruida señala las defensas de Orisia, una ciudad ibérica arrasada por los romanos hacia el año 90 a.C. De aquellas defensas, que se elevaban imponentes a más de diez metros de altura, con sus fuertes bastiones y sus muros, solo quedan hoy unas grandes acumulaciones de escombros porque, al desmoronarse, se han sepultado en su propia ruina.

Pasada la muralla se abre el descampado pedregoso del poblado, una extensión levemente ondulada, ancha como un campo de fútbol y larga como cinco. Debajo de la hierba que brilla bajo el sol del mediodía yace Orisia con los secretos de su desastroso final. En la parte central de esta meseta las viviendas excavadas muestran una gruesa capa de cenizas, testimonio del incendio que consumió el poblado ibero. Los restos arqueológicos afloran por todas partes: muros, piedras sueltas, hornos de minería y fragmentos cerámicos ibéricos, romanos o medievales.
Giribaile arqueología
Al fondo, en la parte más estrecha y prominente de la enorme laja de piedra, se elevan potentes las dos torres y la muralla del castillo almohade construido tras la batalla de las Navas (1212) para guardar la frontera. En la zona del castillo nace una senda que conduce a una de las necrópolis del poblado en la que se han descubierto escasos vestigios del monumento sepulcral de un regulo ibero. Más allá, una enorme roca ahuecada por la naturaleza presenta antiguos grabados de cruces que testimonian la reutilización, en tiempos cristianos, de un enclave sagrado más antiguo.

El lugar que pisa aquí el viajero fue escenario antaño de cruentas batallas, un lugar de destrucción e incendio durante la Segunda Guerra Púnica, pero que también fue un lugar de oración y descanso siglos más tarde, cuando allí se instaló una comunidad troglodítica al comienzo de la Edad Media.
También en la región andaluza, en concreto en la provincia de Málaga, el viajero encuentra otras ruinas de los que fue un reino cristiano dentro de la España musulmana. Omar Ben Hafsun, rebelde descendiente de visigodos muladíes y soberano de Bobastro, tuvo contra las cuerdas al mismísimo califato de Córdoba de la dinastía Omeya a finales del siglo IX.

Dónde dormir: Pensión El Brillante; Calle La Parvilla, 3 Vilches (Jaén); teléfono: 953630109.
Dónde comer: Hotel Restaurante Casa Marchena; Plaza de la Habana sn; Vilches (Jaén); teléfono: 953630095.
Que lugar tan interesante…lo visitaremos pronto.
Hola Marie,
seguro que te encanta. Un yacimiento repleto de historia no muy conocido en nuestro país.
Saludos!
Lo visitaré pronto. Tu artículo me ha parecido muy interesante. Muchas gracias
Espero que te sirva de provecho. Muchas gracias Rafael.