María Pilar Queralt del Hierro (Barcelona 1954), historiadora y escritora, ha publicado indistintamente narrativa y ensayo, centrándose, por lo general, en el estudio de la figura femenina a través de la historia. Colaboradora habitual de las revistas National Geographic e Historia y Vida y de otros medios de comunicación, se inició en el ámbito de la novela histórica en 2001 con Los espejos de Fernando VII o La sombra de Sissí. Entre sus ensayos biográficos cabe destacar Madres e hijas en la historia
, Agustina de Aragón
o Isabel de Castilla, así como Las Mujeres De Felipe Ii
, que obtuvo el Premio Algaba de Biografía e Investigaciones históricas. Acaba de publicar Gula
(Destino), un curioso libro que gira en torno al buen yantar a través de la historia.
¿La ‘gula’ ha sido uno de los pecados capitales de la historia de España?
Ha sido uno de los muchos pecados de la historia de España (sin duda el peor la ira), pero muy disculpable. ¿Quién puede resistirse a una gastronomía como la española?
De los episodios qué ha abordado en el libro, ¿cuál le ha llamado más la atención o cuál destacaría por su trascendencia o peculiaridad?
El contraste entre las grandes hambrunas de los periodos bélicos del siglo XIX y los posteriores excesos en las mesas burguesas. También la influencia del ferrocarril en el desarrollo de la industria hotelera y hostelera que hizo que al aumentar la población de paso en las grandes ciudades obligó a la creación de hoteles y restaurantes.
Curiosamente, el pasado de nuestro país es el de un pueblo que también ha pasado hambre, ¿no?
Sí, hay que pensar que entre el siglo XIX y XX, España es el escenario de tres grandes contiendas: la Guerra de la Independencia, las tres contiendas carlistas y la Guerra Civil de 1936-1939, y la batalla siempre va seguida de la escasez de alimentos y del hambre en la retaguardia.
¿Qué nos vamos a encontrar en Gula?
Gula es un repaso distendido a la relación de los españoles con la comida a lo largo de los dos últimos siglos: el despertar del ingenio para llenar el puchero en las épocas de hambre, la abundancia en la mesa como signo de distinción social, la importancia de los cafés como lugar de tertulia política o literaria, anécdotas, lugares y restaurantes a visitar por su valor histórico, la exquisita bodega peninsular, la repostería, las mesas festivas, y, finalmente, la moda de las dietas que convierten a la Gula en un pecado en riesgo de extinción.
Cambiemos de tercio. ¿Cómo ha tratado la historia a la mujer?
Mal. Mejor dicho, ni bien ni mal porque o las ha obviado o las ha mitificado y no sé que es peor, si ignorar su papel en el devenir de la humanidad o convertirlas en personajes de cartón-piedra a conveniencia del hagiógrafo de turno que sirve a determinados intereses políticos, comerciales o ideológicos. Vea, por ejemplo, el personaje de Sissi: una muñeca cursi y edulcorada en el cine cuando en realidad fue una mujer sensible, culta y profundamente desgraciada o la misma Isabel la Católica, cuya faceta íntima de esposa celosa y madre entregada apenas se conoce y ha pasado a la posteridad como una gobernante autoritaria e intransigente cuando, en su testamento, se muestra como una mujer tolerante y preocupada por los más débiles.

¿La Historia ha demonizado a las mujeres ambiciosas?
Si, por supuesto. Es más muchas de las ‘malas’ oficiales de la historia son consideradas así cuando esas mismas actitudes son exaltadas como virtudes en el caso de los hombres. Por ejemplo, Catalina la Grande de Rusia ha pasado a la posteridad como una auténtica ninfómana y no solo es seguro que muchos monarcas varones tuvieron tantas o más amantes que ella, sino que apenas se conoce su epistolario con Voltaire, su interés por la Encyclopédie, o su condición de mujer ilustrada.
A su juicio, ¿qué mujer o mujeres destacaría como más influyentes a lo largo de la historia?
Es imposible dar nombres concretos deberíamos analizar cada faceta de la Humanidad para ver qué nombres femeninos aparecen en ella. Pero la nómina de monarcas, políticas, intelectuales, científicas, artistas,… que han influido decisivamente en la marcha de la Historia le aseguro que es muy numerosa.
¿Y para la historia de España?
Me remito a la respuesta anterior, pero ahí van algunos nombres que están en la memoria de todos: Isabel la Católica, Teresa de Ávila, María Cristina de Habsburgo, una regente ejemplar; Clara Campoamor, la abanderada del voto femenino; la jurista Concepción Arenal; las escritoras Emilia Pardo Bazán o María de Zayas; la pensadora María Zambrano; María Isidra Quintana de Guzmán, la primera académica; la pintora Maruja Mallo o la escultora del siglo XVII, Luisa Roldán ‘la Roldana’… La lista podría seguir pero vamos a dejarlo aquí.

¿En qué terreno se siente más cómoda: ensayo o novela histórica?
No sabría decirle. En ambos, pero desde luego la novela siempre crea más incertidumbre, más dudas acerca del dibujo de los personajes, del ritmo de la trama. En el ensayo divulgativo no hay duda que no pueda resolverse con una buena documentación y eso siempre da una mayor seguridad.
¿Es partidaria de acercar la historia a todos los públicos de una manera sencilla?
Por supuesto. Desde que acabé la carrera me hice el propósito de dedicarme a la historia divulgativa. A fin de cuentas el pasado es el álbum de familia común a toda la humanidad y no puede quedarse encerrado en las cuatro paredes de una facultad o un archivo para uso y disfrute de los especialistas. Ello no quiere decir que la labor de los investigadores académicos no sea encomiable, pero hacen falta los divulgadores para extender el conocimiento del pasado a otros sectores de la sociedad.
¿Valoramos lo suficiente nuestra rica historia?
No. Se confunde la historia con una retahíla de nombres, fechas y cifras cuando en realidad es la forma de vida de nuestros ancestros y, como tal, el camino que hemos seguido los españoles hasta llegar a nuestros días. Por otra parte, se comete el error de juzgar la historia desde el presente y eso es algo que nunca debe hacerse. Cada época, cada momento tiene sus propios códigos y hay que atenerse a ellos.
¿Qué momento histórico del pasado de España considera más importante?
De cara al mundo actual, sin duda el siglo XIX cuando el ascenso de la burguesía y la industrialización acabaron con el Antiguo Régimen y sembraron la semilla del mundo actual. Remontándonos al pasado, la romanización que sentó las bases de nuestra cultura unificando territorios y trazando vínculos comunes entre los diferentes territorios de ambas orillas mediterráneas.
Si tuviera que destacar un lugar con historia de nuestro territorio, ¿cuál sería?
No hay lugar sin historia. Pero, sin duda, por las características geopolíticas de nuestro país diría que Madrid dado que desde el siglo XVI ha ostentado la capitalidad de la nación. Pero, insisto, hasta en la aldea más perdida puede encontrarse el rastro de la historia. No hay nada mejor que perderse por las calles de una ciudad, de un pueblo… y solo observando las fachadas de sus casas o de sus monumentos, deducir cual fue su pasado. Por otra parte, no se olvide que vivo en Barcelona, una ciudad que es un auténtico libro de historia: yacimientos romanos, calles medievales, barrio judío, iglesias románicas, góticas,o barrocas; los primeros barrios obreros del XIX, el esplendor burgués del Modernismo…¿sigo?
Y de los lugares que ha visitado, ¿con cuál se queda?
Dado mi interés por el siglo XIX voy a citarle dos ciudades europeas: París y Viena, pero, sin duda, Roma no se queda atrás.
Para escribir un nuevo libro, ¿qué periodo de la historia de España escogería?
Cada vez me interesa más el siglo XVIII que creo que es el más olvidado de nuestra historia. Sin embargo, la España ilustrada es el germen de todo lo que sucederá después. Nunca hubiera existido un estado constitucional de no ser por el reformismo ilustrado del siglo XVIII.

¿Y qué escenario de nuestra geografía elegiría para escribir una nueva obra?
Si se tratara de una novela me gustaría que se desarrollara entre Madrid y Barcelona dos ciudades a las que amo por igual, que conozco bien y que son distintas y complementarias a un tiempo.
¿Viajar es un placer?
Es el placer… Al menos para mí.
De todos los lugares en los que ha estado, ¿cuál ha sido el que más le ha marcado?
Todos. No hay viaje que no deje huella. Le diré que me sorprendió gratamente Bélgica; las ciudades flamencas son una maravilla, una auténtica lección de historia al aire libre, como sucede con muchas ciudades italianas o en Toledo, Girona, Granada, y tantas otras de la geografía española. Tengo también que mencionar a Francia, un país que me parece especialmente cuidadoso con su historia. Hasta en los lugares más recónditos no falta la placa en homenaje a un personaje que vivió, murió o pasó por allí, un monumento conmemorativo de un hecho histórico, el relato cuidadoso de la historia de la población… Una gestión de la que sin duda deberíamos tomar ejemplo.
¿Qué lugar le gustaría visitar?
Son tantos… Pero, últimamente, debo reconocer que me atrae particularmente el centro y el este de Europa. San Petersburgo me parece un destino muy apetecible y muy acorde por mi creciente interés por el siglo XVIII.
¿Qué lugares recomendaría para visitar sobre todo por su historia?
Depende de los intereses del viajero. Si se inclina por la España musulmana, la Alhambra de Granada. Si prefiere la cultura clásica, Roma. Si ama el barroco, Versalles o Schönbrunn (Viena) Si le interesan las culturas orientales la Ciudad Prohibida de Pekín, Japón o la India. Muy interesante también, es Washington o seguir los pasos de la independencia norteamericana en ciudades de la costa este como Boston o Filadelfia; por supuesto, París, Londres o los castillos del Loira… La lista sería, de nuevo, interminable.
¿Qué época de España encuentra más atractiva si tuviera que escoger un destino para visitar?
Si se pudieran realizar viajes en el tiempo me gustaría infiltrarme en El Escorial para conocer como organizaba Felipe II los destinos del Imperio y, por supuesto, sentarme en algún café del Madrid romántico para preparar algún pronunciamiento liberal…

¿Con qué reclamos cuenta nuestro país para ser visitado?
Por supuesto con la increíble riqueza en parques naturales o la belleza de las costas insulares y peninsulares, pero sobre todo con su patrimonio artístico, histórico y cultural junto con la rica y variada gastronomía.
¿Considera que España es uno de los destinos más recomendables para conocer por su pasado histórico?
Evidentemente. Es lo mismo que sucede con nuestros vecinos, Francia y Portugal, dos destinos imprescindibles para los amantes de la historia.
Sus admiradores estamos impacientes… ¿nos podría adelantar algún proyecto en el que esté trabajando?
De hecho le diré que ya lo he terminado. Saldrá a finales de año y es una crónica sentimental, cotidiana, y amable que quiere reflejar la evolución de las españolas nacidas en los años 50 y 60 hasta convertirnos en las mujeres que somos en la actualidad.