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«Para que plazca a dios y a los hombres» (ut placeat Deo et Hominibus). Este es el lema que luce el blasón que concedió a la ciudad el rey Alfonso VIII en el siglo XII. Plasencia hace honor a su nombre desde una península que bordea el río Jerte, al abrigo de la sierra de Gredos, con algunos de los monumentos más valiosos del territorio extremeño.

Convertida en el centro administrativo y comercial de la provincia de Cáceres, Plasencia es, ante todo, la perla del Jerte, una hermosa ciudad que esconde un considerable patrimonio artístico tras sus murallas, de las que aún se conserva restos de los siglos XII y XIII.

Plasencia: la perla del Jerte (Cáceres) 1
Murallas de Plasencia./Víctor_Ferrando

Plasencia se originó en un poblado celta sobre el que los romanos montaron un campamento y los árabes un alcázar. Alfonso VII de Castilla la conquistó y refundó en 1186 otorgándole fuero. La Reina de Castilla Juana la Beltraneja y Alfonso V de Portugal se casaron aquí en 1475 en la Plaza Mayor, donde fueron proclamados reyes de Castilla y Portugal.

Durante la conquista americana Plasencia también destacó, puesto que gracias a las campañas promovidas por los obispos locales se descubrió y conquistó la Patagonia argentina y las islas Malvinas. Aquí se reunió por primera vez Bartolomé de las Casas con el rey Fernando el Católico para exponerle su postura ante la situación de los indígenas en América.

monumento catedral de plasencia
Detalle de la Catedral de Plasencia./quinocho

La localidad extremeña está plagada de conventos (no menos de diez) e iglesias en cuya construcción rivalizaban las órdenes militares de Santiago y Alcántara. El mejor acceso al centro histórico es la llamada Puerta del Sol, una de las cuatro que todavía se conservan, de estilo renacentista y adornada por el escudo de los Reyes Católicos.

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Desde ella resulta fácil alcanzar la Plaza Mayor, punto de encuentro de lugareños y turistas. Allí mismo se levanta el Ayuntamiento, edificio gótico renacentista con su particular torre del reloj y su inconfundible Abuelo Mayorga, que marca el paso de las horas golpeando una campana.

La Catedral de Plasencia
Catedral de Plasencia./Víctor_Ferrando

La iglesia de San Esteban despunta en el lado suroeste de la plaza, que hay que doblar para llegar, tras pasar por el convento de las Claras, a la plaza de la Catedral, con un conjunto catedralicio formado por dos uniones entre sí: La Catedral Vieja se levantó entre los siglos XII y XV. A finales de este mismo comenzó la edificación de la Catedral Nueva.

En su interior destaca, sin duda, el espléndido retablo mayor y la sillería del coro, tallada en madera de nogal por el maestro Rodrigo Alemán. Otros monumentos de interés en Plasencia son el Palacio Episcopal, el hospital de Santa María (reconvertido en Museo Etnográfico), el palacio de Monroy y el palacio del Marqués de Mirabel.

Espadaña Catedral Plasencia
Espadaña de la Catedral de Plasencia./vcastelo

Desde Plasencia el viajero puede emprender una escapada al bello Parque Nacional de Monfragüe. Se trata de una enorme reserva natural de 18.000 hectáreas de bosque mediterráneo que es, asimismo, un albergue de animales en extinción. Desde las ruinas del castillo se pueden avistar buitres leonados, águilas imperiales y cigüeñas negras.

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