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Espacios de encuentro entre viajeros y lugareños, las posadas han dado cobijo, comida y bebida a miles de almas que visitaban las antiguas ciudades o trataban de hacer negocios allá donde podían y obtenían rédito. En la actualidad, muchas de ellas se han reformado por completo y siguen ofreciendo alojamiento. Son escenarios cuyas paredes y estancia forman parte del pasado de nuestro país.

En la calle Postas de Madrid se alza, desde el año 1610, la Posada del Peine, cuyo nombre hace referencia al cotidiano utensilio que ofrecía a sus huéspedes en los cuartos de baño. Este objeto estaba atado a una cuerda para que no lo robaran. Qué pillos. Muy cerca de la Plaza Mayor, la vieja fonda cuenta en la actualidad con todas las comodidades del siglo XXI. En su momento de esplendor llegó a tener más de 150 estancias. Que no es poco.

De esta posada se conservan elementos mobiliarios y arquitectónicos de diferentes épocas, como el reloj de su frontal (instalado para conmemorar los 400 años del descubrimiento del continente de América), el pavimento de la entrada y la escalera principal, de madera de pino.

peine posada
La Posada del Peine es el alojamiento más antiguo de Madrid.

La habitación número 126, ahora inexistente, era antiguamente la puerta de un pasadizo secreto que servía para esconder fugitivos y fiestas nocturnas. En la Posada del Peine se alojaron todo tipo de huéspedes. Los más adinerados ocupaban las habitaciones más espaciosas, mientras que en las interiores sin baño y para compartir pernoctaban las clases más desfavorecidas.

En el hall el viajero podrá ver in situ dos bicicletas que el hotel actual pone a disposición de sus huéspedes de forma gratuita para que conozcan la ciudad de una forma diferente.

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También en la capital de Madrid, en concreto en el castizo barrio de La Latina, el viajero sigue la ruta por otro lugar lleno de pasado e historia: la Posada del Dragón (Cava Baja, 14), situado en el mismo lugar donde antaño, en el siglo XVI, se emplazaba la alhóndiga municipal.

posada real
Posada Santa María la Real, en Aguilar de Campoo (Palencia)

En 1868 pasó a ser casa de huéspedes. Es una antigua corrala, la vivienda más típica del viejo Madrid. El lugar alberga restos de la muralla que cercaba la ciudad en el siglo XII.

La Posada del Dragón fue propiedad de la villa de Madrid y se remonta a la época de los Reyes Católicos. Nada menos. Recibe su nombre por el mítico dragón que estaba situado en piedra sobre la Puerta de Moros. Fue construida como casa de huéspedes en el año 1868, y en su interior se encuentran restos de la muralla cristiana, una bañera de mármol, un pilón-abrevadero…

En la zona de la Cava Baja emerge la Posada del León de Oro. Esta zona de Madrid es la calle de las posadas históricas de la capital, ya que aquí se establecieron la mayoría de las fondas, tabernas, posadas y hospederías que recibían y albergaban a los vendedores que llegaban para vender sus mercancías en los mercados de la Cebada o San Miguel.

Del siglo XVIII es la Posada de la Villa, también en Madrid (Cava Baja, 9). Era la Posada de la Corte, donde se daba comida y aposento a todos los viajeros que llegaban a la capital de España.

Al año 1621 se remonta la historia de la casa palaciega que hoy se conoce como Posada de San José, en la parte alta de la ciudad de Cuenca (Ronda Julián Romero, 4) Fue levantada bajo las órdenes del abuelo de Martínez del Mazo, alumno y yerno de Velázquez. La casa familiar sirvió después com sede al Colegio de Infantes del Coro de la Catedral de San José hasta el siglo XIX.

leon oro posada
Posada del León de Oro.

De Castilla La Mancha pasamos a la otra Castilla. En Aguilar de Campoo, Palencia, se encuentra la Posada de Santa María la Real, dentro de un monasterio construido entre los siglos XII y XIII. Piedra, madera, ladrillo y adobe aportan calidez al establecimiento, que ofrece 22 habitaciones que fueron celdas.

En un torreón adosado a la muralla medieval de Albarracín (Teruel) está la Posada del Adarve (Portal de Molina, 23) Vigas de madera, yesos, argamasas, puertas y ventanas antiguas decoran un coqueto pequeño hotel. Tiene tres habitaciones sitas en lo que fue el granero, y dos confortables suites.

Más al norte, en la provincia de Huesca, un lugar con una interesante historia es la Posada Al Vent (Calle del Arco, 1), una vieja casona del siglo XVI en Coscojuela de Sobrarbe, a diez kilómetros de Aínsa. Cada una de sus estancias encierra una historia que el viajero podrá descubrir si se aloja allí.

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