En el cañón del Chaco se halla la mayor concentración de vestigios arqueológicos de Estados Unidos. En la actualidad, resulta increíble que aquello fuera el crisol de la civilización americana, pues se trata de una franja de tierra de unos 20 kilómetros de largo por uno y medio de ancho, situada en el estado de Nuevo México, al noroeste de Alburquerque. Hoy viajamos hasta Pueblo Bonito.
Pero hace 900 años disponía de agua suficiente para que floreciera la agricultura. Unas 10.000 personas habitaban el cañón, la mayoría de ellas en unas espectaculares y complejas ciudades de piedra llamadas pueblos.
Pueblo Bonito, en el centro del cañon
La mayor de estas ciudades era Pueblo Bonito, que poseía tanto viviendas como centros ceremoniales. Pueblo Bonito estaba bien fortificada y se hallaba también adecuadamente adaptada a las necesidades de la vida diaria. Se trataba de una sociedad próspera, altamente desarrollada en algunos aspectos y primitiva en otros.

Por ejemplo, su organización social era muy compleja, de tipo matriarcal: los habitantes desarrollaron un elaborado sistema de irrigación, eran magníficos alfareros y construyeron unos edificios extraordinarios. Sin embargo, no sabían leer ni escribir, y solo utilizaban primitivas herramientas de piedra. En la actualidad conocemos muy bien algunos aspectos de su cultura, pero otros, especialmente lo que se refiere a su decadencia, siguen siendo un enigma.
Los primeros pobladores llegaron a la actual región de Nuevo México hacia el año 7.000 a.C. Se trataba de pueblos nómadas que, cuando se introdujeron cultivos como el maíz, procedente de Centroamérica, se asentaron definitivamente en esta zona y empezaron a cultivar la tierra y a fabricar las cestas que les han hecho famosos.
Vivían en cuevas excavadas en torno a una cámara ceremonial, pero hacia el año 700 comenzaron a edificar en superficie, con lo que se dio inicio a la época de los pueblos. Los habitantes del cañón del Chaco tardaron otros 400 años en alcanzar el nivel de desarrollo arquitectónico que hizo posible la construcción de Pueblo Bonito.

Este consiste en una amplia estructura semicircular, cuya sección, una larga fachada, da al río Chaco, que atraviesa el cañón, mientras que los muros circulares miran hacia el acantilado. En los extremos del pueblo había hasta cuatro pisos de viviendas, cuyas fachadas sin ventanas constituían una muralla defensiva contra los enemigos, principalmente pueblos nómadas que todavía vagaban por la región.
La mayoría de las viviendas del pueblo estaban formadas por habitaciones de 5 x 4 metros, con ventanas que daban al patio central, a los pisos superiores se llegaba por escaleras o por aberturas situadas en los tejados. Al igual que en algunos asentamientos primitivos del Viejo Mundo, las azoteas se utilizaban como calles y eran también lugares donde la gente podía sentarse a trabajar.
Existe un núcleo de habitaciones más antiguas, situadas en el centro del gran semicírculo, que parecen construidas antes que las demás. La mampostería es distinta, hecha de bloques de piedra arenisca cimentados con grandes cantidades de barro, en el que han quedado huellas de manos, lo que sugiere que los primitivos constructores utilizaron métodos sencillísimos para alisar las paredes.
Un inconveniente aparente era la falta de ventanas, que nos sugiere unas viviendas oscuras y escasamente ventiladas. Sin embargo, los constructores resolvieron el problema instalando ventiladores en casi todas la habitaciones para hacer circular el aire. Las paredes interiores se enjalbegaban periódicamente con el objeto de disimular el hollín, lo cual daba a las habitaciones mayor luminosidad.
En Pueblo Bonito había otro tipo de habitaciones, unas cámaras circulares llamadas kivas, que constituían el centro de la vida religiosa de la comunidad. Cada kiva tenía una bancada de piedra a lo largo de la pared interior y un hogar central en el que ardía el fuego ritual. El pueblo poseía varias kivas mayores o templos, y otras menores reservadas probablemente a los miembros de determinadas familias. Restos de pipas, antorchas y fuegos ceremoniales hallados sugieren una religión relacionada con el fuego.

La alfarería era la artesanía más desarrollada y los dibujos geométricos con que adornaban sus vasijas siguen admirándonos en la actualidad. Los mejores vestigios que nos han llegado datan de la época de apogeo de Pueblo Bonito, en el siglo XII.
Con sus tejidos y sus palos adornados con plumas, no cabe duda de que los habitantes de Pueblo Bonito llevaban atuendos de rico colorido, sobre todo para las ceremonias. A ello hay que añadirle las joyas, pues se han encontrado gran cantidad de cuentas; en dos tumbas aparecieron unas 15.000 cuentas de turquesas. Las piezas de joyería están trabajadas de forma sencilla pero esmerada, sin labrados, pero con algunas características que sorprenden, como pequeñas perforaciones que se desconoce cómo las hicieron.
A partir del siglo XII la población de Pueblo Bonito fue disminuyendo hasta que acabó abandonando el lugar, sin que se conozca el motivo. Es posible que que fueran atacados por indios nómadas, aunque parece poco probable, pues el pueblo contaba con buenas defensas. También es posible que se produjera algún desabastecimiento de agua. La tala indiscriminada de árboles para lograr madera propició que el suelo retuviera menos agua de escorrentía de la que necesitaba. Menguaron las cosechas y se iniciaron las hambrunas, las muertes y la decadencia.
