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Con la idea de recompensar a los grandes propietarios que habían apoyado a su bando durante la Guerra Civil, Francisco Franco llevó a cabo durante la posguerra una reforma agraria que incluía la construcción de vastos embalses para explotar grandes extensiones de regadío. De esta forma creó más de 300 nuevos pueblos con la repoblación de áreas deprimidas demográficamente sobre todo en Castilla y León, Castilla La Mancha y Extremadura.

Varios años después, con la democracia ya instalada en nuestro país, se aprobó en 2007 la Ley de Memoria Histórica que prohibía las «menciones conmemorativas de exaltación de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura». Es por ello que hasta un total de 11 pueblos fueron interpelados ante la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) para que eliminaran de sus topónimos las referencias directas a personalidades del franquismo.

Hasta la fecha, dos de ellas han modificado su nombre (la pedanía de Queipo de Llano en Sevilla, que ahora se llama Los cinco de la Riuela, y el municipio de Águeda del Caudillo, en Salamanca, que ha pasado a denominarse Águeda), y otras varias están a punto de consumar el proceso.

Castilla y León lidera la lista de topónimos geográficos de reminiscencias franquistas, con hasta cuatro municipios. El primer destino al que arriba el viajero es Quintanilla de Onésimo, en la provincia de Valladolid (antes llamada Quintanilla de Abajo), un pueblo a 35 kilómetros de la capital cuyo cambio de nombre fue promovido por Falange en homenaje a la figura de Onésimo Redondo, oriundo de aquí y muerto en 1936 durante la Guerra Civil por considerarlo «mártir» y «colaborador preclaro de José Antonio en las tareas fundacionales de Falange». Lo más interesante para visitar en el pueblo son la iglesia de San Millán, la ermita del Cristo de San Roque y el puente que cruza el río Duero.

En la carretera N-234, que une Soria con Burgos, se encuentra San Leonardo de Yagüe, población cuyo nombre rinde homenaje al general franquista Juan Yagüe, natural de la villa. Este militar jugó un papel clave en el levantamiento que originó la contienda bélica. Ha sido considerado responsable de la cruenta masacre de Badajoz. Bajo los restos del castillo del municipio (siglo XVI), cuyos muros superaban los tres metros de espesor, se descubre un pueblo tradicional con algunas balconadas corridas y una iglesia parroquial dotada de torre.

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La localidad ciudadrealeña de Llanos del Caudillo.

Ya en la provincia de Burgos, el viajero puede conocer el pasado de Alcocero de Mola, pueblo rebautizado de esta manera en referencia a la muerte causada por un accidente aéreo en 1937 en las cercanías de la localidad del general Emilio Mola, uno de los cabecillas del movimiento militar de insurrección golpista contra el Gobierno legítimo de la República en 1936. En el lugar aproximado del accidente se construyó un monolito de unos 20 metros de altura con una escalera en su interior para subir a la parte alta, y puede ser divisado desde varios puntos de la comarca.

La otra Castilla, la Mancha, tiene el dudoso honor de contar con dos territorios bajo los que permanece la sombra de Franco. Uno es Alberche del Caudillo, en la provincia de Toledo; el otro, Llanos del Caudillo en Ciudad Real. El primero (1.700 habitantes) es un pueblo que fue construido por el Instituto Nacional de Colonización (INC) que integra, juntamente con el de Talavera la Nueva, la Zona Regable del Alberche. Ambos se inauguraron el 5 de octubre de 1956. Salvo el nombre, no existe ningún símbolo franquista en sus calles o plazas. Su monumento más destacado es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

En Llanos del Caudillo (750 habitantes) se votó en referéndum en 2004 el posible cambio de denominación del pueblo. El resultado fue claro: 70% No, 30% Sí. Es uno de los nueve pueblos de colonización creados por el INC en la provincia de Ciudad Real. Ahora es un municipio en guerra contra la Ley de la Memoria Histórica. Llanos del Caudillo tiene un trazado que también se mantiene fiel a los orígenes, con calles diseñadas con escuadra y cartabón y paredes de cal blanca. Sólo hay una concesión: ahora la plaza de la iglesia se llama plaza de la Constitución.

En Extremadura llama la atención que todavía se conserven los topónimos de Guadiana del Caudillo y Villafranco del Guadiana, ambos en la provincia de Badajoz. El caso de Guadiana del Caudillo es digno de análisis. La localidad logró su segregación de la capital pacense aun conservando el topónimo alusivo a Francisco Franco, con una Ley de Memoria Histórica vigente por aquel entonces. La pedanía fue creada en las postrimerías de la década de los cuarenta del siglo XX. En 1950, 276 colonos, procedentes de distintos lugares de Extremadura y Andalucía fueron instalados en la localización que ocupa actualmente el pueblo. Mientras, Villafranco del Guadiana es también un pueblo de colonos originado por el Plan Badajoz. Al parecer, la mayoría de sus habitantes tampoco quiere que se cambie el nombre del pueblo.

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Alberche del Caudillo (Toledo)

El punto final del recorrido por los pueblos de Franco finaliza en Andalucía. Dos son las localidades con claras referencias al caudillo: Villafranco del Guadalhorce (Málaga) y Bembézar del Caudillo (Córdoba) La primera es una pedanía de Alhaurín el Grande creada hace unos cincuenta años. Una población de agricultores para explotar grandes extensiones de regadío. A estos colonos se les proveía de una casa rodeada de patio, cuadras, corrales y cobertizos, y además, recibían entre dos y cinco hectáreas de terreno que debían dedicar a cultivos de regadíos.

La pedanía de Bembézar del Caudillo, dependiente del municipio cordobés de Hornachuelos, ha determinado eliminar de su nombre oficial la referencia al dictador, para quedarse solo con la denominación de Bembézar, que es, en realidad, el único nombre que aparece desde hace ya décadas en los indicadores y carteles referidos a este núcleo de población.

El cambio de denominación también ha sucedido en sentido inverso. En 1936 el municipio de Azaña (Toledo) pasó a llamarse Numancia de la Sagra, cuando los Escuadrones del Regimiento de Numancia del ejército golpista tomaron el poblado. Aunque no se refiere a ninguna personalidad del régimen, desde el Ayuntamiento se han hecho algunos intentos de revertir el nombramiento, pero hasta ahora continúa tal y como Franco lo dejó.

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Dónde dormir: Hostal Torres; C/ Magdalena, 4; 42140 S. Leonardo de Yagüe (Soria); teléfono: 975376156.

Dónde comer: Cristofer Restaurante; Plaza Parque Guadiana, 4; 06186 Guadiana del Caudillo (Badajoz); teléfono: 924471158.

 


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2 COMENTARIOS

  1. a ver, mal que nos pese, es una parte de la historia y esta no se puede borrar por mucho que se quiera. Yo lo que haria seria lo siguiente: Ya que hay pueblos con nombres franquistas tanto del pueblo como en sus calles, tambien pondria nombres republicanos para compensar. Tanto una epoca como la otra son parte de la historia y merecen ocupar su lugar en la misma. Un saludo

    • Hola Jose,

      coincido contigo que es una parte de la historia y no por ello debemos olvidarla; todo lo contrario. Esto no es óbice para evitar que se mantengan nombres de pueblos, calles, plazas o avenidas con los nombres de aquellos personajes que cometieron tales barbaridades en el pasado.

      El recuerdo de la Guerra Civil y sus personajes permanece en los libros de historia. Eso es indudable. Pero los topónimos o la denominación de los viales deberían otorgarse a aquellos que han dignificado nuestra historia para bien. Además, creo que debe cumplirse con la Ley de Memoria Histórica.

      Saludos y gracias por comentar

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