Las primeras horas del día pintan las aguas del Moscova con los colores de la ciudad, que despierta de su letargo nocturno. La federación Rusa es el Estado más grande del mundo. Su capital, Moscú, hace honor a esa vocación de inmensidad y se extiende a lo largo de unos 40 kilómetros de este a oeste, y unos 60 de norte a sur. Respondamos ahora a la pregunta: ¿Qué ver en Moscú? Muchas cosas de interés. Pero vayamos por partes, que hay tiempo.
Comencemos con un poco de historia. El territorio de Moscú está habitado desde el Neolítico. Tras la caída del imperio romano, las grandes llanuras del imperio bizantino comenzaron su desarrollo por la actual ciudad moscovita. En la crónica Ipatievskaia encontramos la fecha de 1147 como año de la fundación de la capital rusa.
Qué hacer en Moscú
Existen algunas visitas imprescindibles si viajamos a Moscú, pero la más ineludible de todas es, seguramente, la Plaza Roja. Situada al lado del Kremlin, este lugar ha sido durante años y años escenario de desfiles, protestas, festejos… En la Plaza Roja el viajero podrá visitar el mausoleo de Lenin, la catedral de San Basilio, el monumento de Minin y Pozarski, el Lobnoe Mesto, las tumbas de la Nomenklatura y de la Gerontocracia… entre otros edificios.
El núcleo del poder del Estado continúa siendo el Kremlin, este espectacular recinto amurallado que es prácticamente una ciudad en el interior de otra ciudad. La friolera de dos kilómetros de muralla engloban un conjunto de edificios entre los que sobresalen veinte torres.

Ante tamaña cantidad de cosas por visitar, tal vez nos apetezca pasear un rato por las calles de la ciudad. El viajero podrá adentrarse entonces en el Kitai Gorod, el barrio más antiguo de la capital rusa. Entrañable y encantador. Sus primeros habitantes se instalaron aquí en el siglo XI.
Teatro Bolshoi
Los alrededores de la zona del Kremlin albergan todavía otro lugar que puede ser de nuestro interés: la Plaza Teatral. ¿Quién no ha oído hablar del Bolshoi? El ballet tiene en este teatro moscovita uno de sus referentes, uno de los más célebres del mundo.
La plaza Lubianka, por otra parte, también se encuentra cerca de esta zona. En ella podremos ver el que había sido el palacio de la Checa (ahora sede del ministerio del Interior) y el antiguo palacio del Conde Rostopcin, que albergó la sede de la antigua KGB.
También de cultura anda sobrada Moscú. Buenas opciones para visitar son los museos de Artes Plásticas de A. Pushkin, el de las Revoluciones, la Galería Tretiakov, el Histórico del Estado, el Museo de Gorki, el Museo Tolstoi… Tenemos más de 300 museos para elegir. Nada menos.
Una metrópoli para pasear
Pasear por la capital rusa con calma resulta posible, ya que se trata de una ciudad grande, y sus parques son también de notable tamaño. Así que el viajero no tendrá problemas a la hora de buscar un sitio donde ir a dar una vuelta para relajarse y alejarse del mundanal ruido. Algo que se agradece. Una buena opción para desplazarse es el metro, que cuenta con bellas paradas para contemplar. Cada estación está decorada de una manera distinta y algunas parecen palacios.

La experiencia rusa por excelencia es visitar una casa de baños tradicional o banya. Los de Sanduny, en la capital Moscú, son los más antiguos y lujosos de la ciudad rusa. Una alternativa que podemos mezclar con el acercamiento a la gastronomía rusa, que combina platos refinados y por otro platos consistentes y nutritivos para afrontar las bajas temperaturas.
Rascacielos en la capital moscovita
Todavía nos queda una cosa que destacar en Moscú: los Siete Hermanos. Son siete rascacielos construidos durante la etapa estalinista. Uno de ellos aloja la Universidad Lomonosov, en otro hay el hotel Ucrania…
Moscú esconde, aún, multitud de cosas por ver, conocer y descubrir, pero si queremos ver qué hay un poco más allá de los límites de la ciudad, podemos desplazarnos hasta Kolomenskoe, una finca tardomedieval utilizada por los zares principalmente como residencia de verano.
Y así, con el recuerdo del río fluyendo a orillas del Kremlin, con la imagen de las catedrales y las elevadas torres en nuestra retina, emprendemos el viaje de vuelta, mientras Moscú se queda, paciente, esperándonos para nuestra próxima visita.
