Las primeras luces del alba juguetean tras los tejados. Las farolas desisten, un día más, de convertir la noche de la Ciudad de las Luces en una vereda soleada. Es París. París despierta al mundo. La capital de Francia nos da la bienvenida.
Y el viajero empieza a caminar. Hay tantas cosas por descubrir, por oler, por saborear. No podríamos irnos de París sin adentrarnos por las calles de Montmartre, acercándonos poco a poco al Sagrado Corazón, por esos rincones donde antaño vivieron pintores, poetas, artistas y soñadores.
Antes de comenzar la ruta, conviene empaparse un poco de historia para mimetizarse con el entorno. París debe su origen al río Sena que se presentó como el lugar ideal para que el hombre primitivo se asentara. Tierra de galos subyugados al dominio de Roma, París alcanzó su esplendor en la Edad Media siendo sede de la Orden del Temple.
La Revolución Francesa
Embellecida por los reinados de Luis XV y Luis XVI, París se convirtió en centro neurálgico de la Revolución Francesa en 1789. Con la llegada de Napoleón al poder la capital de Francia se llenó de monumentos. Fue Hitler quien ordenó la destrucción de París en la II Guerra Mundial, que no se llevó a cabo. Aunque estuvo ocupada por los nazis, finalmente fue liberada en agosto de 1944.
Son muchas las cosas que ver en la Ciudad de la Luz, una de las ciudades más visitadas del mundo. Una buena opción es alquilar un auto en París para que el viajero pueda desplazarse allá donde le plazca en la inmensidad de la metrópoli gala.
Como acercarse hasta la Torre Eiffel y descubrir el Campo de Marte. Al fondo emerge la gran torre metálica, símbolo icónico de París. Sus vistas desde arriba, qué decir: espectaculares.

El Louvre
Impensable pasar por París y no recalar, ni que sea una tarde, ni que sea un suspiro, por uno de los museos más prestigiosos del mundo, hogar de la Victoria de Samotracia, de la Gioconda, de esculturas griegas, cuadros renacentistas y obras barrocas. Un universo de formas y colores que es puro alimento para el espíritu.
La visita al museo puede resultar cansada si se pretende ver todo, aunque solo sea de pasada, de una vez. Si el viajero dispone de tiempo suficiente, para no salir harto de tanta obra maestra, resulta aconsejable dividir la visita en un par de veces o tres.
Notre Dame
La catedral gótica, de reciente recuerdo amargo por el tremendo incendio que ha padecido que dañó su techo y la aguja por completo, ve pasar el tiempo desde al Île de la Cité, erguida sobre una plaza y rodeada de verde para que el viajero pueda contemplar los esbeltos arbotantes que sobresalen de sus muros, como un esqueleto que muestra sus entrañas.
Se trata de una catedral muy armoniosa y que mejor refleja la transición del románico al gótico. Ha vivido episodios históricos de interés, como el proceso de rehabilitación de Juana de Arco o la coronación de Napoleón Bonaparte.
El Arco del Triunfo
A pesar de que fue ordenado levantar por Napoleón para glorificar sus triunfos, nunca puedo ver terminada su obra. Quedó acabado en 1836. El descomunal arco tiene 50 metros de altura y 45 de anchura.
Su interior está decorado con los nombres de las batallas victoriosas para los franceses en us campaña por España y los de 660 generales. Las paredes exteriores están decoradas con bajorrelieves alegóricos. Sus vistas desde arriba son espectaculares.

Los Campos Elíseos
Todo un mundo y un mito para quien visita París. La avenida debe su creación a María de Médicis, cuando llenó de árboles el paseo y ordenó el trazado de un grupo de parques. Tiene casi dos kilómetros de largo y 71 metros de anchura.
Cobra espectacular belleza en época navideña, cuando las luces iluminan de noche un vial siempre repleto de gente y que culmina en el Arco del Triunfo.
La Saint Chapelle
Si París es la ciudad de la luz, esta capilla es sin duda un crisol de colores y vitrales, de espiritualidad y esbeltez. Construida en el siglo XIII en 33 meses y levantada sobre delgadas columnas que parecen querer tocar el cielo con la punta de los deos, en Saint Chapelle tenemos las paredes de vidrieras multicolores de más de 15 metros de altura que son un prodigio técnico.
La Plaza de la Bastilla, la explanada de los Inválidos, la plaza de la Madeleine, la de la Concordia… ¡Hay tantas cosas por ver en París! Para que el viajero lo pueda disfrutar todo bien necesita reservar un coche en París.
Las distancias en la capital gala pueden llegar a resultar agotadoras si trata de visitar todos los sitios a pie y no se dispone de mucho tiempo. Con el fin de moverse adecuadamente por la ciudad, la estancia resultará más enriquecedora con este medio de transporte, ágil y autónomo.
