La pitiusa menor es algo más que un recorrido complementario de Ibiza. Por su paisaje y personalidad constituye otro mundo. Formentera es la isla situada más al sur del archipiélago balear y la segunda de menor extensión (82 kilómetros cuadrados en total) Su paisaje es extremadamente bello, y en él se mezclan insólitas tonalidades. Todo el litoral está plagado de playas tranquilas de arenas finas y aguas transparentes. Un paraíso en vida.
Para empezar, incluso su nombre es paradójico. En la antigüedad los griegos llamaron a la isla Ophioussa, por la ‘abundancia de serpientes’ existentes sus tierras. Tomando más tarde el nombre de Formentera, derivado aparentemente de Frumentaria o ‘productora de trigo’. Lo curioso es que en la isla no hay el menor rastro ni de serpientes ni de trigo.
Isla despoblada durante los siglos XVI y XVII a causa de los piratas que infestaban sus aguas mediterráneas, Formentera se convirtió en el último reducto de los hippies. Aunque la primera presencia humana conocida de Formentera se encuentra en la Edad del Bronce, cuando se construyó el sepulcro megalítico de Ca na Costa descubierto en 1974.
Formentera es una isla de dos aguas. Con sus dos estanques y también con sus dos costas: la del norte o Tramuntana y la del sur o Migjorn. La primera, más agreste y rocosa, la segunda dulce y arenosa. Esta se halla en una pequeña concentración turística de unos pocos hoteles y apartamentos. Son seis kilómetros de litoral.
Recorrerla en bici
La isla balear es pequeña, pero conocerla bien requiere varios días. Se puede dividir Formentera en dos itinerarios. El primero, un paseo longitudinal desde el puerto de Sa Savina hasta el faro de la Mola. El segundo, la desviación hacia Sant Frances Xavier y el Cap de Barbaria.

Es obligado hacerse con un vehículo, ya que los transportes públicos de la isla no dan mucho de sí. Muchos viajeros optan por la bicicleta, un medio de locomoción ideal para recorrer Formentera. No hay distancias en una isla de 82 kilómetros, por lo que es fácil llegar a todos los rincones sin fatigarse.
Fomentera es un lugar ideal para la práctica de cualquier deporte náutico. La isla ofrece facilidades para disfrutar del windsurf, la vela y la pesca. El Estany des Peix es un entrante de mar en una cuenca deprimida, con escasa profundidad, y donde tienen amarre numerosas embarcaciones de poco calado.
Ses Illetes se presenta como una zona con cierto carisma a la que se llega después de pasar por un viejo molino en un camino de tierra. La belleza del paisaje es espectacular. Su playa es una de las más hermosas de la isla, con aguas turquesas y una estrecha lengua de rocas y arena.
Playas para descansar
Playa de Cavall d’en Borràs es otro de los enclaves a los que debe acudir irremediablemente el viajero si lo que se desea es descansar teniendo como marco incomparable la grandeza del paisaje que rodea la playa de fina arena y de aguas azules y frescas.
El promontorio de Punta Prima aparece coronado por una de las cinco torres vigía que están dispersas por toda la isla, situadas en diferentes puntos estratégicos de la costa para defensa de los isleños. Es Pujols es el centro turístico más destacado de la isla. Aquí se concentran la mayoría de hoteles.
Resulta curiosa la visita a Es Calò de Sant Agustí, una población de pescadores, fundada en el siglo IX por una comunidad de monjes agustinos. En la actualidad ofrece al visitante una gran tranquilidad, circunstancia que la convierte en el lugar idóneo para pasar unas relajadas vacaciones.

Hoy, los viajeros que que escogen Formentera lo hacen por afinidad espiritual: familias que buscan un lugar tranquilo, parejas en pos de intimidad, artistas, escritores, nostálgicos y supervivientes de la contracultura.
Cómo ir
Los ferrys que trasladan al viajero de Ibiza hasta Formentera desembarcan en Sa Savina, que se encuentra entre el Estany Pudent y el Estany de Peix. Existen diferentes navieras que se encargan del transporte. Como Aquabus, que ofrece un trato familiar y dispone de las tarifas más económicas.
Sa Savina es un agradable puerto, con una hilera de bares y comercios, la estación marítima, casas de alquiler de vehículos y la oficina de turismo. Llama la atención, asimismo, el Molí Vell de La Mola, aún en funcionamiento. Del siglo XVIII, destaca por su silueta solitaria y sus aspas restauradas.
Escoger unas vacaciones en la isla de Formentera supone aceptarla en lo que es. Prácticamente sin oferta de ocio nocturno (aunque lo hay), con playas deslumbrantes donde el nudismo es algo generalizado, con la tranquilidad como divisa y filosofía. Un estado de paraíso.

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