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Tenerife es, después de Hawai y de la isla de Ross, en la remota Antártida, la isla volcánica más alta del mundo: el Teide alcanza los 3.718 metros de altitud. Las abruptas pendientes resultantes de sus altas cumbres hacen de la isla un lugar paradisiaco con espectaculares vistas. Viajar a Tenerife es un éxtasis para los sentidos. La historia, la cultura y la diversión están más que garantizadas.

La primera visita obligada es la de su referente natural. El Parque Nacional del Teide, considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, se extiende por las laderas del mítico volcán de casi cuatro mil metros, formado por las lavas del volcán. Es el pico más alto de España. Su característico paisaje volcánico es el resultado de la superposición de coladas a lo largo de los siglos.

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Una de las pirámides de Güímar./ Imagen cedida por Shutterstock

Los parajes más hermosos son el alto de Guajara, el Llano Ucanca, las Siete Cañadas, la Fortaleza y los roques de García y Pico Viejo. La flora y la fauna de este parque están representadas por especies vegetales y animales típicamente canarias, entre ellas algunas únicas y en peligro de extinción.

Entre las vegetales destacan la famosa violeta del Teide, el tajinaste rojo y el rosal del guanche. Un teleférico permite ascender hasta media altura del parque. También hay accesos por carretera. En el interior del parque existe el parador de Turismo de la Cañadas del Teide.

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Amén de un edén natural, la isla de Tenerife conserva mucha historia repartida en los bellos municipios que la integran. El viajero se dispone a curiosear por el pasado de las localidades con más encanto y acontecimientos que contar en una ruta que le dejará marcado para siempre.

El punto de partida es la propia capital. Santa Cruz de Tenerife es una ciudad moderna y dinámica, más caracterizada por la arquitectura moderna, decimonónica, modernista y la militar representada por sus castillos (el Negro, la torre de San Andrés, el fuerte de Almeida) Precisamente, en este último, hoy museo militar, se conserva el cañón ‘el Tigre’ que fue, según una piadosa tradición, el autor del disparo que mancó al almirante Nelson cuando intentó tomar la ciudad en 1797.

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El drago milenario de Icod de los Vinos.

De Santa Cruz nos dirigimos a San Cristóbal de la Laguna, que es la capital más antigua que tuvo la isla de Tenerife y en ella se ubican el palacio episcopal y la Universidad. Cuenta con edificios de gran valor histórico y arquitectónico, como la iglesia de la Concepción (siglo XVI), gótica, plateresca y mudéjar; el palacio de Salazar (1682), episcopal y barroco, la Casa de Lercaro (del siglo XVI, manierista), actual sede del Museo de Historia; la Casa del Corregidor (1545), hoy Ayuntamiento, y el palacio de la Nava (siglos XVI-XVIII)

San Cristobal de la Laguna es un rincón con encanto e historia que sorprenderá gratamente al viajero por su arquitectura y entramado colonial. No en vano está considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La historia de esta ciudad tiene más de cinco siglos de existencia y es preciso conocerla para quedarse con un buen sabor de boca en el viaje a la isla de Tenerife.

Llegamos ahora a la localidad canaria de Garachico, que condensa en su territorio la esencia del Tenerife colonial. Villa y puerto, el municipio fue fundado por el banquero genovés Cristóbal de Ponte en 1496, y la integran calles y plazas pulcras y bastante antiguas. Garachico fue el principal puerto de Tenerife hasta 1706, momento de la tragedia. Una erupción volcánica destruyó su puerto en 1706, pero se ha rehecho y hoy luce como un municipio con mucho encanto.

Nuestra ruta prosigue por tierras tinerfeñas, que no paran de proporcionar sorpresas. Las pirámides de Güímar, o Majanos de Chacona, son cinco pirámides escalonadas que se ven a las afueras del pueblo de Güímar, en el este de Tenerife. Algunos dicen que pudieron ser morras agrícolas que datan de la segunda mitad del siglo XIX, cuando se despedraron muchos yermos canarios para plantar vides o chumberas.

El caso es que las pirámides se han convertido en un reclamo turístico de Tenerife y hasta disponen de un Parque Etnográfico Pirámides de Güímar en el que el viajero hallará completa información y facilidades para visitarlas. Una aventura que apetece en este singular recorrido por la isla.

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Garachico./ Imagen cedida por Shutterstock

La siguiente parada del recorrido por la ínsula lleva al viajero a descubrir un municipio a través de un reclamo vegetal. El árbol mítico de las Canarias, un drago que ya ha salido hasta en los sellos de correos, está en Icod de los Vinos. Es el drago más viejo del mundo (más de 700 años) y quizá el más grande, porque alcanza los 17 metros de alto y 20 de perímetro.

El árbol mítico de las islas tiene el tronco parcialmente hueco y a él se accede por una puerta, como a los árboles-vivienda de los duendes, con la diferencia de que en este podría residir un gigante. Icod de los Vinos se fundó en 1501 y posee un cúmulo de casas señoriales, antiguos palacetes, templos y conventos entre los que sobresalen la iglesia de San Marcos, la plaza de la Pila y el Museo Sacro.

El punto y final de la ruta por Tenerife nos lleva a la localidad de Puerto de la Cruz. Se trata del municipio decano del turismo en el archipiélago canario. La historia ha acompañado a Puerto de la Cruz desde sus orígenes como puerto con actividad comercial desde el siglo XVI. Gran parte de su apogeo lo experimentó en siglo XIX, cuando un gran número de científicos y artistas ilustrados europeos llegaron aquí para estudiar las islas a fondo. Y a fe que lo consiguieron.

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Dónde dormir: Hotel Aguere; Calle Obispo Rey Redondo, 55; 38201 San Cristóbal de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife); teléfono: 922259490.

Dónde comer: Restaurante Ardeola; Av. Tomé Cano, 4; 38490 Garachico (Santa Cruz de Tenerife); teléfono: 922133012.


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