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Dicen de Sevilla que tiene duende y que hechiza al visitante. La ciudad que despierta cada día a la sombra de la Giralda puede presumir, además, de esconder en sus calles encaladas el secreto del saber pasear, ya sea en coches de caballos, en bicicleta alquilada o a pie por barrios como el de Santa Cruz, donde se asentó la comunidad hebrea sevillana que dejó en herencia su judería de recovecos y callejuelas.

A la orilla del viejo caudal del Betis, que los árabes llamaban ‘Río Grande’ (Guadalquivir), Sevilla es una ciudad que como un gran vino gana cualidades con el paso del tiempo. Sus orígenes son muy remotos. Fundada, según la leyenda, por Hércules, fue sucesivamente joya tartésica, cartaginesa, romana, árabe y cristiana.

Cosas que hacer en Sevilla hay unas cuantas. La ciudad abruma para verla en un solo día, pero si el viajero anda apurado, puede darse un garbeo por lo más céntrico y fundamental: la catedral, la Giralda, la Casa de Indias, el Real Alcázar… Es una zona casi peatonal.

El patio de los Naranjos supone la antesala al edificio de la antigua mezquita, de la que hoy perdura su torre, la famosa y conocida Giralda, un alminar de origen árabe de 93 metros de altura. La mezquita fue remozada por los cristianos tras el terremoto de 1356, que resultó acompañada de la fastuosa catedral de estilo gótico. Es un templo colosal de 145 metros de largo por 76 de ancho. En su interior llama la atención el monumento funerario de Cristóbal Colón (siglo XIX)

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Pasear por el centro histórico de Sevilla es una delicia para el viajero.

La Casa de Indias

El entorno de la catedral de Sevilla reúne un conjunto monumental y cultural extraordinario. En la calle de Fray Ceferino González nos encontramos con un bello edificio clasicista donde se guarda la memoria histórica de América y Filipinas. Se trata del Archivo de Indias, que guarda 40.000 legajos y 3.500 piezas entre mapas, planos y dibujos. Nada menos.

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Muy cerca se hallan los Reales Alcázares. En este extraordinario conjunto, lo cristiano y lo musulmán se funde y confunden para deleite de los sentidos del viajero. El amplio recinto de jardines, cumbre de la arquitectura civil sevillana, acoge un conjunto de construcciones militares y palaciegas levantadas entre los siglos IX y XI como residencia de monarcas y gobernadores.

Junto a los Reales Alcázares se abre el laberinto del barrio de Santa Cruz, uno de los distritos más emblemáticos de toda Sevilla, donde la tradición siempre situó la judería. Precisamente, judíos, cristianos y musulmanes dieron ejemplo hace siglos de su convivencia, homenajeada ahora por el Monumento a la Tolerancia de Chillida y recordada en cada esquina donde se mezclan elementos mozárabes, cruces y rejas que dan a patios cuajados de flores y exuberante vegetación, como el parque-oasis de María Luisa o los jardines de Murillo, por citar algunos ejemplos.

Plaza de Pilatos

Por la calle de San Esteban se llega al templo del titular, edificio mudéjar de finales del XIV, en donde llaman la atención los artesonados y el retablo mayor de Zurbarán. Poco más adelante se llega a la recoleta plaza de Pilatos, donde está el magnífico palacio de mismo nombre, propiedad de la Casa de Medinaceli.

Los pasos del viajero siguen ahora hasta uno de los centros neurálgicos de la capital hispalense, La Campana y la bulliciosa plaza del duque de la Victoria, con la iglesia de San Antonio Abad, sede de la cofradía del Silencio, con su Nazareno del XVII. Al lado arranca la conocida calle comercial Sierpes.

Uno de los grandes monumentos sevillanos es, sin lugar a dudas, su espléndido Ayuntamiento. Se trata de un extraordinario edificio de estilo plateresco, uno de los más importantes de España (siglo XVI) Callejeando y tapeando se llega hasta la calle Adriano, el paseo de Colón, el Guadalquivir y nada menos que la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

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La Plaza de España de Sevilla ha sido escenario del rodaje de varias películas.

La Torre del Oro

Estamos en el barrio del Arenal, lugar de picaresca barroca y de la mitología de don Juan Tenorio. De nuevo en el paseo de Colón el viajero se encuentra enfrente con otro de los símbolos de Sevilla: la Torre del Oro. La leyenda asegura que su nombre viene del preciado metal procedente de América, que se almacenaría aquí.

Si dejamos a la derecha el puente de San Telmo, y cruzamos la avenida de Sanjurjo, el viajero llega a los Jardines de Cristina y el palacio de San Telmo, un edificio del siglo XVII. En la actualidad alberga la Presidencia de la Junta de Andalucía.

Otro de los momentos culminantes de la visita a Sevilla es la llegada a la impresionante Plaza de España, un gran edificio semicircular, que fue el eje de la Exposición Iberoamericana de 1929. Se trata de un conjunto arquitectónico enclavado en el parque de María Luisa.

La provincia también alberga la cuna de civilizaciones y emperadores como sucede en la romana Itálica, o bien custodia los restos de recias murallas y fortalezas como Carmona, o finalmente refugia especies, ecosistemas y vida salvaje como solo consigue la incomparable reserva de Doñana, entre Sevilla y Huelva.

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