Cuenta la tradición que, después de la batalla de las Navas de Tolosa (año 1212), aquella que libraron los árabes y los cristianos por vez primera en Andalucía y que supuso según los historiadores el comienzo del fin de la Reconquista, las tropas moras supervivientes se refugiaron en la ciudad jienense de Úbeda, la mayor y más fuerte de la zona y la que les ofrecía la mejor defensa. La tradición dice que hasta allí les siguieron los ejércitos del rey Alfonso VIII de Castilla, poniendo cerco a la ciudad después de destruir varias plazas, como la de Vilches, y todos los castillos que encontraron a su paso.
El asalto se saldó con una victoria de los cristianos y con la destrucción de Úbeda. Fue entonces, mientras los asaltantes celebraban con saqueos su victoria, cuando Alfonso VIII reparó en que no estaba entre los suyos uno de sus mejores alféreces, Alvar Fáñez el Mozo.
Mandado localizar, este se presentó ante el rey y, ante sus requerimientos, dice la tradición que alegó (para justificar su ausencia de la batalla) que se había perdido por los cerros de Úbeda. Lo que no le dijo a su rey, pero sí cuenta la leyenda, es que el motivo de su extravío no eran la cobardía o el despiste, sino los ojos de una nativa que le habían cautivado hasta el extremo de hacerle abandonar la sagrada disciplina militar.

Al parecer, fruto de esta anécdota proviene una expresión que ya forma parte del imaginario popular, y que permite al viajero adentrarse en el pasado de una villa excelsa, con mucha historia, dotada de un extraordinario patrimonio. Se trata de una de las ciudades más bellas de España. Conocida como la Florencia andaluza, brilla con luz propia en ella el arte renacentista.
Sea cual sea el origen de la frase hecha, lo que está claro es que ‘irse por los cerros de Úbeda’, o perderse por ellos, que de ambas formas se dice, significa ‘extraviarse en el discurso o en lo que uno iba decidiendo’.
Con esta excusa visitamos un paisaje espectacular y mimético: cientos, millones de olivos verdes que puntean la tierra ocre hasta donde la vista alcanza, alrededor de unas sierras y cordilleras la recortan: la de Cazorla, al sudeste; la de Mágina, hacia el sur, antesala de Granada y de la más alta Sierra Nevada, y Sierra Morena al norte, en dirección a Despeñaperros. Por los auténticos cerros de Úbeda se alinean hasta tres millones de ejemplares de olivos que producen uno de los mejores aceites del mundo.
Los orígenes de Úbeda se remontan a la primitiva Ubbeta, el castro ibérico inicial, que dio paso a la presencia cartaginesa, la romana, la árabe, la judía y, finalmente, la cristiana. Que es la más presente hoy por la gran cantidad de construcciones, la mayoría de ellas de factura renacentista, pero también barrocas y neoclásicas.
¿Qué se puede visitar en Úbeda? Los principales edificios se ubican en la parte antigua de la ciudad, aunque también los hay repartidos por las más nuevas, como el hermoso hospital de Santiago, conocido como el Escorial andaluz. La casa de las Torres, los palacios del Deán o de los Vázquez de Molina, las iglesias de Santa María o del Salvador, los conventos de las Cadenas o de la Anunciación, son solo unos cuantos nombres de las varias decenas de construcciones que se concentran dentro de una muralla que se conserva todavía en su gran parte y cuya puerta principal, la llamada de Granada, ofrece una de las perspectivas más bellas de Úbeda.

Una última recomendación en Úbeda: una visita guiada por la iglesia de San Lorenzo. Diferentes estilos, 800 años de historia y unas vistas únicas del Valle del Guadalquivir. El viajero puede adentrarse en la iglesia de San Lorenzo para explorar su nave, sus criptas y asomarse a su mirador. La hora que dura la visita ofrece mucho por descubrir.
Literatos de fama universal como Miguel Hernández y Machado han cantado a estos cerros en sus versos. Hasta el propio Cervantes los recorrió cuando andaba recaudando impuestos para el rey. Aunque es Antonio Muñoz Molina, escritor nacido en Úbeda, quien mejor y más ha retratado esos cerros cuya fama alcanza lo universal.
Jaén es un provincia con una historia que abruma. A lo ya citado, podemos seguir el rastro del pasado en lugares como el Cerro de las Albahacas, cerca de Santo Tomé, donde por sus alrededores tuvo lugar la batalla de Baécula que enfrentó a las tropas del romano Escipión contra las del cartaginés Asdrúbal. Continuar por la ruta de los iberos en emplazamientos como Cástulo o Porcuna y, más recientemente, descubrir el escenario de Bailén donde Napoleón perdió la batalla definitiva frente a los españoles durante la Guerra de la Independencia. ¿Qué provincia puede ofrecer más historia? La verdad es que pocas.

Dónde dormir: Parador de Úbeda; Plaza Vázquez de Molina, s/n; 23400 Úbeda (Jaén); teléfono: 953750345.
Dónde comer: Zeitúm; Calle San Juan de la Cruz, 10; 23400 Úbeda (Jaén); teléfono: 953755800.
[xcarousel count=»» condition=»random» order=»DESC» tags=»» featured=»0″ ids=»» cats=»» autoplay=»0″ visible=»»]