Existe una España que aún permanece oculta a los ojos de muchos, una España ancestral que hunde sus raíces en el paganismo y extiende sus ramas en las leyendas, las fiestas y todo un maremágnum de cultos que podríamos resumir como la España Mágica. Ese otro país lleno de personajes fascinantes, de lugares con encanto y tradiciones milenarias tiene también su parte tangible, objetos que se pueden ver hoy día escondidos en iglesias o coronando las cumbres más altas de nuestros montes, incluso en museos donde se exponen tras haber sido extraídos de una tierra que les cobijó durante siglos de olvido.
La España Mágia y sus reliquias
Hoy visita Lugares con historia un escritor, investigador y pintor. Todo en uno. Miguel Zorita, conocido por su participación en el fantástico programa radiofónico La Escóbula de la Brújula junto a Jesús Callejo o Juan Ignacio Cuesta, es autor de Breve Historia del Siglo de Oro y coautor de Hispania incógnita. Colaborador asimismo en diferentes medios de comunicación, bajo su pluma también emergió el libro Las Reliquias, parte del cual desgrana aquí en forma de ruta para disfrute del viajero amante de la historia y del pasado.
El itinerario parte del extremo más occidental de todos, allí donde una curiosa pieza da nombre a la localidad que la custodia: el Pedrón de Padrón. En este municipio coruñés cuenta la leyenda que fue amarrada la barca que traía sin remos ni timonel los restos del apóstol Santiago.
El Pedrón es un ara romana dedicada al dios Neptuno, de época indeterminada, que contiene la inscripción NO ORI ESES D S P. Si se sigue la huella jacobea, el viajero se topa con unas reliquias no menos controvertidas, las que se guardan en el arca de Santiago. Cuestionadas arqueológicamente pero de indudable influencia histórica, han arrastrado tras de sí a millares de peregrinos deseosos de empaparse de los prodigios, leyendas y milagros que circulaban sobre estas reliquias atribuidas al apóstol.

Ajeno al bullicio de los peregrinos pero aún en tierras gallegas, se encuentra otra de estas piezas claves, los petroglifos de Mogor. Unos grabados tallados en roca de estructura laberíntica que siguen suscitando dudas en torno a su origen; podrían datarse en torno al tercer y segundo milenio antes de Cristo. Su sentido sigue aún por resolver. Tierra adentro, a 1.500 metros sobre el nivel del mar, en los montes de León, espera la Cruz de Ferro.
El enorme poste de madera, donde se alza una cruz metálica contempla desde las alturas los guijarros y piedras que desde lejanas tierras han traído hasta su base los peregrinos que pasan por este lugar de camino a Santiago. Dice la tradición que símbolo de sus pecados la piedra libera al peregrino del lastre en su andadura.
Al cruzar los Picos de Europa el viajero halla otra cruz, la Cruz de la Victoria todo un símbolo del principado de Asturias que además de tener fuertes componentes políticos fue tenida por un objeto mágico desde hace siglos. En un principio se pensó que su madera pertenecía a la cruz que enarboló Pelayo en la batalla de Covadonga. Al hablar de guerras y elementos mágicos no se puede dejar atrás el Pendón de San Isidoro (hoy custodiado en León) aunque originalmente fue depositado en tierras jienenses, ya que su origen se remontaría al año 1147 cuando en la toma de Baeza el santo visigodo apareció en los cielos ondeando tan flamante bandera a lomos de un hermoso corcel.
En tierras cántaras, la siguiente reliquia que emerge es la famosa estela de Barros, en la que se representa el emblemático Lábaro Cántabro. Fue utilizado por guerreros cántabros y romanos, quienes lo convirtieron en insignia de sus estandartes. El árbol de Guernica, bajo cuyas ramas prestan juramento las autoridades vizcaínas, podría tratarse de un árbol sagrado en el que perviven cultos paganos.
La próxima parada de la ruta nos lleva a Navarra, en concreto al santuario de San Miguel de Aralar, donde se conserva un objeto en el que se aúna la leyenda con las propiedades mágicas; la tradición cuenta que aquellas cadenas de Teodosio Goñi, además de ser su penitencia al tener que cargar con ellas tras un truculento homicidio, son un elemento curativo ante dolores de cabeza.
El viajero prolonga su ruta de las reliquias hasta dar con el Papamoscas de Burgos. Este autómata heredero de uno anterior del siglo XVI es el claro ejemplo de toda una serie de robóticos personajes que poblaron los templos españoles y de los que quedan ya pocos recuerdos. Tocando las horas junto a su compañero de engranajes Martinillo, el viajero se despide para regresar por el Camino de Santiago hasta La Rioja, donde le aguardan dos curiosos personajes que, aunque no son objetos como tal (ya que son seres vivos) se han convertido en un emblema de la ciudad: el gallo y la gallina de Santo Domingo de la Calzada, donde según la leyenda jacobea, dos pollos resucitaron en el plato de un incrédulo comendador que dudó sobre un milagro del apóstol Santiago.
En Navarra se puede visitar la cabeza de San Guillén, una reliquia clave que resume en un solo objeto los numerosos ritos que existen en España con las cabezas cortadas. Un culto ancestral que hoy se sigue rememorando al beber vino vertido sobre esta mítica calavera, capaz según se cuenta de curar ciertas dolencias.
Pasando por Zaragoza para adorar el Pilar o columna sobre la que se apareció la Virgen y que tanta veneración ha recibido durante siglos, el viajero enfila sus pasos hasta Lérida, donde una hermosa iglesia románica guarda una pintura cargada de simbolismo: el Pantocrator de San Clemente de Tahull, cuyos detalles como la frase EGO SUM LUX MUNDI (yo soy la luz del mundo) nos ponen en la pista de los múltiples secretos que ocultan sus cuidadas pinceladas.
El monumento más emblemático de Barcelona es La Sagrada Familia. Allí podemos encontrar un objeto escondido entre la infinidad de esculturas de su fachada, el cuadrado mágico de Gaudí. Un juego numérico de amplia tradición en la historia de la arquitectura y la pintura cuyo fin es ocultar un número secreto, que en este caso se obtiene sumando cualquier fila de casillas en cualquier dirección, descubriendo así que se trata del número 33, simbólico donde los haya y referencia clara a la edad a la que murió Cristo.

Rebasando el ecuador de nuestro viaje por la España Mágica el viajero se encuentra con otro elemento clave, en este caso en las islas Baleares, donde se alzan las Taulas de Menorca. Monumentos megalíticos de la enigmática cultura talayótica que hoy día se han convertido en todo un distintivo de la isla. De vuelta a la península, a Valencia, su catedral alberga uno de los objetos mágicos por excelencia en esta ruta: el Santo Cáliz. Con independencia de su autenticidad, la importancia histórica que arrastra resulta de obligada visita.
Para reponer energías el viajero puede detenerse ante una fuente turolense, aquella sobre la que se sitúa el símbolo local, el Torico. Como elemento mágico fundacional el toro fue el animal que según la leyenda soltaron los hombres de Alfonso II hasta que se detuvo bajo una misteriosa estrella dando así origen mítico a la ciudad. Desde aquí los pasos siguen hasta Soria, donde se halla el pentalfa de San Bartólomé de Ucero, en pleno Cañón del río Lobos, este rosetón románico representa a la perfección los mensajes de la arquitectura mágica donde la geometría sagrada y los efectos de los astros se combinan en perfecta sintonía.
Aún en Castilla se llega a la provincia de Ávila donde aguardan desde hace siglos los toros de Guisando. Elementos sagrados de la cultura vetona y escenario de pactos y paces hasta tiempos de Isabel la Católica. No tan milenario, pero sí más inquietante resulta otro de estos objetos de la zona centro de la península: la sangre de San Pantaleón en el monasterio de la Encarnación en Madrid. Cuya cualidad mágica permite que se licue y se coagule cada año en una fecha concreta, y de no hacerlo… será síntoma inequívoco de una desgracia.

Unos cuantos secretos guarda la corona de Recesvinto, un elemento visigodo conservado en el Museo Arqueológico Nacional cargado de detalles no del todo explicados, los zafiros traídos desde Sri Lanka o los vidrios realizados con silicato de plomo, lo cual convierte a tan peculiar objeto ya no solo como parte de un tesoro si no como un pequeño cúmulo de ooparts (objeto fuera de su tiempo) dentro de una corona.
El viajero no puede olvidar desplazarse hasta Extremadura donde la Estela del Casar, con sus más de 2.000 años de antigüedad, todavía permanece a la espera de una explicación. La figura antropomorfa sobre la que se inscribe toda una serie de letras de difícil traducción la convierte la piedra en un mensaje encerrado en los albores del tiempo aún por descifrar.
Ajeno a milagros, pero testigo mudo de grandes acontecimientos históricos fue el cocodrilo de la catedral de Sevilla que, desde tiempos de Alfonso X el Sabio reposa en la ciudad hispalense. Allí llegó desde Egipto fruto del regalo a la infanta doña Berenguela por el sultán de Egipto, aunque el actual es una réplica es el ejemplo perfecto de los no pocos reptiles que se guardan en ermitas, monasterios, conventos e iglesias adornados de grandes aventuras más propias de dragones que de caimanes y cocodrilos.
Sin abandonar la comunidad de Andalucía se llega al Sacromonte granadino, donde los textos plúmbeos son expuestos en la actualidad tras haberse guardado secretamente en el Vaticano durante no pocos siglos. En realidad, todo apunta a que son falsificaciones correspondientes al siglo XVI, pero que desestabilizaron la historia religiosa de España de tal modo que estuvieron a punto de evitar la expulsión de los moriscos. El ingenio y la magia aunadas para evitar infinidad de desgracias humanas.

Y no muy lejos de allí, en tierras almerienses, un emblemático panel rupestre nos muestra al mítico Indalo, un primitivo trazado que representa a una figura humana con los brazos extendidos sobre los que sostiene un arco interpretado como el arco iris, o incluso la bóveda celeste. A pocos kilómetros el viajero llega hasta Murcia, donde se topa con otra cruz, pero nada que ver con las anteriormente tratadas ya que todo su valor lo obtiene por ser parte de la cruz de Cristo, es decir un lignum crucis, del que según afirma la tradición se forma la cruz de Caravaca. Múltiples ritos se generaron a su alrededor, además de leyendas como aquella que nos habla de la llegada de la cruz a la comarca gracias al traslado de dos ángeles que desde Jerusalén la trajeron hasta Murcia.
Con un origen no menos misterioso pero sí más antiguo, nos encontramos con el bronce de Carriazo (Huelva) que perteneciendo posiblemente a un bocado equino, viene a ser la representación escultórica de la diosa Astarté, que flanqueada por dos aves pone de manifiesto otro de los cultos de la España ancestral dentro de la civilización tartésica de la que aún nos queda mucho por descubrir. Para descansar de tan larga caminata pongamos fin con un merecido reposo en cálidas playas y hermosos paisajes.
Qué mejor que las Islas Canarias, donde además se puede disfrutar del ídolo de Tara, un magnífico ejemplo de la misteriosa cultura guanche, cuyos ritos y cultos previos a la llegada de los portugueses y castellanos nos hacen pensar en un mundo mágico donde lo desconocido es el gran protagonista.

Dónde dormir: Hotel Restaurante La Scala; Ctra. N-550, s/n; Padrón (La Coruña); teléfono: 981811312.
Dónde comer: Restaurante Zello Barri; Juan Calzada Kalea, 79; Gernika (Vizcaya); teléfono: 946251800.