Los mapas parece que están de moda en la actualidad. Ya sea en calidad de usuarios del smartphone a través de la aplicación de Google o a causa de robos sensacionalistas como los Ptolomeos de la Biblioteca Nacional y el Codex Calixtiunus de la catedral de Santiago. Siempre han acompañado a la humanidad en la plasmación sobre un gráfico de su visión concreta del mundo. La función de un mapa es atributo del poder, de manera que cartografía e imperio siempre han ido de la mano.
De toda la evolución que ha experimentado la cartografía en nuestro país dan fe los fondos del Archivo Cartográfico y de Estudios Geográficos del Ejército (C/ Darío Gazapo, 8), cuyos ejemplares abarcan desde el siglo XVI hasta la actualidad, custodiando auténticos tesoros de nuestra cartografía histórica. La cartoteca histórica se compone de 290 atlas que comprenden 354 volúmenes y unos 25.770 mapas y planos por hojas sueltas.
La colección nació en en el año 1810, en plena Guerra de la Independencia contra los franceses, cuando el Consejo de Regencia creó un organismo destinado a reunir los documentos geográficos, topográficos y militares generados por los ejércitos españoles. Comprendía los ámbitos de la Península Ibérica, el Protectorado de Marruecos, los virreinatos de América, Filipinas y los territorios de Ultramar.

Los mapas del Centro Geográfico del Ejército que ofrecen un mayor interés para los historiadores modernistas son los mapamundis, atlas universales planisferios de los siglos XVI y XVII. En sus estantes no faltan portulanos de Orti Valero y Domingo Villarroel, atlas de Ptolomeo, Ortelius y Mercator, mercurios geográficos y cartas de los cinco continentes.
Algunos ejemplares del Archivo Cartográfico representan sus joyas de la corona desde el punto de vista documental. Entre ellas, una rara avis como el mapa y tratado de Miguel Servet, firmado con el pseudónimo de Michale Villanovanus, a fin de evitar represalias.
El Aspecto simbólico del Mundo Hispano de 1761 es un ejemplar excepcional de nuestra cartografía. No solo por sus dimensiones (mide un metro de alto y está impreso en papel de arroz sobre plancha de cobre), sino porque guarda relación con la imagen universal de la Monarquía Hispánica. Esta, convertida por los Austrias en un poder global, se valió de los mapas para conquistar el Nuevo Mundo. Pero los imperios que le fueron a la zaga también hicieron de la cartografía su ciencia secreta. Las superpotencias actuales siguen recurriendo a ella para desplegar una geoestrategia global.
El Museo Naval de Madrid conserva la Carta de Juan de la Cosa (1500), un mapamundi pintado sobre pergamino que es la representación inequívoca del continente americano más antigua conservada. La carta de Juan de la Cosa es la única obra cartográfica conservada de las realizadas por los testigos presenciales de los primeros viajes de Cristóbal Colón a las Indias. Este y otros mapas de la época se confeccionaban y se conservaban en la Casa de Contratación de Sevilla.
Aunque el de Juan de la Cosa fue el primero que mostraba las tierras americanas, habría que esperar siete años más para que alguien pusiera el nombre América sobre un mapa. Fue Martin Waldseemüller, un cartógrafo alemán que decidió homenajear así al explorador florentino Amerigo Vespucci en su mapa Universalis Cosmographia de 1507.

El primer mapa que incluye una Rosa de los Vientos (símbolo en forma de círculo que tiene marcados alrededor los rumbos en que se divide la circunferencia del horizonte) es el Atlas Catalán, creado en 1375 por la Escuela de Cartografía de Mallorca. Su autoría se atribuye a Abraham Cresques, cartógrafo judío natural de Palma. Es una de las joyas de la colección de la Biblioteca Nacional de Francia (París)
Otro mapa fundamental para la historia es el Padrón Real de 1527, que por primera vez muestra la extensión real del Océano Pacífico y la continuidad de la costa norteamericana. Se trata del primer mapa científico del mundo que era utilizado como modelo para las cartas naúticas presentes en todos los barcos españoles durante los años 1500. Se custodiaba en la Casa de Contratación de Indias de Sevilla. Casi ninguna de sus copias ha sobrevivido, aunque se cree que existen versiones en la Biblioteca Medicea-Laurenziana de Florencia, el Archivo Vaticano o en el archivo del marquesado de Castiglione en Mantua (Italia)
Dónde dormir: Hotel NH Pozuelo Ciudad de la Imagen; Calle Luis Buñuel, 1; 28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid); teléfono: 917110222.
Dónde comer: Cervecería Sotillos Bar; Calle Sebastián Álvaro, 18; 28024 Madrid; teléfono: 678401603.