Para hablar de literatura española, uno de los más destacados referentes es, sin lugar a dudas, el excelso fruto que emanó el Siglo de Oro: Don Quijote de la Mancha. La obra cumbre de nuestras letras es además un compendio geográfico que muestra la Mancha de aquella época, aunque las vagas referencias topográficas hacen complicado reconstruir con exactitud los pasos del Quijote. La humanidad del héroe creado por Cervantes camina por unas tierras de lustre, lugares con historia y pasado que permanecen en nuestro recuerdo, en la memoria del viajero. Y que despiertan un gran interés por conocerlos.
La Ruta de don Quijote inicia su recorrido por la obra de Miguel de Cervantes. La pluma del escritor complutense conduce al viajero hasta Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), quizás aquel «lugar de la Mancha de cuyo nombre» no quería acordarse, según coinciden algunos investigadores. En el siglo XVI la ciudad manchega recibió el título de villa y se convirtió en la capital de los Campos de Montiel por deseo del monarca Felipe II. Fuera o no el lugar de procedencia de don Quijote de la Mancha, Villanueva de los Infantes también inspiró a otro gran autor de nuestras letras, Francisco de Quevedo, autor de El Buscón.

Célebre es el pasaje en el que el Caballero de la Triste Figura lucha contra gigantes que no eran más que los molinos de viento de Consuegra (Toledo) Alineados sobre el cerro Calderico, uno de los once existentes, el llamado Sancho, realiza el día en que se celebra la Fiesta del Azafrán la ‘molienda de la paz’ y reparte la harina entre los visitantes. Consuegra merece la pena sobre todo por su castillo del siglo XIII, que fue reconstruido por los caballeros de San Juan de Jerusalén. Aunque tiene otros muchos encantos por descubrir.
Pero son muchas las discrepancias en torno a la ubicación de los citados molinos, o gigantes de viento como quiera el lector viajero. Algunos estudiosos prefieren ubicarlos en la localidad de Campo de Criptana; se cree que don Quijote vio un tipo de molino que habría llegado de Holanda hacia 1575.
En el prólogo a la primera parte del Quijote se dice que la obra «se engendró en una cárcel», lo que puede entenderse como una metáfora. En el siglo XIX, Hartzenbusch (autor de Los amantes de Teruel) entendió denotativamente estas palabras, y creyó que tal prisión se encontraba en Argamasilla de Alba (Ciudad Real) Cervantes sitúa aquí la Academia literaria, los poemas de cuyos miembros cierran la primera parte del Quijote. Aunque el lugar que fuera cuna de don Quijote es objeto de discusión, hoy en día se considera que se encontraría en el Campo de Montiel.

De vuelta a la provincia de Toledo, los pasos del viajero se encaminan hacia el lugar de procedencia de la amada imaginaria del Quijote. Dulcinea era nativa de El Toboso, un pequeño pueblo atildado, limpio, llano, de casas blancas y honrado paisaje. La casa de doña Aldonza Lorenzo (siglo XVI) es el principal atractivo del sitio. Muestra una portada adintelada con cornisa y dos escudos. En el centro, ocupando el ancho de la portada, presenta un tercer nivel, a modo de torreón. Su interior alberga un museo de útiles de valor etnológico y de uso cotidiano en la vida manchega.
La última parada conduce al viajero a Puerto Lápice, un paso de los montes de Toledo. Cervantes menciona en El Quijote varias veces la villa ciudadrealeña. En el capítulo VIII de la primera parte, después de la batalla de los molinos de viento, Cervantes escribe: “Y hablando de la pasada aventura siguieron camino de Puerto Lápice porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero…”.

Más adelante, después de pasar don Quijote y Sancho Panza una noche en el campo, se lee: “Tornaron a su comenzado camino de Puerto Lápice…”. Del relato cervantino se deduce que la villa manchega estaba formada por una agrupación de ventas y quinterías donde se reunía gente de toda clase y condición para pasar la noche.
Según la tradición, la Venta de Don Quijote podría ser el lugar que a don Quijote se le antojó castillo en su primera salida, y cuyo ventero, a quien don Quijote creía el castellano, le armó caballero. Y cerca de las lagunas de Ruidera (Ciudad Real) tiene lugar, en la segunda parte de la obra, la aventura de la cueva de Montesinos, en cuyo interior don Quijote conoce a este personaje y al mago Merlín y ve cosas maravillosas.

Dónde dormir: Hotel Almanzor; Bernardo Balbuena, 14; 13002 Ciudad Real (Castilla-La Mancha); teléfono: 926214303; reservas@hotelalmanzor.es.
Dónde comer: Venta del Quijote; El Molino 4; Puerto Lápice (Castilla-La Mancha); teléfono: 926576110.